Mensaje para la XXXI Jornada Mundial del Enfermo, que se celebrará el próximo 11 de febrero
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El Papa saluda a una enferma (Vatican Media) |
En su Mensaje para la XXXI Jornada Mundial del
Enfermo, que se celebrará el próximo 11 de febrero, el Papa Francisco señala el
modelo del Buen Samaritano como el estilo cristiano de la compasión: no cuenta
sólo lo que funciona y no cuenta sólo quién produce, vivir indiferentes ante el
dolor no es una opción
¿Quién
es un enfermo? Uno a descartar, que molesta con su carga de debilidades. O
alguien que rompe la marcha segura de quien no tiene problemas, "que
interrumpe la indiferencia y frena el paso de quienes avanzan como si no
tuvieran hermanas y hermanos".
Es
la persona que se encuentra en la encrucijada entre los transeúntes
indiferentes y el Buen Samaritano del relato evangélico, en el que el hombre
maltratado y medio muerto al borde del camino es el escollo entre una
fraternidad que se niega incluso ante la evidencia y el movimiento compasivo de
quienes optan por detenerse y ayudar y así generar “un mundo más
fraterno". El Papa retoma la parábola tantas veces citada y la sitúa en el
centro, con su carga de repercusiones, del Mensaje para la XXXI Jornada Mundial del Enfermo, que se
celebrará el próximo 11 de febrero.
El sufrimiento entre la soledad y la cultura
"Cuida
de él" es el título del Mensaje que toma prestada la recomendación del
samaritano al posadero, invitado a reservar la atención al herido hasta el
regreso solidario del viajero. Palabras, escribe el Papa, que " Jesús nos
lo repite también a cada uno de nosotros" y que demuestran – concepto
subrayado también en la Fratelli tutti – "con qué
iniciativas se puede rehacer una comunidad a partir de hombres y mujeres que
hacen propia la fragilidad de los demás, que no dejan que se erija una sociedad
de exclusión, sino que se hacen prójimos y levantan y rehabilitan al caído,
para que el bien sea común".
Precisamente
la encíclica sobre la fraternidad, recuerda Francisco, propone una
"lectura actual de la parábola", ya que está atenta a las
"muchas maneras" en que hoy se da la espalda a los que sufren.
"El hecho de que la persona maltratada y robada sea abandonada en el
camino, representa – señala Francisco – la condición en la que demasiados de
nuestros hermanos y hermanas son dejados en el momento en que más ayuda
necesitan". Son muchos y variados los asaltos a la vida y la dignidad
humanas.
“Todo sufrimiento tiene lugar en una ‘cultura’ y en
medio de sus contradicciones”
Asistencia organizada
Lo
que salva al enfermo y al que sufre de la soledad y el abandono que puede
experimentar es ese "momento de atención", el "movimiento
interior de compasión". El samaritano – escribe el Papa – "sin
pensarlo siquiera, cambia las cosas, genera un mundo más fraterno", al
tratar como a un hermano al forastero y a la persona desafortunada con la que
se cruza. Y es con este ejemplo evangélico, prosigue, con el que la Iglesia
debe medirse si realmente quiere ser " un auténtico hospital de
campaña".
“Su misión, sobre todo en las circunstancias
históricas que atravesamos, se expresa, de hecho, en el ejercicio del cuidado.
Todos somos frágiles y vulnerables; todos necesitamos esa atención compasiva,
que sabe detenerse, acercarse, curar y levantar. La situación de los enfermos
es, por tanto, una llamada que interrumpe la indiferencia y frena el paso de
quienes avanzan como si no tuvieran hermanas y hermanos”
La lección de Lourdes
Hacia
el final de su Mensaje, Francisco vuelve sobre los años de la pandemia que,
afirma, "han aumentado nuestro sentimiento de gratitud por quienes
trabajan cada día por la salud y la investigación".
“Pero, de una tragedia colectiva tan grande, no basta
salir honrando a unos héroes. El COVID-19 puso a dura prueba esta gran red de
capacidades y de solidaridad, y mostró los límites estructurales de los
actuales sistemas de bienestar. Por tanto, es necesario que la gratitud vaya
acompañada de una búsqueda activa, en cada país, de estrategias y de recursos,
para que a todos los seres humanos se les garantice el acceso a la asistencia y
el derecho fundamental a la salud”
El
11 de febrero de 2023, miremos también al Santuario de Lourdes como una
profecía, una lección que se encomienda a la Iglesia en el corazón de la
modernidad. No vale solamente lo que funciona, ni cuentan solamente los que
producen. Las personas enfermas están en el centro del pueblo de Dios, que
avanza con ellos como profecía de una humanidad en la que todos son valiosos y
nadie debe ser descartado.
Firmado en San Juan de Letrán, el Obispo de Roma
concluye su Mensaje encomendando “a la intercesión de María, Salud de los
enfermos, a cada uno de ustedes, que se encuentran enfermos; a quienes se
encargan de atenderlos – en el ámbito de la familia, con su trabajo, en la
investigación o en el voluntariado – y a quienes están comprometidos en forjar
vínculos personales, eclesiales y civiles de fraternidad. A todos les envío
cordialmente mi Bendición Apostólica”.
Alessandro
De Carolis – Ciudad del Vaticano
Vatican News