Una mirada divina que cambió la historia mexicana
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Dominio público |
Este graduado en
ingeniería en sistemas ambientales por la Universidad de Cornell estudió
durante más de veinte años la imagen impresa de la Virgen en la tilma; ese
tosco tejido hecho con fibras de maguey de Juan Diego, el indígena que recibió
las apariciones que cambiarían decisivamente la historia de México.
Si bien sus dimensiones
son microscópicas, el iris y las pupilas de los ojos de la imagen tienen
impresa al menos la imagen sumamente detallada de trece personajes. Las mismas
personas están presentes tanto en el ojo izquierdo como en el derecho, con
diferentes proporciones, al igual que sucede en los ojos de un ser humano que
refleja los objetos que tiene en frente.
El
reflejo transmitido por los ojos de la Virgen de Guadalupe es la escena en la
que Juan Diego mostraba al obispo fray Juan de Zumárraga y a los presentes en
la estancia el manto con la misteriosa imagen. Era el 9 de diciembre de 1531.
La técnica que utilizó
para su estudio el ingeniero Aste Tönsmann, nacido en Perú, es la del proceso
digital de imágenes usado por los satélites y por las sondas espaciales para
transmitir informaciones visivas. El científico, de hecho, ha trabajado durante
años en IBM en procesamiento digital de imágenes.
Según las conclusiones del
estudio, reveladas por Aste Tönsmann, nos encontramos ante una imagen “que no
ha sido pintada con mano de hombre”.
Ya en el siglo XVIII
varios científicos realizaron pruebas científicas que mostraban cómo era
imposible pintar una imagen así en un tejido de esa textura. De hecho, con el
pasar del tiempo, las fibras del “ayate” o “tilma” que utilizaban los indios se
degradan. Normalmente no deberían durar más de veinte años. Sin embargo, la
imagen está impresa desde hace casi 500 años.
Richard Kuhn premio Nobel
de Química, recordó Aste Tönsmann, hizo análisis químicos en los que se pudo
constatar que la imagen no tiene colorantes naturales, ni animales ni mucho
menos minerales. Dado que en aquella época no existían los colorantes
sintéticos, la imagen, desde este punto de vista, es inexplicable.
No
es de extrañar la gran devoción por la Virgen de Guadalupe
En 1979 los
estadounidenses Philip Callahan y Jody B. Smith estudiaron la imagen con rayos
infrarrojos; y descubrieron con sorpresa que no había huella de pintura y que
el tejido no había sido tratado con ningún tipo de técnica.
Aste Tönsmann, se
preguntaba: “¿Cómo es posible explicar esta imagen y su consistencia en el
tiempo sin colores y con un tejido que no ha sido tratado? Es más, ¿cómo es
posible que, a pesar de que no haya pintura, los colores mantengan su
luminosidad y brillantez?”.
El ingeniero peruano
explicaba que “Cahallan y Smith han mostrado cómo la imagen cambia ligeramente
de color según el ángulo de visión, un fenómeno que se conoce con el término de
iridiscencia, una técnica que no se puede reproducir con manos humanas”.
El investigador comenzó a
desarrollar su estudio en 1979. Agrandó los iris de los ojos de la Virgen hasta
alcanzar una escala 2.500 veces superior al tamaño real. Y, a través de
procedimientos matemáticos y ópticos, logró identificar todos los personajes
impresos en los ojos de la Virgen.
En los ojos de la Virgen
–revela– se encuentran reflejados los testigos del milagro guadalupano, el
momento en que Juan Diego mostraba el ayate al obispo. Los ojos de la Virgen
tienen así el reflejo que hubiera quedado impreso en los ojos de cualquier
persona en esa posición.
Te invitamos a descubrir
lo que se esconde detrás de los misterios de Guadalupe a través de esta visita
virtual e inédita (hasta ahora) a la Basílica de la Morenita.
Jesus Colina