Lo que una "monja mediática" aprendió de tomarse un descanso de Facebook y Twitter
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Ramon López Calvo via Pixabay CC |
«Pero somos monjas de comunicación, ¿cómo vamos a
abandonar las redes sociales?». Hace poco una hermana me hizo esta
pregunta retórica después de ver que me había desconectado de mis cuentas de
Facebook y Twitter durante la temporada de Adviento.
Pensé sobre la cuestión un poco, no mucho, para ser sincera. Creo
que, como caso personal, necesito descansos de las redes sociales
para desconectar. Los medios sociales pueden convertirse fácilmente en un
usurpador de mi tiempo libre, de mi energía y de mi atención personales.
Sin duda, como Hija de San Pablo, mi vocación para con Dios es la
de extender el Evangelio usando los medios de comunicación modernos, pero no
estoy llamada por Dios a permitir que estos medios modernos me
controlen. Por eso hago pausas. Y con estas pausas, tengo
oportunidad de darme cuenta del impacto que los medios tienen en mi vida.
Aquí están algunas de las lecciones que he aprendido durante esta
época:
Las redes sociales impiden el
silencio: Me sorprendía a mí misma entrando en Facebook y Twitter, incluso
después de que empezara el Adviento, de forma mecánica, como si estuviera en
piloto automático.
Sin darme
cuenta empezaba a escribir la URL. Algunos dirán que es un síntoma de una adicción,
pero en realidad parece más como algo a lo que me he habituado para eliminar el silencio.
Es algo que
todos tratamos de hacer, ¿sabéis? Matar el silencio nos ayuda a evitar cosas a
las que tenemos que enfrentarnos: sentimientos complicados, dificultades
en las relaciones, aburrimiento, etc.
Sí, pueden sobrevivir sin ti
Las redes sociales pueden sobrevivir
sin mí: Me busco excusas para permanecer en las redes sociales o para
usarlas más de lo que debería.
Una excusa que me digo a menudo es que seguramente me
perderé algo importante. «¿Qué pasa si alguien tiene un bebé?»,
me pregunto, «¿O si otro se casa?».
Por fin he llegado a la conclusión de que las personas que no se
molestan en enviarme una tarjeta de Navidad o que no cogen el teléfono para
contarme este tipo de cosas es que probablemente no eran amigos íntimos de
todas formas.
Únicamente porque los contactos sociales se hayan expandido
exponencialmente con las redes sociales no significa que ahora tengamos que
estar al día de la situación de todos los conocidos con los que nos hemos
cruzado.
Nutrir las relaciones importantes
Los descansos de las redes sociales
ayudan a nutrir las relaciones fundamentales.
«A veces paso tiempo en los medios sociales
preocupándome por personas que ni siquiera conozco.»
A veces paso tiempo en los medios sociales preocupándome por
personas que ni siquiera conozco o con los que hace mucho que perdí el
contacto. Y me pregunto: «¿Por qué esta persona ha dejado de seguirme?», o
«¿por qué esta persona con la que no he hablado en una década de repente
escribe un comentario airado en una de mis publicaciones de Facebook?».
Las redes sociales crean conexiones con personas que no conocemos
o con otras que se habrían separado de nuestro círculo cercano de relaciones de
no ser por Internet. Puede ser algo bueno, cierto, pero la energía que
dedicamos a estas relaciones es también la energía que no dedicamos a las
personas que están justo delante de nosotros.
Reexaminar nuestras prioridades
Los descansos de las redes nos ayudan a reexaminar
nuestras prioridades, en especial en lo referente a la relación
más importante: Jesús.
Y así llego al mayor cambio que he
experimentado durante esta pausa de las redes sociales durante el Adviento. Al
igual que en todas las formas de penitencia,
esta pausa ha abierto más espacio en mi vida.
Siempre me he percatado de que cuando escojo una penitencia para
el Adviento o la Cuaresma, se deslizan otras pequeñas cosas que rellenan el
espacio vacío. Y no son necesariamente cosas buenas.
Si dejo el azúcar, empiezo a comer más carbohidratos. Si dejo el
café, empiezo a beber más té. Si dejo Facebook y Twitter, me paso más tiempo en
Instagram y Reddit. Es algo normal y humano, pero este Adviento
he pedido al Señor que me eche una mano para, al menos, darle a Él algo de este espacio recién vaciado.
Y creo que me está ayudando. Este Adviento no será tal vez perfecto, pero sí
tendrá un carácter más suave y más lento, a pesar del ajetreo de mi vida. Y doy
gracias por ello.
¡Ya estoy lista para la Navidad!
Y espero que vosotros también.
Theresa Noble
Fuente: Aleteia