¿Se puede ser rey y santo? Todo apunta a que el Rey de los Belgas Balduino, desplegó las virtudes cristianas en su a veces difícil tarea. Tal vez estemos ante la figura de un rey del siglo XXI
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Balduino y Fabiola, reyes de Bélgica/AFP |
El rey Balduino de Bélgica ha sido el único jefe
de estado que no sancionó una ley sobre el aborto. Por sus
creencias católicas, tras ser aconsejado por numerosas personalidades
científicas y religiosas, decidió que se declarase su «incapacidad
temporal para reinar» (art. 82 de la Constitución) durante 36 horas para no
tener que sancionar la ley belga que despenalizaba el aborto hasta las 12
semanas.
Fue, sin lugar a duda, un acto de coraje, un acto
arriesgado hasta el punto de jugarse la Corona, pues al declarar su
incapacidad, después el Parlamento debía declarar su capacidad de nuevo. Era
todo un riesgo.
Todas las leyes, para entrar en vigor, deben publicarse en el Boletín Oficial
del Estado, después de ser firmadas (sancionadas) por la máxima autoridad: el
Jefe del Estado o quien haga sus funciones.
De hecho, en aquellos momentos (año 1990) hubo muchas opiniones en
Bélgica en favor de que se transformara la monarquía como la de Suecia, donde
el rey o reina son casi decorativos, o había quienes creían llegado el momento
de transformar Bélgica en una república. Fue un debate intenso en aquellos
meses.
Atención a los niños
El rey Balduino se aconsejó muy directamente con el cardenal Leo
Josef Suenes, arzobispo de Malinas-Bruselas, primado de
Bélgica, además de otros eclesiásticos, y con el científico mundialmente
conocido por descubrir el origen del mongolismo, Jerome Lejeune, gran defensor de la
vida y hoy en proceso de canonización.
El discurso navideño de 1989, cuatro meses antes de la aprobación
por el Parlamento de la ley del aborto, Balduino recordó en su discurso de fin
de año que «los
niños merecen especial protección y cuidado, y ello incluye los derechos del no
nacido».
El rey Balduino habló con el primer ministro Wilfried Martens,
cristianodemócrata, para encontrar una solución legal con
el fin de que él no tuviera que sancionar la ley abortista. La ley había sido
aprobada por el parlamento y por lo tanto solo faltaba quien la sancionase.
Encontraron la solución en el artículo 82 de la
Constitución belga, que permite declarar “la incapacidad temporal para reinar
del representante de la Corona”, dejando sus poderes en manos del Gobierno. Y
así se hizo. La “incapacidad” de Balduino duró 36 horas.
El rey Balduino de Bélgica volvió al trono tras una votación en el
parlamento de Bélgica el 5 de abril de 1990, con el resultado de 245 votos a
favor, 93 abstenciones, 57 parlamentarios ausentes, y ningún voto en contra.
Caso de conciencia
El rey Balduino no hizo como Enrique IV de Francia, que,
siendo protestante calvinista, como lo había educado su madre, reina de
Navarra, aceptó el trono de la católica Francia. Pronunció, según la leyenda,
la famosa frase: “París bien vale una misa”. O, dicho de otra
manera: conseguir
el poder está por encima de la conciencia.
El rey Balduino sucedió a su padre Leopoldo III, que también
ejerció su “incapacidad” al ocupar los nazis su país, pero no tuvo frente a la
Alemania nazi una actitud ejemplar de rechazo total.
Matrimonio con Fabiola
Le sucedió su hijo Balduino a los 21 años. No se casó
hasta los 30 años (1960) con la aristócrata española Fabiola de Mora y de
Aragón, que compartía con su esposo su catolicismo. No
tuvieron hijos, por lo que al morir el rey Balduino fue
proclamado rey de Bélgica su hermano, Alberto II.
El rey Balduino falleció de un ataque cardíaco en la terraza de su
casa estival, mientras veraneaba con su familia en la finca que había comprado
en Motril (Málaga,
España). Era el 31 de julio de 1993. Había cumplido 62 años,
pero su reinado duró 42 años. Era el quinto rey de Bélgica y pertenecía a la
misma casa de la monarquía británica: Casa de Sajonia-Coburgo-Gotha.
La noticia sacudió a todo el mundo dada la popularidad y la repentina
muerte de un rey querido, un Rey joven todavía. Su cuerpo fue
hallado por la propia reina Fabiola, quien notó que su marido
no había acudido a la llamada del almuerzo. En Bruselas se celebraron unos
funerales de Estado muy solemnes.
Un rey amado
El rey Balduino fue muy querido por su
pueblo, tanto los valones (francófonos) como los flamencos. Su padre
Leopoldo III decía que en realidad son dos pueblos unidos por la corona.
Su firmeza en la defensa de su conciencia religiosa mereció un
gran elogio por parte del papa Juan Pablo II, en una
visita a Bélgica, en 1994. El Papa alabó «su firme defensa de la vida del niño
que va a nacer». Visitó la cripta real de Laeken, donde reposan los restos
mortales del rey Balduino. La reina Fabiola escuchó de pie las palabras de Juan
Pablo II. El
Papa viajó a Bélgica para beatificar al padre Damián de Molokai,
apóstol de los leprosos.
Del rey Balduino y de su esposa la reina Fabiola se ha escrito
mucho, pero destacan un capítulo de la serie televisiva Lazos de
Sangre de RTVE, que relata la vida de los reyes compartiendo
con sus sobrinos y parientes los juegos, las alegrías, en un todo íntimo y
entrañable.
También está el libro El Rey Balduino. El legado de una vida,
escrito por el cardenal J. L. Puentes. En este libro el cardenal afirma que «el
secreto de la vida de Balduino residió en la profundidad de su vida espiritual,
de su unión con Dios, vivida día a día y traducida en gestos cotidianos de
servicio a los demás».
Fue un Rey feliz
El libro destaca su profunda devoción a la Virgen María.
Balduino decía, según el libro:
“Ser hijo de Dios, hija de Dios, significa que hay
algo verdaderamente divino en mí, en ti, en cada uno. ¡Es una auténtica locura!
Si eso es cierto, hay comportamientos que tienen que cambiar en nosotros. Soy
hijo de Dios, ya no tengo derecho a no estar alegre, a criticar, a quejarme a
no tratar a todos con respeto infinito sabiendo que el otro es también es hijo
de Dios, aunque él lo ignore. Mi actitud debería revelárselo”.
El libro destaca que la entrada de Fabiola en su existencia fue
motivo ulterior para reconocer y agradecer ese amor de Dios sobre él:
“Casi todos los días -decía el rey Balduino– desde
entonces, veo en mi vida signos palpables del Amor de Dios. Fabiola ha sido y
sigue siendo uno de los más destacados. Algunas raras veces me he preguntado si
todo esto no era demasiado bello para ser verdad, y si no sería fruto de mi
imaginación, como un cuento de hadas que nada tuviera que ver con la dura
realidad”.
Después de su
muerte, muchos consideraron que podría ser canonizado por la Iglesia, como lo
fueron san Luis de Francia y de Fernando III el Santo, Rey de Castilla
(España). Se inició la causa, pero falta el milagro.
Salvador
Aragonés
Fuente:
Aleteia