¿Cómo se une la vocación de monje con el oficio de chef y la psicología? El hermano Juan Diego del Niño Jesús, un monje colombiano del siglo XXI, lo hace en medio de su apostolado para la consolación de almas
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Hno. Juan Diego del Niño Jesús. Dominio público |
Si se trata, además, de un monje de
clausura, la situación es aún más curiosa. Esa fue la realidad
del hermano Juan
Diego del Niño Jesús durante sus estudios de psicología en
la Universidad
Luis Amigó de Colombia.
Mientras contaba su historia a Aleteia, este monje del siglo XXI aseguró que nunca había creído en la psicología, pero sentía que algo hacía falta en su apostolado para fortalecer el acompañamiento espiritual, y la vocación de consolación y acogida de las almas que caracteriza a su comunidad, los Hermanos Contemplativos del Carmelo.
«Yo hice votos perpetuos
como monje porque no sentí el llamado al sacerdocio, y como parte de mi misión
doy acompañamiento a quienes acuden a nuestro monasterio, ante sus necesidades
espirituales. Sin embargo, sabía que quería hacerlo de una manera diferente.
Fue entonces cuando el Señor me regaló la luz para integrar la espiritualidad y
la psicología», dijo.
Esa claridad la tuvo
estando en el Monasterio
de Santa Teresa de Ávila (España), después de pedir de
rodillas iluminación para su vocación: «Saliendo de allí nos encontramos a un
sacerdote que nos preguntó ‘¿Están visitando a la santa más humana?’. Efectivamente
fue muy humana y ahí supe que quería ser un ‘monje humano’, fue entonces cuando
se me vino a la cabeza la psicología».
Con el apoyo de su prior y
la comunidad encontró la mejor opción, una universidad virtual en la que
solamente debía asistir los sábados a clases presenciales. Esos días
cambiaba la oración, el silencio y la soledad de su monasterio por los
trayectos en metro, el ruido de los estudiantes, además de algunas burlas y
críticas.
Durante su carrera compartió con varios ateos, con otros que le manifestaban estar peleados con la Iglesia, pero la mayoría lo respetaban y lo querían. Ese gran retro de unirse al ritmo que vivían sus compañeros terminó siendo para el consagrado una ganancia a nivel personal y de su fe.
El hermano Juan Diego del
Niño Jesús se acaba de graduar después de cinco años de «sacrificio
fecundo» que marcaron su vida. «La psicología en mi
vocación religiosa se convierte en un llamado dentro del llamado, como decía la
madre Teresa de Calcuta. Con ella puedo favorecer los procesos personales para
que tengan un encuentro con el Señor desde la sanidad de sus vidas. Una persona
con buena salud mental va a estar más dispuesta a encontrar a Dios».
Son muchas las anécdotas
que guarda de su paso por la Universidad
Luis Amigó, como cuando se acercó al psicoanálisis
de Freud, quien tuvo una postura muy atea, y resultó ser de las materias que
más le gustaron. Sin embargo, los temas complejos y las actitudes de algunos
profesores que eran duros con él, nunca le afectaron.
«Yo
siempre pensaba que estaba ahí para cumplir el sueño a Dios, porque Él quiere
que los hospitales para el alma de mi comunidad tengan más herramientas de
consolación».
Lo que representa este paso en su vida queda demostrado constantemente, como cuando escuchaba a un hombre de 35 que quería entregarse a Dios de manera distinta pero cuando hablaba de su padre lloraba sin consuelo. «Supe que había un gran dolor en su alma y debía sanarlo antes de avanzar en su relación con Dios. Una vez identificó y sanó los asuntos inconclusos en la relación con su padre, pudo asumir radicalmente su fe».
El hermano Juan Diego del
Niño Jesús es chef de profesión, heredó la pasión por la
cocina de su abuela y su tía, a quienes ayudaba con las cenas navideñas, y eso
lo llevó a estudiar gastronomía. Pensaba que tenía el futuro claro hasta cuando
hizo prácticas en un hotel de los Carmelitas Descalzos. «Conocí de
cerca la vida de esa comunidad y sentí el llamado de Dios, supe que quería
vivir un noviciado eterno», contó a Aleteia.
Fue así como hace ocho años y medio –a pesar de lo difícil que fue al principio para su mamá por ser único y muy mimado– ingresó a los Hermanos Contemplativos del Carmelo, una congregación de clausura monástica que por esa época nacía en Colombia. Esto quiere decir que no están totalmente aislados y tienen espacios de acogida; ellos lo hacen especialmente los domingos cuando decenas de personas asisten a la misa y compran almuerzos y productos que allí elaboran para su sostenimiento. Allí el aporte del hermano Juan, como chef, es fundamental.
También cuentan con algunas habitaciones para ofrecer hospitalidad a quienes deseen hacer retiros espirituales individuales.
Con los conocimientos adquiridos en la universidad, el hermano Juan Diego va a reforzar la ayuda que brinda su comunidad y lograr más frutos espirituales, porque sabe que estudió una carrera para el servicio de las almas.
Lucía Chamat
Fuente: Aleteia Colombia