“Necesitamos sacerdotes que ardan por el deseo de llevar el Evangelio a las calles del mundo, a los barrios y a los hogares, especialmente a los lugares más pobres y olvidados”
Papa Francisco con el Seminario Pontificio Lombardo. Foto: Vatican Media |
Al comienzo de su discurso, el Santo Padre recordó el aniversario de los
100 años de la elección de Pío XI, uno “de los primeros alumnos del
seminario”.
“De estas raíces ligadas a Pío XI tratemos de sacar alguna inspiración: no
para cultivar la nostalgia del pasado y cerrarnos a la novedad del Espíritu,
que nos invita a vivir el hoy, sino trazando signos proféticos para su
ministerio y su misión, particularmente al servicio de la Iglesia”,
explicó.
Corazones abiertos, compasivos y misericordiosos
A continuación, el Papa Francisco animó a los sacerdotes a “salir al
exterior” al igual que lo hizo Pío XI, quien tras ser elegido Pontífice,
impartió la bendición Urbi et Orbi desde el edificio de la Loggia exterior, y
no desde el interior como se había hecho anteriormente.
“No nos quedemos atrincherados en la sacristía y cultivemos pequeños grupos
cerrados en los que podamos quedarnos y estar tranquilos. Hay un mundo
que espera el Evangelio, y el Señor quiere que sus pastores se conformen en
torno a Él, llevando en su corazón y sobre sus hombros las expectativas y las
cargas del rebaño. Corazones abiertos, compasivos y misericordiosos”,
les pidió el Santo Padre.
El Papa Francisco recordó a los miembros del Seminario Lombardo que “Dios
nunca se cansa de perdonar” y que “somos nosotros los que nos cansamos de pedir
perdón, pero Él nunca se cansa de perdonar”.
“Corazones abiertos, compasivos, misericordiosos, como decía, y manos
trabajadoras y generosas que se ensucian y se lastiman por amor, como las de
Jesús en la Cruz. Así, el ministerio se convierte en una bendición de Dios para
el mundo”, afirmó el Santo Padre.
“Necesitamos el testimonio de la vida: ser sacerdotes que ardan por el
deseo de llevar el Evangelio a las calles del mundo, a los barrios y a los
hogares, especialmente a los lugares más pobres y olvidados”, dijo a
continuación.
¿Qué cosa puedo ofrecer al Señor?
El Papa también invitó a los seminaristas a preguntarse qué podían ofrecer
al Señor, “una pregunta que abre el corazón a la disponibilidad y al
servicio”.
“Hay todo un mundo sediento de Cristo. Sed pastores del rebaño, y no
peones de los ‘mejores’. Os exhorto a cultivar con entusiasmo en estos años y
en esta ciudad, en la dimensión universal de Roma y de Lombardía, un corazón
abierto, un corazón dispuesto, un corazón misionero”.
Reparadores de las desigualdades
El Santo Padre también recordó durante su discurso las palabras de Pío XI
en la carta encíclica Quadragesimo anno, unas palabras “escritas hace casi un
siglo, pero que siguen siendo actuales”.
“Qué cierto y qué trágico es esto ahora, cuando la brecha entre los
pocos ricos y los muchos pobres es cada vez mayor”, lamentó el Papa
Francisco.
Ante esta situación, el Pontífice les animó a ser “tejedores de comunión,
reparadores de las desigualdades, pastores atentos a los signos de sufrimiento
del pueblo. Incluso a través de los conocimientos que están adquiriendo, sed
competentes y valientes a la hora de elevar palabras proféticas en nombre de
los que no tienen voz”.
POR ALMUDENA MARTÍNEZ-BORDIÚ
Fuente: ACI