La Biblia te recuerda lo importante que eres para Dios y cuánto anhela que pases tu eternidad a su lado
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Seguro te ha ocurrido alguna vez, de pronto te inunda un amor que no es de este mundo y sabes que es Él, Jesús que pasa y te abraza y te dice: ¨Gracias por ser mi amigo”.
Es lo que me ocurre en este momento mientras te escribo. La ternura de
Jesús te inunda y te estremece el alma.
Te llenas de un amor que no es de este mundo, y lo sabes por la empatía,
bondad y amor que te llega a raudales.
Cada vez que Jesús pasa y toca mi
alma, desde el Sagrario, me quedo inmóvil, imaginando que me
ve y me sonríe.
Me parece que puedo verlo en toda su Majestad, resplandeciente,
mostrándome sus llagas en silencio, como diciendo: “Son por ti, Claudio, por todos
mis hermanos”.
Él te ayudará
Él está allí, VIVO, prisionero
de Amor, esperando que lo visites para llenarte con gracias abundantes, y
fortalecerte, de manera que puedas enfrentar las dificultades cotidianas. He
visto con mis ojos milagros y eventos extraordinarios a la luz del Sagrario.
Y no me cansaré nunca de decirle a cuantos pueda:
“Ve al
Sagrario, allí te espera Jesús. Cuéntale tus cosas, es un gran amigo y Él te
ayudara. Te lo garantizo”.
En esos momentos extraordinarios de gran riqueza espiritual, sabes
que Jesús ha depositado en ti su confianza.
Te pide que seas un espejo (no importa
qué tan defectuoso) de su amor infinito.
Una carta de amor muy larga
Leo el
Evangelio y es como si Jesús te hablara. Por eso invito a los católicos en mis
escritos a leer la Biblia.
Para mí es una extensa carta
de amor, en la que te recuerda lo importante que eres para Dios y cuánto anhela
que pases tu eternidad, una maravillosa eternidad, en el Paraíso, a su lado.
«En la casa de
mi Padre hay muchas mansiones; si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos
un lugar. Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os
tomaré conmigo, para
que donde esté yo estéis también vosotros”.
Juan 14
Nada podrá separarte del amor de
Dios
San Pablo lo
comprendió muy bien, al punto que en su epístola a los Romanos (8) nos comparte
estas palabras extraordinarias que traspasan el alma y te ayudan a ver y
comprender la verdad. Léelas despacio:
«Pues estoy seguro de que ni la muerte ni la vida
ni los ángeles ni los principados ni lo presente ni lo futuro ni las potestades
ni la altura ni
la profundidad ni otra criatura alguna podrá separarnos del amor de Dios
manifestado en Cristo Jesús Señor nuestro”.
En lo que a mí respecta, no tengo la menor
duda de su presencia real en el sagrario. Y cada vez que voy le digo: “Te
quiero Jesús”.
¿Me permites pedirte un favor? Cuando vayas a ver a Jesús en el sagrario de tu
parroquia dile: “Claudio te manda saludos”.
Dios te bendiga amable lector de Aleteia.
Reza por nosotros.
Claudio de
Castro
Fuente: Aleteia