María de Fátima es hoy una joven madre, esposa y bloguera católica, provida y pro familia
María de Fátima. Dominio público |
Esta es la historia de una joven llamada María, criada en una
familia de origen protestante, que se aficionó a la brujería, llegó a ser miembro de una secta neopagana, se declaró
homosexual y militó en el movimiento LGTB y el feminismo ideologizado.
Pero hoy, con con 24 años, está felizmente casada, es católica
convencida y devota, defiende la vida y la familia y cuenta en su blog cómo
se operó esta transformación en su vida.
A los 12
años en la brujería y el New Age
María nació en 1999 y se crio en una familia de origen
protestante. A los 9 años ya se interesaba en temas como el yoga y la brujería, influida,
dice ella, por las series infantiles que veía.
En su escuela, de cariz protestante, trataron de persuadirla
diciéndole que “como cristianos, debían evitarlo”. Pero aquello solo reforzó su
interés.
“Comencé a ver más programas sobre brujería. Tenía tanta
curiosidad que comencé a
investigar la Wicca y a identificarme como una wiccana en privado”,
relata, en referencia a esta corriente neopagana nacida en los años 50. “En el
fondo sabía que estaba mal y me avergonzaba”.
Por entonces tenía 12 años y había abandonado “lo que pensaba que era el cristianismo”,
no solo por su incompatibilidad con sus crecientes creencias, sino también por
razones sexuales.
Del colectivo LGTB al
feminismo y el socialismo
“Comencé a definirme como bisexual”, pero “en 2011 la
homosexualidad, bisexualidad y lo transgénero se empezaron a promocionar tanto
en los medios que me resultaba difícil etiquetarme. Estuve pasando de considerarme bisexual a lesbiana y viceversa
durante años”.
Tuvo su
primera novia con 13 años. “Nadie en nuestra familia nos dijo que lo que
estábamos haciendo estaba mal”, explica.
“Una vez 'fuera del armario', eso se convirtió en una parte muy importante de mi
identidad. Tenía camisetas, lo publiqué en mi Facebook, llegué a ser
presidente del club pro-gay de mi escuela con 14 años y celebré la legalización
del `matrimonio´ gay”.
Pasado el tiempo, confiesa que “convertirlo en algo tan importante
era una forma de compensar
en exceso el hecho de que mi conciencia estaba muy resentida”.
Los comentarios de sus profesores cristianos sobre la brujería aún
resonaban en ella. “A
los 14 años dejé la Wicca. No podía dejar de lado lo que me dijo mi
maestra”.
Sin embargo, creció su implicación en la ideología gay, el aborto, el feminismo e incluso el
socialismo.
La Virgen de Guadalupe en las
telenovelas
Una de sus pasiones, el estudio del español, le llevó a
replantearse muchas de sus convicciones.
Con 16 años, María asistió a su primera misa y capturó su interés.
“Comencé a investigar para comprender lo que había visto. A través
del estudio y de la gracia de Dios vi que [la fe católica] era la verdad. El 7 de octubre
de 2015, a los 16 años, me convertí al catolicismo”.
Quería vivir la fe, pero solo
había una forma: "Todo o nada"
A la joven le atraía el catolicismo pero eso implicaba cambiar de
vida y de valores. “Me di cuenta de que en el catolicismo era todo o nada, y me encontré con un
dilema: yo tenía novia”.
“Ella sabía que quería convertirme, pero también quería estar con
ella”, confiesa. “Recé mucho por este tema. Un día, con 17 años, ella me envió
un mensaje diciéndome que quería
romper nuestra relación. Supe que era una respuesta a mis oraciones y
desde ese día, me dije que nunca volvería a salir con una chica y me comprometí plenamente con
Jesucristo”.
Desde que tomó esa decisión, se dedicó incansablemente a
profundizar en la fe y empezó a conocer nuevos amigos católicos a través
de redes sociales.
Pronto escuchó
hablar sobre la misa tradicional. “Fui durante las vacaciones de 2017.
Estaba confundida, era más
bello de lo que había imaginado. Sabía que había algo ahí, y me comprometí
a ir cada vez que me fuese de vacaciones”.
En marzo de 2018, con 19 años, María recibió su Primera Comunión y
el sacramento de la confirmación. Entraba así plenamente en la Iglesia
Católica.
Para entonces, “estaba enamorada de la Misa tradicional” y se
prometió frecuentarla cada semana.
Sin miedo a la agenda
feminista
Como católica, cambió su forma de ver muchos temas. “El primer
problema [una vez convertida] fue el aborto. Yo era
pro-elección, porque nunca pensé en lo que era de verdad el aborto. Una vez me di cuenta de lo que
implicaba y de que acababa con la vida de un ser humano, me convertí en provida”.
Un amigo le invitó a un rosario por
la familia y
el matrimonio. “Fue increíble rezar
el rosario en público con otras personas”. Era algo que “nunca antes habría
hecho”.
Allí conoció al que hoy es su marido. “Dos días después comenzamos
oficialmente nuestro noviazgo. Exactamente un año después, en nuestro primer
aniversario, nos comprometimos”.
La noticia, explica, no fue bien recibida por algunas personas. “Me ridiculizaron, me dijeron que
no debía casarme tan pronto –tenía 22 años cuando lo hizo– o tener
muchos hijos, argumentos propios de la agenda feminista”, explica.
Una familia bendecida por su
confianza en Dios
Lejos de asustarse, María puso toda su confianza en la fe. “Él nos bendecirá y
proveerá si lo seguimos y guardamos sus caminos”, expresa. “No voy a
caer en el miedo promovido por el feminismo, porque sirvo a un Señor bondadoso,
cuyos caminos son perfectos”.
María y su marido celebraron su boda por el rito tradicional de la
Iglesia, el primer sábado de junio de 2021. Pocas semanas después, anunciaron
el próximo nacimiento de
su primera hija, a quien llamarán Marianna.
“Ahora que tengo esta preciosa hija, veo que Dios quiere que use mi historia de
conversión para enseñarle a ella (y a sus futuras hermanitas, si nos
bendice con más niñas) y para transmitir lo que Él me ha mostrado”, menciona.
María concluye recordando que su historia le recuerda cada día “la
bondad, fidelidad, misericordia y el perdón de Dios”.
“Cuando la gente me pregunta como sucedió, les remito a Jesucristo y al rosario, no podría haber hecho esto sola. El cambio no fue mío”, añade. “Fue la gracia”.
J.
M. Carrera
Fuente: ReL