Rosa María Ramírez Montero. Estudió auxiliar de clínica, técnico en emergencias sanitarias y su especialidad es acompañar a los enfermos terminales. Aunque durante más de 13 años se dedicó a trabajar como quiromasajista y ya se metió de lleno en todas las terapias alternativas y cayó en el reiki.
![]() |
Dominio público |
Desempeña varias labores de servicio, acompañando a personas
mayores que se encuentran solas, alentando a los jóvenes, formando a los niños
y allí donde se le requiere.
¿En qué momento
de su vida se alejó de Dios?
Entre los 12 y 18
años cantaba en la Coral del Carmen de Jerez e iba junto con mis hermanos a
misa diaria. Luego pasé al lado contrario, tras entrar en otro instituto, mis
padres se separan y empiezo a alejarme a pasos de gigante de Dios, de la
Iglesia y de la Coral. A entrar en edad “tonta”, si no tienes una buena raíz,
te olvidas de Dios y el mundo absorbe.
¿Cómo fue cayendo en el reiki incluso hasta hacerlo
una forma de vida?
Tras
la muerte repentina de mi hermano en un accidente de tráfico, empecé a tener ataques
continuos de ansiedad y depresión. Me sentía sola e incomprendida, pero a la
vez nunca pedía ayuda, siempre decía: “no necesito a nadie”. Y eso, me hacía
más daño y me hundía más.
Como mi trabajo era dar masajes, tras oír hablar
del reiki, pensé: “esto es maravilloso”, pensando que ayudaba a todo el mundo.
Empecé a hacer cursos para formarme hasta llegar a la maestría. Hice talleres,
retiros de todas las terapias alternativas que salían y así fue como mi vida
fue cambiando. Incluso convertí mi casa en un templo budista.
¿Cuándo empezó a
intuir que estaba viviendo una mentira?
Cuando me inicié
en primer grado de reiki en el 2004, tuve una experiencia en la cual pasé mucho
miedo. Se me presentó un ser, que al principio pensé que era un ángel, pero no
era así, diciéndome: Dios no está contigo.
Y yo en vez de
salir corriendo y dejar todas estas terapias, me metí más de cabeza en todas,
pensando que así sanaría mis heridas, miedos y complejos.
Impartiendo las
clases de yoga, leí libros en los cuales hablaba de un tal Jesús de Nazaret,
pero como un simple maestro, eso empecé a verlo raro. A la vez, tenía más y más
visiones de unos seres que venían de noche, pasaba mucho miedo, y cada vez iba
la cosa a peor. No se lo contaba a nadie por miedo a que me tachasen de loca.
¿Cuándo empezó a cambiar la cosa?
El que había sido
mi primer maestro de reiki en el 2015 me llamó y me dijo: Rosa, hemos estado
haciendo el mal pensando que ayudábamos a la gente. Quedamos para hablar en
persona y ahí conocí a una ex maestra de yoga y me preguntó:
¿Tú ves cosas
verdad? Empecé a llorar y le conté todo lo que me estaba pasando durante tanto
tiempo. Mi madre en más de una ocasión me aconsejaba hablar con algún
sacerdote, pero mi orgullo y soberbia no me permitía entrar ni en una Iglesia.
¿Cómo fue el momento de su conversión?
Como pasaba tanto
miedo empecé a acordarme de mi adolescencia en la Coral, así que comencé a
rezar el rosario y cuanto más rezaba más paz sentía en mi alma.
En abril del 2016
Juan, el que fue mi maestro de reiki, dio su primera conferencia sobre new age
y peligros que acechan nuestra fe. Esa conferencia me abrió los ojos. Dejé de
practicar todas las terapias y hablé con un sacerdote que me dio una oración de
liberación y tras hacerla durante nueve días, me llevó a un retiro y ahí fue
cuando tuve mi encuentro personal con Dios.
¿Qué experimentó rezando a solas ante Jesús Sacramentado?
En el retiro, por
primera vez en mi vida o al menos antes nunca había sido consciente, me siento
frente a Él. Me pusieron sobre los hombros el manto de la Virgen de Guadalupe,
y me dijeron este consejo: “dile al Señor que le abres tu corazón”. Al
principio le reté e incluso falté al respeto a Jesús Sacramentado, pasado unos
minutos, empecé a sentir un calor muy agradable que me iba invadiendo, le dije:
vale, como dicen aquí, te abro mi corazón. Fue decirlo y notar como una cascada
de aire entraba con gran fuerza desde mi cabeza hasta mi corazón, empecé a
sentir el dolor de mis pecados, no podía parar de llorar, lo miré, le pedí
perdón y me moría de vergüenza por tantas y tantas cosas… Yo sentía que no me
iba a perdonar, pero alguien (que a día de hoy sigo sin saber quién fue, se me
acercó y me dijo al oído, tranquila, Él lo perdona todo).
Nunca podré
expresar bien con palabras todo lo que experimenté, cuanto amor, y como a
cabezona no me gana nadie, le pedí otra prueba al Señor.
Durante el retiro
se hizo una actividad, y ahí sentí como Él me dio lo que le había pedido en la
prueba. Él como siempre, con su gran generosidad y misericordia, volvió a
colmarme de atenciones. Empecé a sentirme la mujer más amada del mundo y vi
como se llenaba ese vacío que siempre había sentido en mi corazón y que
intentaba rellenarlo con todo y con nada podía. En ese sábado, 23 de abril del
2016, mi alma se colmó de amor de Dios para siempre.
¿Por
qué decidió entregarse
por completo a Dios?
Cuando te
sientes tan tan amada, Él te va conquistando, es un auténtico caballero. Y yo,
quería devolverle, aunque sea con un amor pobre, todo lo que ha hecho y sigue
haciendo por mí.
¿Cómo ha sido el proceso de discernimiento para ver
donde le quería el Señor?
Tras hacer el retiro, salí siendo otra Rosa, completamente distinta, ya era del Señor, no
tenía miedo, ni vergüenza y como he comentado anteriormente, me sentía la más
amada del mundo. Quería gritar a todos: “me he encontrado con Dios, me ama y
soy feliz”.
A todos les iba contando mi testimonio y le dije
a un sacerdote: “quiero ser monja”, él me preguntó: ¿de dónde? y yo contestaba
que da igual, que solo quería estar con Él.
Me explicó que eso había que ir mirando, y
durante mucho mucho tiempo y acompañada por mi director espiritual, iba viendo
dónde ir, pero no me veía en ninguno y eso me agobiaba muchísimo.
Rezaba y le decía: Señor, soy tuya, pero no sé
dónde encajo, ¿dónde me quieres?
Con el paso de los años, en los momentos de
oración personal, en retiros de silencio, Él me iba llevando poco a poco, así
fue como descubrí la vocación de El Ordo Virginum o El Orden de las vírgenes
consagradas.
¿Qué supuso
para usted descubrir la vocación de
virgen consagrada?
Lo descubrí “de
casualidad”, vi en internet el testimonio de una virgen consagrada en San
Sebastián. Me quedé alucinada, ya que coincidíamos en muchísimas cosas. Al día
siguiente me fui de retiro a un monasterio y allí mientras hacía la oración
personal apareció esta chica de San Sebastián, mis ojos no daban crédito.
Le llamé por su
nombre, María, y ella me dijo: ¿nos conocemos? Me disculpé diciendo: no, pero
anoche te vi en Internet y estoy aquí para saber si el Señor quiere que sea
como tú. Ella emocionada, me dijo: rezaré.
Al terminar la
misa ese día, me retire a mi celda del monasterio, allí seguí rezando y
pidiendo ayuda al Señor. La lectura que se me venía a la cabeza era parábola de
las diez vírgenes necias y prudentes.
¿Cómo se fue concretando esa vocación?
Al salir
del monasterio, lo tenía por fin tan tan claro, que le escribí a Monseñor Rico
Pavés, obispo recién llegado a mi diócesis. Y así empezó el proceso de
discernimiento e ir preparándome para la Consagración que fue el domingo 11 de
Junio de 2023, día del Corpus Christi.
¿Qué es
lo que hace ahora en un día normal
de servicio en la Iglesia?
Desde rezar la
liturgia de las horas, el santo rosario, la misa y la adoración diaria me
dedico a acompañar a personas mayores en sus momentos de soledad, a compartir
con jóvenes el testimonio y escucharles y a estar con lo más pequeños
enseñándoles a rezar en la parroquia. Y por supuesto, servir donde se necesite
en la diócesis Asidonia-Jerez.
Por Javier Navascués
Fuente: InfoCatólica