Al hilo del lema de este año del Domund, “Cuenta lo que has visto y oído”, Coll ha destacado que “es importante vivir y tener experiencias, y contar lo que vivimos, vemos y oímos, por eso la misión es imprescindible en la Iglesia
José Luis Coll lleva once años como misionero en el Amazonas peruano |
En
declaraciones a la agencia católica Avan, Coll asegura que “los misioneros además de
evangelizar también dignificamos la vida de tantas personas que
sobreviven e intentamos aportar en sus vidas un motor que les ayude a alzar el
vuelo: la esperanza”.
Este
misionero, natural de Onteniente lleva once años en Contamana, capital de
Ucayali, una de las dos provincias que conforman el Vicariato Apostólico de
Requena, con el que la diócesis de Valencia tiene un compromiso misionero desde
hace cuatro años.
En
la actualidad, la parroquia regida por el misionero franciscano en Contamana ha
reanudado el proyecto de construcción de viviendas para familias sin recursos,
paralizado desde que empezó la pandemia, con ayuda de la asociación Amigos de
la Misión “que ha financiado la construcción de casas para ocho parejas jóvenes
con niños”, ha señalado. Este proyecto “es muy importante porque no sólo se
trata de construir una casa: la
iniciativa supone construir un hogar, transmitir a estas familias la
preocupación por la familia y por sus hijos y, por extensión, conlleva
dignificar la vida, y eso también es evangelizar”, ha matizado el misionero.
De
igual manera, en la parroquia Coll ha comenzado la reactivación de la pastoral
y la reanudación de talleres, entre ellos, uno nuevo de “fortalecimiento físico, psicológico
y espiritual para personas que han padecido Covid-19 y tienen secuelas”. Igualmente,
se han puesto en marcha los talleres para mujeres en situación de especial
vulnerabilidad, “como el de cocina y repostería, que les permite vender lo que
producen y aportar en su economía familiar, el de corte y confección y
manualidades”.
Al
hilo del lema de este año del Domund, “Cuenta lo que has visto y oído”, Coll ha
destacado que “es importante vivir y tener experiencias, y contar lo que
vivimos, vemos y oímos, por eso la misión es imprescindible en la Iglesia,
porque es estar en contacto con los más vulnerables, pobres y rotos, que son
los preferidos de Jesús”. “A
los misioneros nos mueve la pasión por Jesús y por el hombre, por el prójimo,
por los olvidados. Y la Amazonía ha sido muy olvidada, aunque se haya
celebrado un Sínodo sobre ella. Somos pocos misioneros en nuestro Vicariato y
sin presencia no hay misión”, ha explicado.
Al comenzar a extenderse el virus del Covid-19 en China y parte de Europa, “en esta región, incluso en todo Perú, existía la creencia de que no llegaría porque con el calor no se extendería. Pero, sí, llegó y vivimos momentos muy duros, de angustia y pánico porque no había medicinas”, ha comentado el misionero. José Luis Coll se contagió este año, el pasado 7 de marzo, “tras estar en contacto con una compañera misionera, que ya lo padecía sin saberlo.
Estuve en casa unos 10 días y me atendieron vía telefónica pero empeoré y tuve
que ingresar justo cuando falleció mi compañera misionera”, ha precisado.
Aunque en un principio no quería abandonar su casa “porque muchas personas a mi alrededor enfermaban sin apenas
recursos” finalmente ingresó en un hospital de Lima por la gravedad de
su situación. Tal y como ha asegurado el misionero, agradece todo lo vivido
porque “durante mi enfermedad recibí mucha bendición en medio de tanta pobreza
y debilidad”.
Para ayudar a los
misioneros a través del Domund pincha aquí.
Fuente: ReL