Manifiesta tu grandeza
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Dominicas de Lerma |
El otro día
estaba cocinando con la ventana abierta por el calor. Mientras removía el
sofrito y echaba los macarrones al agua vi como una sombra por detrás de mí que
me hizo darme la vuelta: era un petirrojo sobrevolando de encimera a encimera,
seguramente buscando algo de comida.
Qué lanzados
son estos pajarillos, no nos tienen ningún miedo. Pero, claro, con mis intentos
de ayudarle a salir por la ventana, se esfumó a la habitación de al lado. Y
ahí, él veía claramente la luz, e intentaba salir por la ventana, pero, claro,
lo que con sus limitados ojos no veía es que aquella ventana estaba cerrada.
El pobre lo
intentaba y no lo conseguía, hasta que me pude acercar y abrírsela para que
pudiera salir y volar libremente.
No es la
primera vez que nos pasa, y siempre me llama la atención lo mismo: ellos ven la
luz; sin embargo, su limitación les impide ver el cristal de la ventana.
Me recordaba a
aquella cita de San Pablo: “Querer hacer lo bueno lo tengo a mi alcance, mas no
el realizarlo” (Rm 7). Y rápidamente me llevaba a aquella otra: “Te basta mi
Gracia, la fuerza se realiza en la debilidad” (2 Co 12).
Y es que, al
contemplar aquello, vislumbraba cómo a todos nos sucede como a aquel pajarillo
en alguna ocasión: que vemos la luz, vemos lo buenos que nos gustaría ser, las
cosas que nos gustaría poder hacer, o la libertad que necesitaríamos alcanzar;
sin embargo, por más intentos que hagamos, experimentamos también que no
podemos…
Y es que,
mientras vivamos aquí en la tierra, el Señor no nos quita la debilidad, como
tampoco se la quitó a Pablo: siempre tendremos alguna limitación que nos pone
en nuestra realidad. Pero al ver lo sucedido con aquel pájaro me di cuenta de
que lo que hace Cristo con nosotros es muchísimo mejor, Él no hace que el
pájaro vea el cristal para que se dé cuenta de que ahí solo se va a golpear,
sino que le abre la ventana para que pueda volar. Y así hace con nosotros: no
nos quita nuestra limitación, sino que es Él quien ha querido salvarnos
abriéndonos la ventana para que pudiéramos volar libremente.
Hoy el reto del
amor es amar tu pequeñez, y ponerte a los pies del Señor para que derrame Su
Gracia. Él abrirá la ventana para que esa debilidad no te mantenga encerrado,
para que puedas sentir la liberación de Cristo, para que puedas experimentar su
Amor y que en tu debilidad se manifiesta Su Grandeza.
VIVE DE CRISTO
¡Feliz día!
Fuente:
Dominicas de Lerma