“¡Y vio Dios que todo era bueno!”
Iba paseando con una hermana por
la huerta y veíamos que todavía la primavera no ha roto el cerco de frío porque
“un viento fino", como dicen por estas tierras, nos rozaba la cara y las
manos… ¡Pero no, íbamos bien abrigadas!...
Y, a pesar de esto, me di cuenta
de que, según andábamos, aquí y allá se habían abierto unas flores sencillas:
¡las violetas cubriendo el suelo, tan humildes y olorosas!... ¡Los narcisos
blancos y amarillos, meciéndose con el viento que las acaricia!... ¡Las
hortensias de invierno, tan apretadas de flores bellas, que no cabe una más!...
¡Y por fin, los almendros, con su flor tan linda y provocativa, con colores tan
preciosos que no pueden tener más encanto y deleite!... ¡Toda una gama de
hermosura y sencillez!...
Y en la oración veía con asombro:
¡qué gratuitamente nos ofrecen su belleza, sus colores que alegran la vista, su
olor, a veces tan penetrante!... ¡Y ellas saben que son efímeras!: ¡total,
pocos días de estar lozanas!... ¡Pero no se entristecen por ello, aceptan esto,
con el mismo amor con el que fueron creadas por Dios y nos alegran
deleitándonos con su breve vida!... Saben y están contentas de ser criaturas y
por tanto dependientes, ¡pero de un gran Señor: Dios, que las ama!…
En la oración, seguía dando
gracias a Dios por tantas cosas buenas que nos enseña “su pequeña creación”:
amor a lo gratuito, “gratis habéis recibido, dad gratis”; la acogida amorosa de
la voluntad de Dios: “si ahora quieres, Señor, que esté así y aquí, pues
gracias por todo, porque de Ti solo puede salir Amor; el gozo de saber que no
soy autosuficiente, sino dependiente de Ti y de los hermanos”...
¡Todo esto, ofrecido con amor y
por amor, sé que puede hacer feliz a los que me rodean!
Hoy el reto del amor es dar
gracias a Dios por ser criatura pequeña, como estas florecillas, pero muy
amada.
VIVE DE CRISTO
Fuente: Dominicas de Lerma