Recordemos las tres cualidades que debe poseer un seguidor de Cristo y reflexionemos a consciencia si cumplimos con cada una de ellas
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Imagen referencial. Crédito: Unsplash / Mateus Campos |
Con motivo de
la Cuaresma, Gary Zimak, conferencista y autor de diversos libros católicos
sobre ayuda para la vivencia de la fe y la superación de la ansiedad, escribió
en National
Catholic Register algunas pautas para descubrir si realmente podemos
considerarnos seguidores de Cristo.
Zimak animó a
recordar lo que Jesús nos enseña en el Evangelio de Lucas: “Y decía a todos:
‘Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada
día, y sígame’”.
“A primera
vista, [estas tres acciones] no parecen gran cosa. Pero, cuanto más lo pienso,
más incómodo me siento. En un día cualquiera, probablemente cumplo uno o dos de
estos requisitos, pero no los tres ¿Y usted?”, cuestionó Zimak.
A
continuación, recordemos las tres cualidades que debe poseer un seguidor de
Cristo y reflexionemos a consciencia si cumplimos con cada una de ellas.
La Cuaresma es
un tiempo litúrgico propicio para vivir la abnegación, y por ello, seguramente
muchos de nosotros cumplimos con la primera cualidad del seguimiento a Cristo
que es negarse a uno mismo.
En estos
cuarenta días, la Iglesia nos anima a realizar algún tipo de ayuno para
ayudarnos a reconocer que a menudo anteponemos las cosas materiales a nuestra
relación con Dios. El ayuno nos permite unir el sufrimiento resultante, aunque
sea menor, con el sufrimiento de Cristo y además, adquirir el hábito de
controlar nuestras pasiones.
En esencia, es
un “ejercicio muy valioso” que consiste en “privarnos del placer” como una
ayuda para “evitar la tentación del pecado”. Algunas ideas de ayuno son
renunciar a los dulces, reducir el tiempo de Internet u optar por no discutir.
Para Zimak, si
bien este requisito del seguimiento a Cristo es relativamente más fácil de
entender, sí puede resultar más difícil de poner en práctica que la negación a
uno mismo.
Explicó que a
diferencia de la abnegación, que podemos controlar más o menos, aquí hay un
“elemento involuntario” de por medio que es la cruz. “No podemos elegir las
cruces que el Señor nos pide que carguemos y esto puede ser un problema para
alguien como yo, que disfruta tener el control”, dijo.
San Lucas nos
enseña en su evangelio que “todos los días, nos encontraremos con algún tipo de
cruz, o sufrimiento. Puede ser un atasco de tráfico, un compañero de trabajo
molesto, un clima infortunado o una enfermedad grave”, el punto es que se nos
asignará una o más cruces cada día.
Por tanto,
aunque no podamos elegir las cruces, sí podemos decidir si las llevaremos o no.
Entonces, o puedo quejarme, patear y gritar o puedo ofrecerlo. Esa es mi
decisión. Cada vez que tengo éxito, cumplo con cargar mi cruz. Es simple, pero
no necesariamente fácil, dijo.
Según la
experiencia de Zimak, este es el requisito “más desafiante de los tres pasos
que Jesús le pide a sus seguidores”.
“Si somos
totalmente honestos, la mayoría de nosotros no estamos siguiendo al Señor tanto
como nos gustaría pensar. Muy a menudo rechazamos el camino que Él elige para
nosotros porque es desafiante o incómodo. Sin embargo, no entre en pánico,
porque no está solo”, dijo.
Para explicar
por qué no estamos solos, Zimak se refirió a las Sagradas Escrituras, donde se
puede ver con claridad cómo los discípulos de Jesús se enfrentaron a
dificultades similares a las nuestras a la hora de asumir la decisión de seguir
a Cristo.
En el
Evangelio del segundo domingo de Cuaresma, el evangelista Lucas describe
detalles importantes de la actitud de los apóstoles durante la Transfiguración
del Señor.
Zimak recordó
que aquel día, Jesús llevó consigo a sus apóstoles Pedro, Santiago y Juan a la
cima de una montaña para orar. Mientras estaban allí, Jesús se transfiguró y se
mostró en su gloria celestial, y además, conversó con Moisés y Elías sobre el
sufrimiento que tendría que soportar en Jerusalén.
San Pedro,
tras ver semejante anticipo de cómo es el Cielo, expresó su deseo de permanecer
en la montaña. Probablemente, cualquiera habría reaccionado de la misma manera,
pues ¿quién elegiría dejar la felicidad perfecta? Allí, Dios Padre instruyó a
los discípulos para escuchar a Jesús y ellos le obedecieron. Luego, Jesús los
hizo bajar del monte y ellos lo siguieron.
Una vez que
bajaron del monte, Jesús se aseguró de que sus seguidores entendieran lo que se
perdieron mientras dormían. Les dijo que era necesario que Él sufriera y muriera.
“No fue un mensaje fácil, pero fue el plan de Dios”, dijo.
Zimak recordó
que la Biblia indica que pese a que ya estaban despiertos, los discípulos
todavía no entendían el mensaje de Jesús. “Por el contrario, eran tan
egocéntricos y desorientados que discutían sobre cuál de ellos era el más
grande ¿suena familiar esta actitud?”, cuestionó.
Posteriormente,
San Lucas nos muestra el punto de inflexión más crítico en la misión de Cristo,
que es cuando “decidió resueltamente viajar a Jerusalén”. En este pasaje
bíblico, la actitud de los apóstoles una vez más nos cuestiona sobre nuestro
seguimiento a Jesús.
“En un
lenguaje sencillo, aquí Jesús tomó la decisión deliberada de dirigirse hacia Su
pasión y muerte. Poco después de eso, se encontró con varios hombres que
deseaban seguirlo. La mayoría de ellos se excusaron y suplicaron que no era el
momento adecuado para ellos. No estaban preparados para seguir el camino que
Cristo estaba a punto de recorrer”, recordó.
A medida que
avanzamos en el camino de la Cuaresma, cada persona debe tomar la misma
decisión. Si optamos por seguir a Cristo, no siempre será fácil ¿Estás
dispuesto a seguir a Jesús donde sea que Él te lleve o solo si te sientes
bien?, cuestionó Zimak.
“Antes de
responder, tenga en cuenta que no hay garantía de que uno vuelva a experimentar
otra Cuaresma. Ahora es el momento de tomar una decisión ¿Cuál es tu
decisión?”, agregó.
Al respecto,
Zimak recordó lo que dijo Jesús según el evangelio de San Lucas: “‘De cierto,
de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas adonde querías; mas
cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará
adonde no quieras’. Esto dijo, dando a entender con qué muerte había de
glorificar a Dios. Y dicho esto, añadió: ‘Sígueme’”.
Fuente: ACI
Prensa