![]() |
Cortesía |
Es científica y de esas personas que trabajan en ‘cosas’ que
nuestra cabeza ingenua -por lo menos la mía de periodista- no puede llegar a
entender. Y además, aunque pueda parecer menos importante, creció en una
familia creyente. Puede parecer algo minúsculo… pero no es
el caso.
“Desde muy pequeña me inculcaron los
valores cristianos. Sobre todo fue con mi madre. Con ella iba a misa, a
catequesis y también participaba como voluntaria en Caritas parroquial. Allí
pude ver desde muy joven las diferentes realidades de muchas familias y esto me
ayudó a seguir creciendo en la fe y en el servicio a los demás”.
El encuentro con Dios que cambió su vida
En primer lugar Mari Carmen vivió la fe en su casa. Pero su
experiencia fue más allá de su familia:
“Para mí fueron muy importante los
encuentros, viajes… con otros jóvenes creyentes. Sobre todo en mi etapa
universitaria”.
Y la fe heredada siempre puede estar ahí. Pero la vida cambia por
completo cuando te encuentras con una persona, con un Dios que es tu Padre y te
quiere.
“Fue aquí, terminando mi último año de
carrera, donde tuve un encuentro más profundo con Dios Padre”.
Ese año fue personalmente complicado para Mari Carmen. Entre
apuntes, ciencia y más ciencia, un día, uno de sus compañeros de estudio, le
envió una oración que decía:
Adéntrate en mi reino…
«Hijo mío, que estás en la tierra,
haz que tu vida sea
el mejor reflejo de mi nombre.
Adéntrate en mi reino
en cada paso que des,
en cada decisión que tomes,
en cada caricia y cada gesto.
Constrúyelo tú por mí, y conmigo.
Esa es mi voluntad
en la tierra y en el cielo.»
(J.M. Olaizola,
sj)
Mari
Carmen cuenta a Aleteia lo
que experimentó cuando leyó esta oración:
“En ese momento, sentí cómo Dios Padre
me invitaba a estar más cerca de Él y a vivir un mayor compromiso en mi fe”.
Una joven llena de curiosidad
“Desde pequeña siempre me preguntaba
sobre el porqué de las cosas”.
A Mari Carmen le gustaba mucho ver documentales sobre ciencia y
hacer experimentos en casa.
«Así iba creciendo mi interés por las
ciencias: las matemáticas, la biología, la física, etc. Por ello, decidí
estudiar biotecnología,
por su carácter multidisciplinario”.
Cambios
Una fe renacida, una buena familia, una carrera difícil y
apasionante… Pero su vida todavía iba a cambiar más:
“Más que mi vida, diría que lo que ha cambiado
radicalmente es mi relación con Dios Padre. Ahora, Él es el centro de mi vida,
de mi oración y de mi entrega a los demás. Es vivir la santidad a la que todos
estamos llamados, en el día a día, en nuestra profesión. En la actualidad, sigo investigado en
Biotecnología y además vivo en comunidad una especial consagración a Él en el
carisma idente”.
Mari
Carmen decide que su vida tiene que ser entera para Dios. Aunque parezca
increíble, o haya gente que no se lo crea, sigue habiendo mujeres de 26 años
que deciden consagrarse.
Y ella ha elegido ser misionera idente. Todavía no ha podido realizar los votos
debido al coronavirus -tendría que haberlos hecho el
pasado 2 de febrero- pero mientras espera vive en comunidad preparándose para
este paso.
Una científica para los intelectuales y los jóvenes
“Somos un instituto de vida consagrada
y nuestra misión apostólica se centra en dos ámbitos: el diálogo con los
intelectuales para la propagación y la defensa de la verdad revelada, y el
apostolado con los jóvenes que han perdido la fe, que no la alcanzaron nunca o
están en crisis. Esos dos pilares marcan mi vida, mi día a día, mi servicio a los
demás dentro de este carisma”.
Y este es un testimonio más, de una mujer inteligente, que ha
trabajado mucho, que ha aportado a la ciencia… y que además ha querido dar su
vida por los demás. Porque, ‘¿de qué le sirve a una mujer ganar el mundo si…?’.
Javier González García
Fuente: Aleteia