¿No te ha sucedido alguna vez que necesitabas poner en orden
todo lo anterior para dejar espacio a lo siguiente? A mí muchísimas...
Ayer mismo mi celda estaba en esas circunstancias... No es
que estuviera desordenada, simplemente es que tenía muchas cosas fuera de su
sitio que no quería guardar hasta terminar. Pero, claro, se me amontonaban, y,
cuando necesitaba espacio, las echaba a un lado de la mesa, y, si no, a la
cama, y de la cama a la silla...
¡Pero de ayer no pasaba! Ya me causaba estrés y tenía
necesidad de recolocar cada cosa en su lugar y empezar de nuevo.
Según salía de la celda camino del coro, el Señor me regaló
entender que el estrés no tiene por qué ser un exceso de tareas, sino que, más
bien, surge cuando nos sobreviene una tarea... pero en realidad tenemos “algo
pendiente” sobre la mesa. Y el mayor estrés es cuando ese “algo” es interno,
cuando es lo que llevamos en el corazón por lo que no terminamos de descansar.
Cuando todo lo nuestro le pertenece a Él, cuando nos regala
hacer este desapropio y experimentamos cómo el corazón se libera, ya podemos
tener mil historias que hacer, que no supondrán ningún peso, sino una
oportunidad para el amor, un motivo de agradecimiento y un día lleno de
felicidad.
Entrega tu vida a Cristo, deja que ocupe su lugar en tu
corazón, y Él mismo se encargará personalmente de colocar cada cosa en su
sitio. Y si Él se ocupa, ¿qué hemos de temer?
Hoy el reto del amor es deshacerte del estrés. No dejes que
nada te robe la Paz; por ello, comienza el día dejando que Cristo ocupe su
lugar, que tome las riendas de tu vida, de tus preocupaciones, y así Él te hará
libre para poder amar y ser feliz haciéndolo.
VIVE DE CRISTO
Fuente: Dominicas de Lerma