El cardenal
Osoro advierte contra el «sectarismo, la crispación y el enfrentamiento»
El arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, recibe
a los Reyes - AFP
|
Prácticamente, toda España ha estado representada este lunes en el
funeral por las víctimas de la mayor tragedia de la democracia: la pandemia del
Covid.
A la ceremonia, que se ha oficiado en la Catedral de La Almudena, han asistido Sus Majestades los Reyes con sus
hijas, la Princesa de Asturias y la Infanta Sofía -que han
acudido a su primer funeral institucional- y que han sido recibidos con aplausos
del público en la puerta del templo.
Junto a ellos, se encintaban las altas autoridades del Estado, la
presidenta de la Comunidad de Madrid, el alcalde de la capital, políticos,
personal sanitario, militares, policías, guardias civiles, bomberos, voluntarios,
representantes de otras confesiones religiosas -incluidos musulmanes y judíos-
y unos setenta familiares de las
cerca de 50.000 víctimas que ha dejado la pandemia.
A pesar del aforo reducido para evitar contagios (había 400 personas,
aunque el aforo de la catedral es de 900), estaban prácticamente todos los que
tenían que estar en una ceremonia de este tipo, menos el presidente del
Gobierno, Pedro
Sánchez, que excusó su ausencia con un viaje a Lisboa, y el
vicepresidente Pablo
Iglesias, que se fue a un mitin al País Vasco.
Ninguno de los dos ha querido acudir al primer funeral institucional de
su mandato, una ceremonia que tuvo que organizar la Iglesia porque el Ejecutivo
se limitó a convocar un acto civil de homenaje para el próximo día 16.
Curiosamente, tanto Sánchez como Iglesias acudían a funerales católicos
cuando estaban en la oposición, y por víctimas mucho menos numerosas o más
lejanas que las que han perdido la vida durante la pandemia.
A pesar de que el funeral de hoy ha reunido unas condiciones extraordinarias,
por el elevado número de muertos y porque muchos de ellos murieron en soledad y
no pudieron ser velados ni despedidos, Sánchez e Iglesias dejaron la
representación del Gobierno a la vicepresidenta Carmen Calvo.
Lo habitual en este tipo de ceremonias es que asista el presidente del
Gobierno, como hicieron los predecesores de Sánchez, aunque en ocasiones
recibieron insultos y palabras hirientes de las familias de las víctimas, como
ocurrió en algunos funerales de asesinados por ETA, de muertos en el Yak-42 o
en los atentados del 11-M.
El himno nacional, interpretado al órgano, ha anunciado la llegada de la
Familia Real al templo. Los Reyes y sus hijas iban vestidos de luto riguroso y, cuando
llegaron al altar, tanto Don Felipe como la Princesa y la Infanta se
santiguaron, antes de saludar desde lejos a las familias de las víctimas.
La ceremonia, que ha estado concelebrada por más de treinta obispos y
arzobispos, empezó con unas palabras de Juan José Omella, arzobispo de
Barcelona y presidente de la Conferencia Episcopal, quien afirmó que se rezaba
por «todos los fallecidos, no sólo por el coronavirus sino también por los que
han fallecido por otras causas y que, durante el tiempo de confinamiento, no
han podido recibir la despedida merecida». «Es profundo el dolor que ha
provocado en nosotros no solo su muerte sino también las condiciones de su
partida, lejos del contacto de sus
familiares y amigos, sin poder cruzar palabra, sin poder
despedirnos de ellos», dijo.
En el funeral intervino el coro Nova
Schola, dirigido por Raúl Trincado, también director de
polifonía de la Escolanía del Valle de los Caídos. Este coro está íntegramente
formado por antiguos escolanos del Valle de los Caídos de entre 17 y 22 años, y
contó en esta ocasión con el apoyo de escolanos actuales.
Después, en la homilía, el arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, ha elogiado
la respuesta solidaria de la sociedad durante la pandemia, en contraste con el
sectarismo, la crispación y el enfrentamiento, y dijo que olvidar que «somos
todos hijos de Dios y, por eso, hermanos entre nosotros» «es un suicidio».
Sus palabras textuales han sido: «Frente al sectarismo, a la crispación y
al enfrentamiento, en esta pandemia hemos visto cómo muchas personas, creyentes
y no creyentes, sacaban lo mejor de sí mismas y daban una sencilla lección de solidaridad hasta
dar la vida por cuidar la ajena, conscientes precisamente de que somos
hermanos».
El cardenal Osoro ha puesto como ejemplo al «personal sanitario y
farmacéutico, los transportistas, los empleados de supermercado, las personas
de limpieza, los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad, los docentes, los periodistas,
los voluntarios de Cáritas y otras muchas organizaciones sociales, los
sacerdotes, los religiosos y religiosas, los padres y madres, los abuelos y
abuelas… no han vivido para sí mismos en estos meses, sino para los demás». Y
agregö: «Ahora, cuando afrontamos una crisis económica y social sin
precedentes, hay que seguir cimentando nuestra sociedad así para que nadie se
quede atrás».
Al final, el obispo de Ávila, José María Gil Tamayo, que estuvo un mes
ingresado con Covid, leyó una oración compuesta por el Papa durante la pandemia
y los Reyes se despidieron, desde lejos, de las familias de las víctimas antes
de abandonar el templo. Fuera, a la salida, numerosas personas aguardaban la
salida de la Familia Real, las autoridades y los políticos. Y además de
aplausos se oyeron en la calle gritos de «Gobierno asesino» y "dónde están
los muertos".
Fuente: ABC