Algo mucho más urgente que la eutanasia son los cuidados paliativos
El doctor Manuel Martínez Sellés es jefe de Cardiología
del Hospital Gregorio Marañón de Madrid
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El doctor Manuel Martínez-Sellés, catedrático de Medicina y jefe
de Cardiología del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, es uno de los médicos
más prestigiosos de España y también un firme opositor a la
eutanasia.
A lo largo de su larga trayectoria ha estado en contacto de manera
diaria con el dolor y el sufrimiento. Y por ello ha querido tratar un
tema de especial gravedad y que amenaza de nuevo con ser el centro del debate
social y político: la eutanasia y el intento de legalizarla en España.
Este experto médico lo ha hecho a través de libro Eutanasia, un análisis a la luz
de la ciencia y la antropología (Rialp) y en él
habla también sobre la muerte, los transplantes de órganos, la sedación, el
coma y el estado vegetativo, los sentimientos del enfermo terminal y de su
familia, los deseos del paciente, el ensañamiento terapéutico, el suicidio
asistido y los cuidados paliativos.
Con este pequeño libro, el doctor Martínez-Sellés se introduce en un debate sobre la
eutanasia, el sentido del sufrimiento y la libertad de elección a
través de su propia experiencia con argumentos científicos y bioéticos.
En uno de los capítulos, que le ofrecemos íntegro a
continuación, este cardiólogo resume a partir de su experiencia
profesional y de lo que está ocurriendo en otros países de manera breve y
general en cuatro puntos los motivos por los que la eutanasia es inaceptable:
1. Pendiente resbaladiza.
La historia nos demuestra lo rápido que se llega a
la eutanasia en enfermos psiquiátricos, dementes, ancianos vulnerables y recién
nacidos discapacitados. En Holanda la eutanasia se aplica ya no sólo a
enfermos, sino simplemente a gente que no quiere vivir, sin que exista razón
médica. Además, la
eutanasia tiende a hacerse especialmente accesible y es dirigida de forma
prioritaria a las clases económicamente más débiles, los grupos étnicos
desfavorecidos y a las personas más vulnerables. Como veremos en el tercer
punto, al limitar la oferta en cuidados paliativos, estos se pueden convertir
en un lujo para aquellos con determinado poder adquisitivo.
2. Falta de
autodeterminación real.
Frecuentemente
los enfermos, y más aquellos con enfermedades avanzadas o que se encuentran en
una situación terminal, pueden atravesar estados de depresión durante un cierto
tiempo. Si en este tiempo solicitan que acaben con su vida lo habrán hecho en
unas condiciones en las que no están mentalmente sanos, por lo que su autonomía
es cuestionable.
Expresiones como ‘me quiero morir’ o ‘no quiero
seguir luchando’ dependen mucho del estado de ánimo del paciente y de sus
sentimientos cambiantes. En
un país sin eutanasia, los médicos y otros profesionales sanitarios se
esforzarán por curar esta depresión y devolver las ganas de vivir, y
frecuentemente tienen éxito si el entorno ayuda. Por el contrario, en un país
con eutanasia, en vez de esforzarse por eliminar la depresión, tenderán a
eliminar al paciente deprimido. Además, la causa fundamental que impele a
solicitar la eutanasia no es la enfermedad en sí, sino la falta de
reconocimiento humano, comprensión y, tantas veces, la soledad.
Muchos pacientes sienten que sobran, que son una carga o una molestia
para su familia, que son ignorados, o que están solos. Este es un
caldo de cultivo para solicitar la eutanasia. Nuestra tarea como médicos y como
sociedad debe ser reconducir esa situación con cariño y acompañamiento.
3. Reducción de los cuidados
paliativos.
Estos cuidados
son la respuesta médica adecuada al dolor y al sufrimiento. Las atenciones
paliativas no alargan la vida. Ocasionalmente, como efecto colateral, pueden
acortarla algo. Los cuidados paliativos buscan controlar los síntomas del
paciente y, en la enorme mayoría de ocasiones, lo consiguen. La aceptación de la eutanasia
conlleva una disminución de los medios destinados a estos cuidados. También,
con una eutanasia legalizada, los incentivos para investigar nuevos
tratamientos de cuidados paliativos son menores, por lo que, a efectos
prácticos, la eutanasia limita el desarrollo de este tipo de cuidados
paliativos es caro. Lo barato es la eutanasia.
4. Deformación
del sentido médico.
El deber de todo
médico de intentar curar y/o mejorar a sus pacientes desaparece con la
eutanasia que, además, deteriora la confianza médico-paciente. Es frecuente que
ancianos cambien de país de residencia por no fiarse de las prácticas de
ciertos médicos. La
eutanasia es contraria al juramento hipocrático e implica una ruptura
deontológica con grandes consecuencias sobre la profesión médica. ¿Cómo
confiar en que el médico va a intentar curarme si mis familiares y/o sociedad
presionan en un sentido contrario? Los médicos que entran en una mentalidad
eutanásica la incorporan a toda su visión profesional, y puede ser un camino de
no retorno. El galeno deja de ser un “salvavidas” y se transforma en
“quitavidas”: su sentido cambia por completo.
Yo, que tengo dos hijos estudiando Medicina, solo
espero que a las nuevas generaciones de médicos y profesionales sanitarios se les siga transmitiendo
que nuestro fin es prevenir la enfermedad y cuidar a quienes la padecen.
J. Lozano
Fuente: ReL