La hermana Stan Mumuni dedica su vida a
cuidar de niños abandonados y niños que nacen con algún defecto en Ghana
![]() |
Hermana Stan Mumuni.
Crédito: Cortesía Embajada de Estados Unidos ante la Santa Sede
|
Cuando la pandemia del coronavirus llegó a África fue corriendo al mercado para
comprar jabón y otros suministros, pero los precios ya se habían triplicado.
“Corrimos
al lugar y los precios estaban ya demasiado altos. Y tenemos que comprar comida
para alimentar a estos niños”, dijo la religiosa en un simposio virtual
realizado el 23 de junio.
Algunos
de los niños a los que cuida la orden de la religiosa tienen serias
discapacidades que no les permiten, por ejemplo, comer alimentos sólidos, por
lo que necesitan tomar leche. “Conseguir leche todos los días ha sido muy
difícil”, dijo.
“Muchos
están muriendo de hambre. Estamos en una zona pobre. Con la pandemia tenemos
que luchar con lo poco que tenemos para también sostener a los demás”, señaló.
Con
la cuarentena, las religiosas reciben cada vez más llamadas, como de la escuela
para niños con necesidades especiales, de donde les solicitaban recoger a los
huérfanos por el cierre de los colegios. También las llaman para salvar a niños
con discapacidad cuyas vidas están en peligro.
Las
Hermanas Marianas del Amor Eucarístico, fundadas por la hermana Stan en 2009,
dan hogar a niños con necesidades especiales que son rechazados por sus
familias y comunidades por las creencias supersticiosas que los asocian a la
brujería.
“En este tiempo también nos han llamado
muchos sacerdotes. ‘Por favor rescate a este niño que está en peligro’”, dijo.
La
religiosa relató que este llamado lo percibió muy claramente cuando fundó la
congregación que dirige. “Cristo me dijo que ‘aunque no tienes nada, te estoy
pidiendo que vayas y rescates a mis hijos’”, relató.
“Tenemos
que arriesgar nuestras vidas para buscar a estas víctimas inocentes. Cristo nos
dijo ‘dejad que los niños vengan a mí’ y los niños son preciosos para Dios”.
La
hermana Stan fue una de las varias religiosas que participaron en el simposio
virtual “Religiosas en las fronteras”, para compartir experiencias ante el
COVID-19, un evento patrocinado por las embajadas de Estados Unidos y el Reino
Unido ante la Santa Sede.
La
hermana Alicia Vacas, de las religiosas combonianas en Medio Oriente, también
contó algunos de los desafíos de su congregación que sirve a los necesitados
ante la pandemia.
“Desafortunadamente
una de las comunidades en Bérgamo (Italia) se enfermó al comienzo de la
emergencia del coronavirus y comenzamos a recibir muy malas noticias en la
comunidad”, dijo la religiosa en el simposio.
“Varias
religiosas jóvenes, varias de nosotras enfermeras, nos ofrecimos a ir a verlas
y ayudarlas”, continuó.
Cuando
llegó a Bérgamo, en la región de Lombardía que es el epicentro del coronavirus
en Italia, la hermana Alicia dijo que la casa madre de las combonianas “era un
verdadero caos porque todas estaban enfermas”.
Ella calcula que 45 de las 55 hermanas de
Bérgamo estaban enfermas. Diez fallecieron a causa del coronavirus.
Desde su convento en Jerusalén, la
religiosa comentó que la pandemia del coronavirus no ha terminado y “la
situación es muy preocupante” para muchas religiosas en otras partes del mundo.
La Organización Mundial de la Salud (OMS)
informó que el 22 de junio fue el día en que se registró más casos de coronavirus
en el mundo con más de 183 mil nuevos infectados.
La hermana Alicia comentó que “ha estado
en contacto con muchas hermanas trabajando en lugares como Jordania, Sudán del
Sur, Chad, Ecuador y puedo ver a las hermanas expuestas a muchos riesgos sin
equipamiento adecuado. No trabajan en muchos casos en hospitales del gobierno y
no tienen acceso a las pruebas. Entonces reciben casos sospechosos y pacientes
sin posibilidad de protegerse”.
Callista Gingrich, embajadora de Estados
Unidos ante la Santa Sede, dedicó “un momento para reconocer y honrar los
tremendos sacrificios hechos por las religiosas durante esta pandemia”.
Traducido y adaptado por Walter Sánchez
Silva. Publicado originalmente en CNA
Fuente: ACI
