II. Virtudes humanas y
virtudes sobrenaturales. Su ejercicio en la vida ordinaria.
III. El Señor da siempre su
gracia para vivir la fe cristiana en toda su plenitud.
“En aquel tiempo, Jesús
dijo a sus discípulos: «No penséis que he venido a abolir la Ley y los
Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Sí, os lo aseguro: el
cielo y la tierra pasarán antes que pase una i o una tilde de la Ley sin que todo
suceda. Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así
lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en
cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los
Cielos»” (Mateo 5,17-19).
I. Jesús nos enseña que el
camino que conduce a la Vida, a la santidad, consiste en el pleno desarrollo de
la vida espiritual. Ese crecimiento, a veces difícil y lento, es el desarrollo
de las virtudes. La santificación de cada jornada comporta el ejercicio de
muchas virtudes humanas y sobrenaturales. Las virtudes exigen para su
crecimiento repetición de actos, pues cada una de ellos deja en el alma una
disposición que facilita el siguiente.
El
ejercicio de las virtudes nos indica en todo momento el sendero que conduce al
Señor. Un cristiano que con la ayuda de la gracia, se esfuerza en alcanzar la
santidad, se aleja de las ocasiones de pecado, resiste con fortaleza las
tentaciones, y es consciente de que la vida cristiana le exige el desarrollo de
las virtudes, la purificación de los pecados y de las faltas de correspondencia
a la gracia en la vida pasada. La Iglesia nos invita especialmente en este
tiempo de Cuaresma a crecer en las virtudes: hábitos de obrar el bien.
II. Aunque la santificación
es enteramente de Dios, en su bondad infinita, Él ha querido que sea necesaria
la correspondencia humana, y ha puesto en nuestra naturaleza la capacidad de
disponernos a la acción sobrenatural de la gracia. Mediante el cultivo de las
virtudes humanas disponemos nuestra alma a la acción del Espíritu Santo.
Las
virtudes humanas son el fundamento de las sobrenaturales. “No es posible creer
en la santidad de quienes fallan en las virtudes humanas más elementales”
(ALVARO DEL PORTILLO, Escritos sobre el sacerdocio). Las virtudes forman un
entramado: cuando se crece en una, se adelanta en todas las demás. Y “ la
caridad es la que da unidad a todas las virtudes que hacen al hombre
perfecto”(Conversaciones con Monseñor Escrivá de Balaguer). Hoy podemos
preguntarnos: ¿aprovecho verdaderamente las incidencias de cada día para
ejercitarme en las virtudes humanas y, con la gracia de Dios en las
sobrenaturales?.
III. El Señor no pide
imposibles. Él dará las gracias necesarias para ser fieles en las situaciones
difíciles. Y la ejemplaridad que espera de todos será en muchas ocasiones el
medio para hacer atrayente la doctrina de Cristo y reevangelizar de nuevo el
mundo. Con nuestra vida –que puede tener fallos, pero que no se conforma a ellos-
debemos enseñar que las virtudes cristianas se pueden vivir en medio de todas
las tareas nobles; y que ser compasivos con los defectos y errores ajenos no es
rebajar las exigencias del Evangelio.
Nuestra
Señora, “modelo y escuela de todas virtudes” (SAN AMBROSIO, Tratado sobre las
virtudes), nos ayudará en nuestro empeño por adquirir las virtudes que el Señor
espera de nosotros.
Textos basados en ideas
de Hablar con Dios de F. Fernández Carvajal.
Fuente: Almidi.org