Pon
el freno
Hola,
buenos días, hoy Joane nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Estamos
poniendo unas ruedas a la mesa de trabajo. Había que usar un montón de
tornillos para fijar cada rueda. Dos ruedas tenían freno y las otras dos no. A
la hora de pensar cómo distribuirlas, la lógica me dio que habría que ponerlos
en paralelo, en la parte de delante o en la de atrás, y así frenaría toda la
mesa.
Menuda
lógica... Después de atornillar todo y unirlo a la mesa, sí que quedaba fija en
el extremo donde estaban los frenos, ¡no había quien la moviese!, pero el lado
contrario se movía a izquierda y derecha sin ningún control: no le repercutía a
ese lado que la otra parte estuviese con freno. Teníamos que haber compensado
las ruedas.
Muchas
veces en la vida ponemos los frenos delanteros, parando repentinamente cuando
ya no podemos más, cuando el trabajo o los días intensos nos sobrepasan; o
ponemos los traseros, cuando nos cuesta afrontar una situación que se presenta
difícil... pero en las dos situaciones el “frenazo” hace que nos tambaleemos,
que nos quede cierto sentimiento de frustración.
Para
frenar a tiempo, para frenar bien, hay que compensar las ruedas. Esto supone
parar a tiempo, antes de que nos sobrepase lo que viene o lo que ha pasado.
Tomarte un tiempo para ti de vez en cuando no es malo; siempre que sea para
reconstruirte. Seguirás caminando con fuerza y paz. Jesús a menudo paraba con
sus discípulos, les llevaba aparte para que cogiesen fuerzas para seguir en la
Misión que tenían por delante. Él mismo se mostró cansado del camino y paró en
el pozo.
Hoy
el reto del amor es que pongas los frenos a tiempo. Dedícate hoy un rato para
reconstruirte. ¿Cómo está tu corazón? ¿Cómo necesita recomenzar con paz? Para
en una iglesia, descansa de tus problemas con Jesús en el Sagrario y, después,
da un paseo, cena con tu marido, con tu mujer con calma, ordena algo... Mañana
empezarás el día de otra manera.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma