Hola,
buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Antes
de nada, quiero aclarar que yo no tengo miedo a los catarros. ¡Les tengo
pánico! Además, debo resultar un hogar muy acogedor para los virus, pues, una
vez que me enganchan, ya no me sueltan en todo el invierno. Así que,
¡asustadita del todo me tienen!
Este
año, escarmentada del invierno anterior, decidí liarme la manta a la cabeza y
tomar medidas extremas. Desde finales del verano estoy preparándome para
sobrevivir al ataque vírico.
Hay
quien asegura que “la mejor farmacia es una buena despensa”, así que aquí
estoy, hartándome a comer frutas y verduras como en mi vida. Otros aseguran que
es crucial lavarse las manos, y yo creo que no voy a ganar para jabón. Tampoco
faltan los que aseguran que es cuestión de beber agua, y cualquier día criaré
ranas en el estómago...
Ha
llegado la hora de la verdad: los virus han entrado en el convento.
-Oye,
pues este año estás aguantando mucho en pie -me comentó una de las que ya han
caído- Tus técnicas están dando resultado...
-Sí
-contesté entre risas- pero estoy haciendo tantas cosas, que, como funcione, no
voy a saber cuál es exactamente la clave...
Orando
esto, he llegado a una curiosa conclusión. Igual lo que funciona no es este
truco o aquel... ¡sino el conjunto de todos ellos!
Estoy
segura de que, en tu parroquia o en tu comunidad, incluso dentro de tu familia,
cada uno tiene un algo diferente, una peculiaridad. Eso puede ser origen de
conflictos, ¡pero también es fuente de enriquecimiento!
Jesucristo,
al formar el grupo de los Doce, ¡no pudo escogerlos más diversos! Había rudos
pescadores, el culto Mateo, el joven Juan... Cada uno vivía la misión de una
forma, y todos ellos fueron cruciales para la Iglesia, ¡pues todos tenían algo
peculiar que aportar!
La
uniformidad es muy fácil de manejar, pero es mucho menos creativa. Como reza el
salmo: “Que nuestros silos estén repletos de frutos de toda especie”. Cada
fruto aporta su sabor, su color, ¡y enriquece la Iglesia!
O,
como decimos en nuestra Orden: “Unidad en lo esencial, y, en lo demás,
¡diversidad!”
Hoy
el reto del amor es abrirte a nuevas perspectivas. Te invito a que, en el día
de hoy, busques ayuda para resolver una dificultad. Seguro que a ti se te
ocurrirá alguna solución, pero recuerda el refrán: “Solo irás más rápido,
acompañado llegarás más lejos”. Cristo siempre ha deseado que seamos comunidad,
así pues, ¡apuesta por el trabajo en equipo! ¡Feliz día!
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma