El
Señor Jesús ha dejado a sus discípulos una enseñanza exigente cuando les dijo:
‘Los he constituido para que vayan y den fruto, y ese fruto permanezca’
Discurso
del Santo Padre a los miembros de las Células Parroquiales de Evangelización, a
quienes recibió en audiencia este lunes 18 de noviembre, en el Aula Pablo VI
del Vaticano, con ocasión de su 30° aniversario de fundación.
“Es urgente que recuperemos la necesidad de
encuentro para llegar a las personas allá donde viven y trabajan. Si hemos
encontrado a Cristo en nuestras vidas, entonces no podemos guardarlo sólo para
nosotros. Es crucial que compartamos esta experiencia con otros también; este
es el camino principal de la evangelización”, lo dijo el Papa Francisco a los
miembros de las Células Parroquiales de Evangelización, a quienes recibió en
audiencia la mañana de este lunes, 18 de noviembre, en el Aula Pablo VI del
Vaticano.
Den fruto y que ese fruto
permanezca
En
su discurso, el Santo Padre resaltó la incansable labor de evangelización que
las Células Parroquiales han desarrollado en estos Treinta años de trabajo
difundiendo la Palabra de Dios. “El Señor Jesús ha dejado a sus discípulos una
enseñanza exigente cuando les dijo: ‘Los he constituido para que vayan y den
fruto, y ese fruto permanezca’. Es esta la llamada a la que no se puede escapar
cuando se encuentra con el Señor y se es conquistado por su Evangelio. Por
supuesto – precisó el Pontífice – Jesús no les dijo a sus discípulos que ellos
verían los frutos de su trabajo. Sólo les aseguró que los frutos permanecerían.
Esta promesa también vale para nosotros. Es humano pensar que después de tanto
trabajo también quisiéramos ver el fruto de nuestro compromiso; sin embargo, el
Evangelio nos empuja en una dirección diferente”.
Siervos fieles y
vigilantes
En
este sentido, el Papa Francisco comentando el versículo 10 del capítulo 17 del
Evangelio de Lucas, dijo que la llamada del Señor es exigente y que al final
solo nos queda decir “somos siervos inútiles”, porque hicimos lo que teníamos
que hacer. “Y sin embargo, si nuestro esfuerzo para proclamar el Evangelio es
total y nos encuentra siempre listos, entonces la perspectiva cambia”. Lo dice
también Jesús en otra parábola (Lc 12,37), en la parábola de los siervos fieles
a los que su Señor encuentra velando y despiertos. “Tocamos con nuestras
propias manos – afirmó el Papa – cuán grande e infinito es el amor de Dios por
nosotros. Si somos fieles y vigilantes, entonces Él también nos permite ver los
frutos de nuestro trabajo”.
No los detenga el miedo de
lo nuevo
Haciendo
referencia a la historia de las Células Parroquiales de Evangelización, el
Santo Padre dijo que la fecundidad de su compromiso se refleja en la
multiplicación de las Células que ahora están presentes en muchas partes del
mundo. “No se cansen nunca de seguir los caminos que el Espíritu del Señor
Resucitado pone ante ustedes. No los detenga el miedo de lo nuevo y que no
frenen sus pasos las dificultades que son inevitables en el camino de la
evangelización. Cuando eres un discípulo misionero – alentó el Pontífice –
entonces el entusiasmo nunca puede disminuir. En el cansancio, los sostenga la
oración dirigida al Espíritu Santo, que es el Consolador; en la debilidad,
sientan la fuerza de la comunidad, que no permite jamás ser abandonados a
vuestra suerte”.
Salir al encuentro de las
personas
Al
alentar el trabajo en las parroquias y las diferentes iniciativas que se llevan
adelante, el Papa Francisco les dijo que tienen la tarea de reavivar la vida
parroquial. “Esto será posible en la medida en que se conviertan, sobre todo,
en un lugar para escuchar la Palabra de Dios y celebrar el misterio de su
muerte y resurrección. Sólo a partir de aquí – precisó el Pontífice – se puede
pensar que la obra evangelizadora se haga eficaz y fecunda, capaz de dar fruto.
Lamentablemente, por muchas razones, muchos se han alejado de nuestras
parroquias. Es urgente, por lo tanto, que recuperemos la necesidad de encuentro
para llegar a las personas allá donde viven y trabajan. Si hemos encontrado a
Cristo en nuestras vidas, entonces no podemos guardarlo sólo para nosotros
mismos. Es crucial que compartamos esta experiencia con otros también; este es
el camino principal de la evangelización”.
El encuentro es fruto del
amor cristiano
Finalmente,
el Santo Padre les recordó que, cada vez que encuentran a alguien, se pone en
juego una historia real que puede cambiar la vida de una persona. “Cuando Jesús
vio a Pedro, Andrés, Santiago y Juan que estaban trabajando a la orilla del
lago, los miró y transformó sus vidas. Lo mismo se repite en nuestros días,
cuando el encuentro es fruto del amor cristiano, cambia la vida porque llega al
corazón de las personas y las toca profundamente. Que vuestro anuncio se
convierta en un testimonio de misericordia, para dejar claro que toda atención prestada
a uno de los más pequeños es dada al mismo Jesús, que se identifica con ellos”.
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del Vaticano
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