El
Papa Francisco visita el Centro de salud polivalente “San Egidio” de Zimpeto
Refiriéndose
a la labor que tantas personas realizan en el hospital afirmó: “Es la
manifestación del amor de Dios, siempre dispuesto a soplar vida y esperanza
donde abunda la muerte y el dolor”.
El
Papa saludó a todas las personas que laboran en el hospital, así como a todos
los presentes, especialmente a aquellas mujeres enfermas de SIDA/VIH. El
hospital abrió sus puertas en junio de 2018, pero "Dream" está allí
desde 2002.
Acogido
y acompañado por el fundador de la Comunidad de Sant'Egidio Andrea Riccardi,
Francisco entra en el hospital que está a 19 kilómetros de la nunciatura,
inaugurado en junio de 2018 por el presidente de Mozambique Nyusi y por el
entonces nuncio apostólico, Mons. Edgar Peña Parra. Los niños lo saludan con
una danza y un canto tradicional, luego el pontífice descubre una placa
conmemorativa y escucha al coordinador nacional del proyecto Dream, Cacilda
Massango, quien recuerda que aquí los enfermos "reciben medicinas gratuitas,
tratamientos de salud, alimentos, pero sobre todo dignidad y amistad".
Cacilda, de paciente joven
a coordinadora nacional
Gracias
al proyecto Dream, explica Cacilda, en toda África "cientos de miles de
madres seropositivas han tenido la alegría de dar a luz a sus hijos sin SIDA.
Ver nacer a un bebé sano es una experiencia maravillosa para una madre enferma:
¡un milagro! Hoy la cura es un sueño hecho realidad.
El Buen Samaritano. Buscar
soluciones
Francisco,
teniendo como telón de fondo la parábola del Buen Samaritano dice:
“Todos
los que han pasado por aquí, todos los que vienen con desesperación y angustia,
son como ese hombre tirado al borde del camino. Y, aquí, ustedes no han pasado
de largo, no han seguido su camino como lo hicieron otros —el levita y el
sacerdote—. Este centro nos muestra que hubo quienes se detuvieron y sintieron
compasión, que no cedieron a la tentación de decir “no hay nada por hacer”, “es
imposible combatir esta plaga”, y se animaron a buscar soluciones”.
Escuchar el grito silencioso
El
Papa continuó su discurso afirmando que el hospital es “la casa, donde vive el
Señor con los que están al lado del camino (…) han escuchado ese grito
silencioso, apenas audible, de infinidad de mujeres, de tantos que vivían con
vergüenza, marginados, juzgados por todos”. Y a ellas, continúa el Papa, “han
añadido a los que padecen cáncer, tuberculosis, y a centenares de desnutridos,
especialmente niños y jóvenes”.
La comunidad sanitaria
expresión del Corazón de Jesús
El
Papa resaltó que el éxito de la misión del hospital reside en la búsqueda
comunitaria y humilde de la salud de los enfermos, por eso afirma: “Son un
signo de cercanía para cuantos pasan necesidad, para que sientan la presencia
activa de un hermano o una hermana. Lo que no necesitan los pobres es un acto
de delegación, sino el compromiso personal de aquellos que escuchan su clamor
(…) que honra al otro como persona y busca su bien”.
Escuchar el grito.
Restituir la dignidad
El
Papa insiste en la relación existente entre la escucha del sufrimiento del otro
y la posibilidad de ayudarle a reencontrar su dignidad: “Escuchar este grito
les ha hecho entender que no bastaba con un tratamiento médico, ciertamente
necesario; por eso han mirado la integralidad de la problemática, para
restituir la dignidad de mujeres y niños, ayudándolos a proyectar un futuro
mejor”.
Trabajo en redes, por una
mayor eficacia
Los
límites de la acción sanitaria en el lugar no han sido impedimento para, con
humildad, trabajar con otros. El Papa subraya esta realidad: “Reconocer que, en
el inmenso mundo de la pobreza, nuestra intervención es también limitada, débil
e insuficiente, nos lleva a tender la mano a los demás, de modo que la
colaboración mutua pueda lograr su objetivo con más eficacia (…) sin ningún
tipo de protagonismo”. El Papa también resaltó el empeño institucional por
formar operadores locales, así como la generación de redes de cooperación con
profesionales de la salud a través de la telemedicina.
Escuchar a los más pobres.
Escuchar nuestra devastada tierra
El
Papa integra a la escucha de los más pobres, la obligación de escuchar los
gritos de “nuestra oprimida y devastada tierra, que gime y sufre dolores de
parto (…) tenemos que darnos cuenta que somos todos parte de un mismo tronco”.
El
Papa se despidió de los presentes volviendo a la parábola del Buen Samaritano y
les dijo: “cuando nosotros nos vayamos, cuando vuelvan a la tarea cotidiana,
cuando nadie les aplauda ni les considere, sigan recibiendo a los que llegan,
salgan a buscar los heridos y derrotados en las periferias”.
Regalo al hospital de
Zimpeto
El
Papa ha regalado una placa devocional de la Virgen María con el Niño. Pertenece
a la fabricación moderna de Deruta, una de las cerámicas italianas más
importantes, cuya tradición en la elaboración artística del ladrillo no sólo se
remonta a finales del siglo XIII, sino que aún se utiliza en la actualidad.
La
Virgen se representa como un medio busto en el gesto de presentar al Niño Jesús
como "camino de salvación", sentado sobre un cojín colocado sobre las
rodillas de su madre mientras él extiende sus manos hacia ella, según un modelo
estilístico típico de muchas obras realizadas por el famoso escultor florentino
Benedetto da Maiano.
Manuel
Cubías – Ciudad del Vaticano
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