“¡Jesús,
que mi grito llegue hasta ti!”
Hola,
buenos días, hoy Matilde nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Fuimos
el otro día a Burgos, Lety y una servidora, para unas revisiones de médicos.
Estábamos sentadas en una gran sala de espera, con paciencia… ¡Y de repente,
sonó un grito desgarrador, de lo que parecía un bebé!… A muy pocos segundos,
otro grito y así sin parar… No veíamos de dónde provenía, pero sí que nos
tocaba en lo más íntimo… Bueno, digo nos tocaba, pero no es verdad… Alguno
comentó: “¡Vaya, le ha dado fuerte! ...” Y otro: “¡Qué grito tan fuerte, qué
pulmones! …” Yo puedo decir que, cada vez que lo oía, y era muy continuado, me
movía a compasión…
¡Qué
le sucedería para llorar de esa manera!… Así estábamos, cuando nos llamaron
para la prueba. Y, al salir de la sala, que es muy grande, vimos al bebé, rojo
de tanto gritar… ¡Era un bebé muy pequeñito, no tendría más que algunos días
desde su nacimiento!… Sus padres, inclinados sobre el cochecito, se sentían aturdidos…
La madre le decía suavemente: “Vida mía, ¿qué te pasa?… Cariño, ¿por qué
lloras? …” ¡Y le mecían sin saber qué hacer!... Entonces, a la madre se le
ocurrió cogerle entre sus brazos… ¡Y el bebé, no volvió a gritar!…
Esta
escena me venía una y otra vez en la oración… Y también unos versículos de los
Salmos, que daban gran luz a mi espíritu: “¡Que mi grito, Señor, llegue hasta
ti, no me escondas tu Rostro! …” y: “¡Si grito, invocando al Señor, Él me
escucha y me libra de mis angustias! …”
Cuántas
veces en nuestra vida, nos sentimos como este bebé: en un gran desamparo. Es
verdad que Jesús está a nuestro lado siempre, pero quiere que le manifestemos
nuestra necesidad, y a veces no nos ahorra que le gritemos fuerte… Y así hizo,
aquella mujer del Evangelio, que pedía a gritos a Jesús clemencia para su hija.
Los que rodeaban a Jesús, los discípulos, le decían: “¡Hazla caso porque viene
gritando detrás de nosotros! …” ¡O aquel ciego que pedía la curación a gritos y
todos le mandaban callar!… Solo Jesús penetra nuestro corazón y nos escucha con
su Amor compasivo: ¡Necesitamos, como el bebé, sentir los brazos y el Corazón
de Jesús, latiendo junto al nuestro!…
Hoy
el reto del amor es acercarnos al Amor de Jesús y poner en su Corazón a alguien
a quien vemos que nos grita pidiendo ayuda…
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma