El Papa afirmó que “la medicina está al servicio del hombre,
de todo el hombre y de cada hombre”
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Audiencia del
Santo Padre a los miembros de la Federación Italiana de los Colegios de
Cirujanos y Odontólogos (Vatican Media)
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El Santo Padre recibió a los miembros de la Federación
Italiana de los Colegios de Cirujanos y Odontólogos a quienes reiteró que la eutanasia
y el suicidio asistido no son "opciones relacionadas con la libertad de
los enfermos", sino para "descartar" a los que sufren o por
"falsa compasión" frente a los que piden "anticipar su
muerte"
Al dar su cordial bienvenida, al final de la mañana en
la Sala Clementina del Palacio Apostólico del Vaticano, a los trescientos
cincuenta miembros de la Federación Nacional de los Colegios de cirujanos y
odontólogos el Santo Padre destacó que han dedicado los últimos tres años a los
"estados generales" de la profesión médica. Lo que significa cotejar
la mejor manera de llevar a cabo su actividad en un contexto social diverso,
con el fin de identificar mejor los cambios útiles para interpretar las necesidades
de las personas y ofrecerles, junto con sus competencias profesionales, una
buena relación humana.
Obstáculos a
los que está expuesta la medicina actual
Tras destacar que la medicina, por definición, es un
servicio a la vida humana, y que como tal implica una referencia esencial e
indispensable a la persona en su integridad espiritual y material, en su
dimensión individual y social, el Papa afirmó que “la medicina está al servicio
del hombre, de todo el hombre y de cada hombre”. El Papa Bergoglio afirmó que
ellos, en su calidad de médicos, están convencidos de esta verdad a partir de
una tradición muy larga, que se remonta a las mismas intuiciones hipocráticas;
y es precisamente de esta convicción de la que surgen sus justas preocupaciones
por los obstáculos a los que está expuesta la medicina de hoy.
Hacer de cada
caso clínico individual un encuentro humano
Francisco recordó que la enfermedad – que es el objeto
de sus preocupaciones – más que un hecho clínico, es siempre la condición de
una persona, el enfermo, y que con esta visión “integralmente humana” los
médicos están llamados a relacionarse con el paciente. A la vez que destacó que
para los médicos “se trata de poseer, junto con la debida competencia
técnico-profesional, un código de valores y significados con el que dar sentido
a la enfermedad y a su trabajo y hacer de cada caso clínico individual un
encuentro humano”.
Acompañar al
enfermo con conciencia, inteligencia y corazón
Por otra parte, el Papa reafirmó la importancia de que
“el médico no pierda de vista la singularidad de cada paciente, con su dignidad
y su fragilidad”. Es decir, que cada hombre o mujer enfermo sea “acompañado con
conciencia, inteligencia y corazón”, especialmente en las situaciones más
graves. Sí, porque con esta actitud – dijo Francisco – se puede y debe rechazar
la tentación – inducida también por los cambios legislativos – de utilizar la
medicina para apoyar una posible voluntad de morir del enfermo, proporcionando
asistencia al suicidio o causando directamente su muerte por eutanasia”.
Como afirma la Nueva Carta para los Operadores
Sanitarios: "No existe un derecho para disponer arbitrariamente de la
propia vida, por lo que ningún médico puede convertirse en tutor ejecutivo de
un derecho inexistente" (n. 169)
Aludiendo al pensamiento de San Juan Pablo II
acera de la responsabilidad del personal sanitario, glosando un párrafo de la
encíclica Evangelium vitae
sobre el valor y el carácter inviolable de la vida humana (89),
Francisco les dijo:
“Su responsabilidad ha crecido hoy enormemente y
encuentra su inspiración más profunda y su apoyo más fuerte precisamente en la
intrínseca e imprescindible dimensión ética de la profesión sanitaria, como ya
reconocía el antiguo y siempre actual juramento de Hipócrates, según el cual se
exige a cada médico el compromiso de respetar absolutamente la vida humana y su
carácter sagrado”
Y se despidió de estos queridos amigos invocando la
bendición de Dios sobre su responsabilidad y encomendándolos a la intercesión
de la Virgen María, Salus infirmorum, a la vez que les pidió que no
se olviden de rezar por él.
María Fernanda Bernasconi – Ciudad del Vaticano
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