El
Tratado, que estuvo extraviado 130 años, fue reconocido por su autenticidad y
pureza doctrinal por el Papa Pío IX en un decreto del 12 de mayo de 1853
Imagen referencial / Crédito: Pixabay |
En
el pasado el demonio intentó evitar la difusión del “Tratado
de la verdadera devoción a la Santísima Virgen (VD)” de San Luis
María Grignon de Montfort, que propone un método de consagración a Jesucristo
por medio de la Virgen María que ha sido adoptado por grandes santos como San
Juan Pablo II o San Pío X.
El
Tratado, que estuvo extraviado 130 años, fue reconocido por su autenticidad y
pureza doctrinal por el Papa Pío IX en un decreto del 12 de mayo de 1853, un
año antes de promulgar el dogma de la Inmaculada Concepción.
En
el mismo manuscrito Grignon de Montfort vaticina la persecución de su obra, su
casi desaparición y los padecimientos que él mismo viviría por revelar la
doctrina que explica la función de la Santísima Virgen en el plan divino de la
salvación y en la vida del cristiano.
“Preveo
claramente que muchas bestias rugientes llegan furiosas a destrozar con sus
diabólicos dientes este humilde escrito y a aquel de quien el Espíritu Santo se
ha servido para redactarlo o sepultar, al menos, estas líneas en las tinieblas
o en el silencio de un cofre a fin de que no sea publicado” (VD 114).
Monfort
sufrió un intento de asesinato y su Congregación de los Misioneros de la
Compañía de María recibió diversos ataques en tiempos de herejías como el
jansenismo o el iluminismo.
“Atacarán,
incluso, a quienes lo lean y pongan en práctica. Pero, ¡qué importa! ¡Tanto
mejor! Esta perspectiva me anima y hace esperar un gran éxito, es decir, la
formación de un escuadrón de aguerridos y valientes soldados de Jesús y de
María, de uno y otro sexo, que combatirán al mundo, al demonio y a la
naturaleza corrompida, en los tiempos, como nunca peligrosos, que van a llegar”
(VD 114).
Por
su contenido, el manuscrito compuesto cerca del 1712 siempre fue objeto del
odio del demonio, sin embargo no pudo desaparecerlo. Fue sepultado “en las
tinieblas y el silencio de un cofre” (VD 114) y ocultado en una capilla de un
campo francés; tiempo después pasaría a la biblioteca de la Compañía de María
en la Casa Madre (Francia), donde sería descubierto por el P. Pedro Rautureau
el 29 de abril de 1842.
La
primera publicación del Tratado se hizo en 1843, desde entonces se ha
convertido en uno de los libros más apreciados del catolicismo contemporáneo, y
uno de los que más han contribuido a fomentar la piedad cristiana en el mundo
entero.
El
mismo San Luis María explica en su obra que esta devoción es el camino más
“fácil, corto, perfecto y seguro para llegar a la unión con Dios, en la cual
consiste la perfección cristiana” (VD 152).
“Por
esta devoción entregas a Jesucristo, de la manera más perfecta –puesto que lo
entregas por manos de María–, todo cuanto le puedes dar y mucho más que por las
demás devociones, por las cuales le entregas solamente parte de tu tiempo, de
tus buenas obras, satisfacciones y mortificaciones. Por esta consagración le
entregas y consagras todo, hasta el derecho de disponer de tus bienes
interiores y satisfacciones que cada día puedes ganar por tus buenas obras, lo
cual no se hace ni siquiera en las órdenes o institutos religiosos”. (VD 123)
Para
defender esta postura señala que “la Iglesia, con el Espíritu Santo, bendice
primero a la Santísima Virgen y después a Jesucristo: Bendita tú entre las
mujeres y bendito el fruto de tu vientre, Jesús (Lc. 1, 42). Y esto, no porque
la Virgen María sea mayor que Jesucristo o igual a Él, lo cual sería
intolerable herejía, sino porque para bendecir más perfectamente a Jesucristo
hay que bendecir primero a María”. (VD 95)
El
Beato Pío IX afirmó que la verdadera devoción propuesta por San Luis María es
la mejor y más aceptable, mientras que el Papa San Pío X aprobó la fórmula de
consagración del Santo.
San
Juan Pablo II se reconoció deudor de Grignon de Montfort al adoptar como lema
episcopal Totus tuus, fórmula de consagración a María del fundador francés y uno
de sus lemas marianos.
Asimismo
expresó en la encíclica Redemptoris Mater que le era grato recordar “la figura
de San Luis María Grignion de Montfort, el cual proponía a los cristianos la
consagración a Cristo por manos de María, como medio eficaz para vivir
fielmente el compromiso del bautismo”.
Más
adelante, al final de su vida, en una carta dirigida a la familia montfortiana en el año 2003, el
Papa Wojtyla contó que en su juventud la lectura del “Tratado
de la verdadera devoción a la Santísima Virgen” le ayudó mucho
porque allí encontró la respuesta a sus dudas sobre el temor del culto excesivo
a María que podría dejar de lado la supremacía del culto a Cristo.
“Bajo
la guía sabia de San Luis María comprendí que, si se vive el misterio de María
en Cristo, ese peligro no existe. En efecto, el pensamiento mariológico de este
santo ‘está basado en el misterio trinitario y en la verdad de la encarnación
del Verbo de Dios’", señaló el Pontífice polaco.
También
señaló: “la doctrina de este Santo ha ejercido un profundo influjo en la
devoción mariana de muchos fieles y también en mi vida. Se trata de una
doctrina vivida, de notable profundidad ascética y mística, expresada con un
estilo vivo y ardiente, que utiliza a menudo imágenes y símbolos”.
En
la actualidad congregaciones y grupos de la Iglesia como el Movimiento
Lazos de Amor Mariano (LAM) preparan a miles de fieles en diversos
países que desean consagrarse a la Madre de Dios a través del método de San
Luis María.
Si
desea leer Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen ingrese al siguiente enlace.
Fuente:
ACI Prensa