Conciencia
escrupulosa es aquella que ante cualquier acto realizado no sabe determinar la
moralidad del mismo
Para el tratamiento de los
escrúpulos: ¿psicólogo, psiquiatra o sacerdote?
Hoy día, como consecuencia
de la pérdida de la fe y del auge de la psicología; ésta ha ido poco a poco
reemplazando al sacerdote en un área que anteriormente le era casi exclusiva.
Antiguamente, cuando una
persona o colectivo pasaba una situación traumática, se acudía al sacerdote
para que le ayudara y aconsejara en ese mal trance. Hoy día, ya no se cuenta
con el sacerdote y se acude de primera mano al psicólogo. Es típico oír en las
noticias el anuncio de que después de un atentando en el que hubo cuarenta
personas afectadas, los servicios sociales acudieron al equipo de psicólogos
para ayudar a esas personas.
Para mí, la psicología –y
esto es una mera opinión personal-, es una rama del saber que tiene poco de
ciencia, bastante de desconocimiento y mucho de imaginación. Cuando una persona
va al psicólogo, éste, tiende a encasillarlo dentro de unos esquemas
preestablecidos que estudió en la universidad o en algún libro, y que en la
gran mayoría de los casos no termina de encajar en ninguno de ellos, pues el
espíritu humano es mucho más complejo y no puede ser encorsetado ni etiquetado
con tanta facilidad.
En el caso que estamos
tratando de los escrúpulos de conciencia, si la persona acudiera solicitando ayuda
a un psicólogo, las soluciones que pudieran provenir de su actuación serían más
el fruto de que el psicólogo fuera una persona centrada y con sentido común,
que la consecuencia de un certero diagnóstico y adecuado tratamiento que
procediera de lo que la psicología le pueda haber enseñado. Cuando el problema
de escrúpulos de conciencia roza la neurosis, yo prefiero antes la ayuda y
consejo de un psiquiatra centrado que la de un psicólogo.
Psiquiatría y psicología
son dos términos que se parecen, pero cuyos puntos de partida y métodos de
trabajo son totalmente diferentes. Y si no, pregúnteselo a un psiquiatra y verá
lo que le responde. El psiquiatra es un médico que se ha especializado en esa
rama de la medicina; una ciencia muy compleja y relativamente oscura. El
psicólogo, ha estudiado una carrera, ha recibido un título…, pero los
contenidos de su formación son en muchos casos el resultado de imaginaciones
calenturientas más que descubrimientos científicos. Los padres de la psicología
moderna, Wundt, Freud, Skinner, Piaget, W. James, no pueden decir que sus
conclusiones sean científicas, ni el resultado de pruebas experimentales, sino
más bien el resultado de ciertas observaciones personales unido a un sinnúmero
de presupuestos o axiomas que dan como dogmas pero que no saben, ni pueden
justificar.
De hecho, el modo de acceso
a la mente no puede ser casi nunca el resultado de un análisis químico o de un
scanner o resonancia magnética. Estamos trabajando no tanto con el cerebro,
cuanto con el alma, la cual usa del cerebro como estructura anatómica, pero el
alma no puede ser reducida al cerebro ni mucho menos. El alma como tal se
escapa a la observación científica y nunca puede ser estudiada en un tubo de
ensayo.
La psicología moderna ha
caído en las redes del psicoanálisis y del conductismo, los cuales tienden a
reducir los procesos mentales a reacciones químicas que ocurren en el interior
del cerebro (conductistas) o a una suma de complejos de la infancia
(psicoanálisis).
Para mí, - y como les he
dicho antes, esta es una opinión puramente personal -, el psicólogo actúa hoy
día como sustituto del sacerdote en un mundo que se ha separado de Dios, que ya
no cree en el alma como entidad espiritual, y que todo lo reduce a materia. Es
por ello que difícilmente un psicólogo, que parte de estos presupuestos, o de
otros similares, podrá llegar a entender lo que ocurre dentro de una mente
escrupulosa, y mucho menos, ofrecer soluciones válidas.
Por otro lado, dado que el
problema de la persona que tiene una conciencia escrupulosa es
eminentemente espiritual, aunque también tiene un componente psicológico, habrá
que acudir a aquellas personas que Dios ha puesto como “guías espirituales”
para que nos puedan ayudar. Lo cual no obsta, para que en aquellos casos
concretos en los que el componente de desequilibrio psicológico roce la
neurosis, el sacerdote busque la ayuda del psiquiatra para que le oriente a él
y también a la persona que sufre ese problema.
Buscando una solución a los
escrúpulos
1.- Cualidades
que ha de reunir el sacerdote. El sacerdote que tenga que ayudar a una
persona con escrúpulos ha de tener unas cualidades especiales:
· No ha de ser él mismo escrupuloso, pues si lo fuera,
todavía agravaría más el problema de quien acude a él buscando una solución.
· Ha de ser una persona centrada humana y
espiritualmente. Además, Dios concede al sacerdote lo que se llama la “gracia
de estado” para que pueda ayudar y aconsejar a toda persona que se le acerque.
· Deberá charlar el tiempo necesario, aunque no tanto
como al escrupuloso le gustaría, para conocer a la persona a fondo y poderse
hacer una idea de la gravedad de su caso.
· Deberá ser paciente y flexible, pero al mismo tiempo
deberá ser autoritativo y firme, no permitiendo que sea el escrupuloso quien
lidere la conversación ni la solución de su problema. En la situación de duda y
confusión en la que se encuentra el escrupuloso difícilmente verá con claridad
su problema, por lo que deberá apoyarse en el criterio de su confesor.
· No deberá transformarse en un psicólogo, ni usar
“armas” propias de un psicólogo. Esa no es su misión. Se podrá valer de sus
conocimientos psicológicos y de las ciencias humanas, pero sus principales
armas serán espirituales.
· Dado que en la mayoría de los casos la persona
escrupulosa vendrá preguntando si algo es o no pecado, lo mejor es que atienda
a la persona en el confesionario mientras que realiza el sacramento de la
penitencia.
· Deberá dar un día concreto para atender a la persona,
no cediendo ante llamadas telefónicas, mensajes de correo electrónico… Para
ello, tendrá que exigir confianza total en él.
2.- Lo que deberá hacer la
persona con escrúpulos
· Primero de todo deberá buscar a un sacerdote de su
confianza, que al mismo tiempo sea fiel a su ministerio y mejor todavía si
tiene cierta experiencia en el tratamiento de estos problemas.
· Una vez que elija el sacerdote que considere adecuado,
deberá ser fiel a él y no ir cambiando de uno a otro. En la solución del
problema juega un papel muy importante la confianza en el sacerdote; es por
ello que si la persona se decide por uno en concreto, deberá ser fiel y al
mismo tiempo obediente a sus indicaciones, aunque no las entienda o no esté de
acuerdo incluso con ellas. En la situación en la que se encuentra no puede ser
juez, por lo que ha de confiar en el sacerdote y seguir las indicaciones que
éste le dé.
· Durante el tiempo que dure este proceso, su
“conciencia” será la del sacerdote. La persona escrupulosa tendrá que dejarse
dirigir y orientar humildemente. El sacerdote será responsable ante Dios de los
consejos que dé a la persona con escrúpulos.
· Espiritualmente deberá intentar crecer en la vida
espiritual, especialmente en aquellas virtudes que más necesite; como por
ejemplo la humildad y la confianza en Dios.
· Humanamente hablando es bueno que esté distraído con
actividades que le ocupen la imaginación y el pensamiento: la lectura, el
deporte, el trabajo; debiendo “huir” del ocio y del tiempo en el que esté sin
hacer nada, pues será entonces cuando los escrúpulos vengan a atormentarle.
· Deberá acudir al sacerdote, no todos los días, ni
cuando surja la duda, ni a cualquier hora, sino cuando el sacerdote se lo
indique.
El proceso durará más o
menos dependiendo de muchos factores que intervienen en cada caso particular.
La gran mayoría de ellos, salvo los casos de neurosis obsesiva o el de aquellos
que siempre hayan tendido a ser algo escrupulosos, se suele curar en un plazo
aceptable. Todo depende de la fidelidad del sacerdote, la docilidad de la persona
escrupulosa; y por supuesto, de la voluntad de Dios.
Por: P. Lucas
Prados
Fuente:
steresita.com // AdelanteLaFe.com