4 pasos hacia la experiencia profunda del amor y el
perdón
![]() |
Joshua Porter-(CC BY-NC-SA 2.0) |
En ocasiones, nuestras heridas emocionales
y espirituales nos pueden hacen débiles e inclinar a alejarnos de Dios. Es como
una persona que tiene un sistema inmunológico bajo y que es más propensa a
adquirir cierto tipo de enfermedades.
Esto se marca
mucho en el tema de la afectividad. Si una persona tiene ciertas carencias
afectivas que vienen desde su niñez obviamente eso no es pecado. Pero sí tendrá
la tendencia de buscar el amor humano de una manera que la puede llevar a
pecar.
La sanación
interior, según Fray Nelson Medina, tiene 4 pasos principales:
1. Reconocer
Darme cuenta
de los síntomas. Si de manera continua me falta alegría o
paz es que hay algo interior que sanar.
Puede llegar a ser muy difícil descubrir las heridas emocionales por soberbia y ego.
Eso de reconocer que no soy tan bueno ni tan perfecto me resta puntos ante el
mundo.
Reconocer las
heridas requiere de un acto profundo de humildad, pero una vez
reconocidas está más de la mitad del camino recorrido. Y esto cuesta trabajo
porque nuestra tendencia como personas es a justificarnos.
En general, a
los hombres en especial suele costarles más trabajo reconocer sus debilidades o
heridas porque algunos creen que eso les resta hombría o demuestran debilidad.
A las mujeres les suele costar especialmente mirarse al espejo. Alguna al verse
algún defecto cree que es fea.
Entonces, así
como nos cuesta mirarnos al espejo y reconocer eso que no me gusta, también nos
cuesta mirarnos interiormente y darnos cuenta de que tenemos heridas. Se da
como una negación de la realidad.
Incluso
libera reconocer que hay en mí malos sentimientos. ¿Cómo puedo reconocerlos?
Simplemente piensa en esas personas que tú preferirías no ver o por las que
rezas: “Dios mío elimínalo, no perdón ¡ilumínalo!”.
Esas personas
que quizá tú tienes canceladas de tu vida y a las que de alguna manera les
estás dando poder sobre ti, sobre cómo te vas a sentir y tu estado de ánimo…
Cuando uno
hace todo por evitar a una persona, es posible que en el fondo lo que sienta es miedo.
Y muchas veces no es que sintamos miedo a la persona, sino a lo que esa persona
representa o a lo que vivimos con ella.
Aquí el
milagro es recordar serenamente aquello que vivimos con esa persona, que
ya no nos altere. Entonces cuando uno empieza a reconocer
“yo tengo un sentimiento de miedo con tal persona o de rencor con otra persona,
me siento acomplejado o inferior”, esto ya es un gran paso que me lleva al
principio de la sanación.
Y esto, mejor
que vivirlo nada más en el plano psicológico o humano, es vivirlo de cara a
Dios.
2. Dimensionar
Significa dar el tamaño justo a las cosas.
Uno puede
pensar que sus problemas son los peores, los más grandes que jamás nadie pudo
haber tenido. Y sí, puede ser que las heridas que los otros nos han hecho y que
también nosotros nos hemos hecho sean graves, pero hay que verlas de la medida
que realmente son. Poner las cosas en su contexto.
Dimensionar
también es darnos cuenta de que el pecado sí es poderoso, pero no es
todopoderoso y sobre todo: no es más grande que la misericordia
y el perdón de Dios. Al descubrir esto nos damos cuenta de que
sí hay
un remedio para nuestros males.
Ayuda mucho
dimensionar las cosas a través de los ojos del Evangelio. Es decir, ver cómo
actuó Cristo con los pecadores.
Otro aspecto
a mencionar es darme cuenta de que lo que yo he vivido no es lo más grave: “Yo
lloraba porque no tenía zapatos hasta que conocí a alguien que no tenía pies”.
3. Recibir amor
La esencia de toda sanación es siempre
recibir amor. Nosotros fuimos creados no por necesidad, porque nadie obligó a
Dios, fuimos creados por puro amor, porque nos amó. Entonces, sólo
hasta que tenga ese encuentro con Dios Padre voy a experimentar y a encontrar
lo que es un verdadero Padre.
Si nadie obligó a Dios a que me creara a
pesar de mis defectos y mis carencias, significa que Él siempre estará
dispuesto a rescatarme y
a sanarme, a levantar de nuevo mi existencia y a echarme a andar porque Él
tiene un plan para conmigo.
Si queremos
sanar de raíz es de suma importancia abrirnos al amor de Cristo, invocando a su
Espíritu Santo confiando en su gracia que sana.
Desde el amor
de Jesús me daré cuenta de que todas las demás personas son tan sólo destellos
de Dios porque el verdadero amigo sólo es Jesús.
Estos tres
elementos están en recibir amor: entrar en la sanación es abrirnos al amor
de Cristo; no idolatrar a nadie y estar dispuesto a acoger a los que Cristo
acoge porque uno solo es el Cristo que nos sana a todos.
Recibir amor
es abrirse a esa experiencia de gracia y de ternura que
Dios nos quiere infundir por medio de su hijo, esperarlo todo de Cristo Jesús,
en quien se revela el rostro de Papá Dios.
No hay que
idolatrar a nadie ni esperar tanto de nadie, porque todos somos pecadores y
caídos. Hay que tratar de vivir siempre una infancia espiritual y
ser como niños.
El evangelio
habla de cómo Jesús toma a los niños y los bendice, y eso en una época donde
los niños no eran tan bien apreciados.
Es muy
importante que nos demos cuenta de que abrirme al amor es aceptar a los demás,
a los que me han ofendido porque también son creación de Dios, y que el Cristo
que a mí me sana es el mismo Cristo que sana a mis enemigos.
¿Y cómo hago
para abrirme para recibir el amor de Dios? Aquí es cuando se hace importante el
reconocer y dimensionar que el médico o Cristo que me sanará es el mismo que
sanará a los demás y que yo de verdad necesito sanación. Esto quiere decir que en la
necesidad todos somos hermanos porque uno solo es el
Cristo que nos sana.
4. Definir el camino
Esto es reconocer qué tipo de cosas debo cambiar en mi
vida.
El primer
cambio según santa Catalina de Siena es abrirse a la oración. Por
ejemplo, aquí comenzar a rezar por mis enemigos, en
especial por esa persona que tanto daño me hizo.
Es muy
importante definir nuestro camino porque la única manera de consolidar el bien en
nuestra vida es consolidando el amor de Dios en nuestra vida porque
el que no ama a su hermano que ve no puede decir que ama a Dios a quien no ve.
Cuando yo
reconozco que hay algo que sanar, dimensiono mi herida y me abro para recibir
el amor de Dios, me es más fácil comenzar el camino de la oración.
Esta oración también se puede hacer por los
difuntos o por esas personas con las que no alcanzamos a resolver nuestros
conflictos y que ya murieron.
Esta es una
de las razones más importantes por las que necesitamos sanación, la necesitamos
para poder sentir el amor de Dios en plenitud.
Y al mismo
tiempo iremos sanando en la medida en que experimentemos en
profundidad el amor y el perdón de Dios porque Él es el
único que sana y salva.
Luz Ivonne Ream
Fuente:
Aleteia