El padre José Qusay Ajim cuenta su experiencia
durante la invasión del ISIS y su misión con los niños
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El padre José Qusay Ajim es un sacerdote religioso miembro de la Orden Antoniana de San Ormis de los Caldeos, fundada en el siglo XIX. Nació en Iraq en 1983, en Ninive, Qaraqosh. |
“La Iglesia caldea, de la que formo parte,
es una de las más antiguas y ricas en la historia del mundo, fundada por el
apóstol Tomás en el siglo II, entonces Iglesia asiria del este.
Durante las últimas décadas, las
iglesias iraquíes han sufrido la desestabilización continua e incontrolable de
Medio Oriente, que fue desestabilizado definitivamente sobre todo después de la
invasión estadounidense de 2003 de Irak.
Cristianos en Irak
Justo antes de la caída del régimen de
Saddam Hussein, los cristianos de Irak eran 1.500.000 de ciudadanos, o sea el
6% de la población iraquí; actualmente, se estima que su número, reducido a
menos de un tercio, asciende a 250.000 personas.
Se produjo una fuerte caída en
el transcurso de dieciséis largos años marcados por la progresiva guerra
etnorreligiosa del país, que vio a las comunidades cristianas, – antes garantes
de la heterogeneidad cultural gracias a su papel de mediación, respecto a los
sunitas y chiitas – víctimas de fenómenos odiosos de intolerancia y perseguidos
como muchas minorías, por ejemplo los yazidíes, en una espiral de violencia y
caos que ha alcanzado su apogeo con el surgimiento del llamado Estado Islámico.
El
sufrimiento de los niños
Yo administraba el orfanato de St. Joseph,
donde vivían niños cristianos de diferentes ciudades controladas por el ISIS
que se quedaron solos tras perder a sus padres en las matanzas, explosiones o
secuestros.
En su corta edad (de dos hasta
15 años) han sido testigos de esta devastación. Cuando escuchábamos el terror
de los sonidos de la guerra, la única manera de calmarlos era repitiéndoles la
frase: Dios
no nos deja solos, Jesús es amor.
Una noche, con los niños, vimos
a la gente de Yazidí huir cuando los coches de ISIS invadieron la ciudad
matando a los maridos y abusando de sus esposas e hijos.
En la aldea de Qaraqosh, la
comunidad cristiana más grande (incluida mi familia), abandonaron la llanura de
Nínive que ha permanecido desierta hasta hace poco.
Los niños han experimentado
estos hechos tan terribles y muchos grupos pudieron escapar de ciudades como
Qaraqush, Alqush y de la ciudad cristiana de Zakho, cerca de la frontera
con Turquía. En esta aldea trabajé incesantemente para encontrar una
familia cristiana para cada niño.
Los
cristianos de la llanura de Nínive
Después de tres años, las familias
exiliadas regresaron a sus aldeas y ciudades, y las encontraron destruidas. La
casa de mi familia había sido quemada.
Hay
mucha incertidumbre y preocupación en Irak por el destino de los cristianos de
la llanura de Nínive.
El temor es ahora el de una purga étnica a favor de los musulmanes, lo que
impide que los cristianos regresen a su tierra.
Las minorías de Irak, como los
cristianos, los yazidíes y los shabak, son víctimas de un “genocidio lento”,
silencioso, pero que está destruyendo esas comunidades muy
antiguas hasta el punto de su desaparición.
En la última fiesta de Navidad,
los cristianos iraquíes reaccionaron con desdén ante la declaración del gran
muftí y prominente líder islámico Abdul-Mehdi al-Sumaydayeh, quien afirmó que
para los fieles de Mahoma es “inadmisible” celebrar la Navidad y el Año Nuevo,
ya que son fiestas cristianas. Añadió que aquellos que se unen a las
festividades, o intercambian saludos, terminan “creyendo en la doctrina
religiosa cristiana”. El líder islámico ha instado a la comunidad musulmana a
“no unirse a los cristianos” para celebrar sus fiestas, porque significaría
“creer en su doctrina”.
Entre los primeros en denunciar
los peligros del líder islámico se encuentra el patriarca caldeo, Card.
Louis Raphael Sako, quien recordó que un hombre de fe,
cualquiera que sea su religión, debe favorecer “la hermandad, la tolerancia y
el amor, no las divisiones o revueltas”. Lo hemos perdido todo para guardar
nuestra fe.
En la
Universidad Pontificia de la Santa Cruz, en Roma
Tras experimentar estas tragedias, mi
obispo me invitó a continuar mis estudios en la Universidad Pontificia de la
Santa Cruz en Roma y, gracias a las contribuciones de varios bienhechores,
estoy recibiendo formación en la Ciudad Eterna. Cuando regresé a mi país,
quiero comprometerme, con mi vida y mi fe, a reconstruirlo. Me gustaría tener
éxito en establecer la cultura de la alegría y la paz en mi país y en el mundo.
Por
eso pido a todos los cristianos que nos leen que recen por nosotros, sus
hermanos de Oriente.
Por CARF Centro Académico Romano
Fundación
Centro Académico Romano
Fundación CARF, nació en 1989, y ayuda fundamentalmente a la
formación integral de sacerdotes y seminaristas de la Universidad Pontificia de
la Santa Cruz (PUSC), de las Facultades de Estudios Eclesiásticos de la
Universidad de Navarra (UNAV) y de los Colegios Eclesiásticos Internacionales
Sedes Sapientiae y Bidasoa.
Fuente: Aleteia