Hace unas semanas llegó a los cines Familia al instante,
una comedia que narra las dificultades y alegrías de una familia que acoge a
varios niños
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Foto: José Luis Bonaño |
La incombustible presentadora Anne Igartiburu (Elorrio, 1969) conoce de
cerca cómo es la experiencia: tras ser madre de acogida, adoptó a dos niñas de
la India y Vietnam que se llevan «muy bien» con su hermano pequeño, que es hijo
biológico.
Acaba de ver Familia
al instante. ¿Qué van a encontrar los espectadores?
Es una película que mueve y
conmueve, que saca a la luz cosas importantes como los valores, las emociones,
los deseos de crear un sueño que es tener una familia y lo que eso conlleva.
Es una comedia pero tiene
un punto de drama, ¿no?
Ser padre ya de por sí te
lleva a preguntarte muchas cosas. En esta cinta, además, los niños llegan con
su pasado, con sus vivencias anteriores, y, claro, tiene también su momento
dramático.
Los protagonistas acogen a
tres niños, usted adoptó a dos, ¿no?
Antes de adoptar fui
también madre de acogida con niños que están contigo hasta que pueden volver
con sus familias biológicas. Como no eran niños adoptables y yo era madre
soltera, inicié la adopción de la primera en la India, luego de la segunda en
Vietnam… Y después ya me casé y tuve a mi hijo biológico.
Al ser menores, no suelo
contar mucho sobre sus circunstancias más personales; son momentos de la vida
diferentes, recorridos distintos como persona, pero siempre es enriquecedor y
muy satisfactorio.
¿Cómo se llevan entre
ellos?
Como todos los niños [se
ríe]. Tienen edades y circunstancias distintas, pero muy bien.
Rescato unas palabras suyas
en una entrevista: «Curiosamente, mi [primera] hija me dice que no la he
adoptado yo sino que ella me ha adoptado a mí».
Eso es. Son regalos que te
hace la vida.
En la India no solo la
eligió su hija, sino que también conoció la labor de las Hermanas de la Caridad
de Santa Ana…
Ayer hablé con las
misioneras. Tienen una casa de acogida con la que colaboro, en la que cuidan de
200 niñas: algunas tienen familia y otras no, pero todas reciben educación para
su futuro.
¿Y Dios se hace presente
allí en la India, en las periferias?
Quieras llamarlo como
quieras, Dios está presente y más en ese lugar porque se le pide, se le reza y
se le recuerda cada día. Está presente en aquel que quiera recibirlo, sin más.
¿Con qué palabras definiría
la experiencia de la maternidad?
Por supuesto, me viene a la
cabeza familia. Y crecimiento personal: aprender, sorprenderte, sacar lo mejor
de ti… Si eres padre lo sabes y, si no, lo descubrirás cuando lo seas.
Hablando de hijos, lleva 20
años al frente del programa Corazón de…
¡22 voy a hacer! Vamos por
el programa 6.400 o así. Cuando empezó venía de un programa cultural, sabía muy
poco –por no decir nada– de crónica social y no me apetecía, no me parecía
interesante ni atractivo, pero me ha aportado tanto… Me ha dado una gran
lección de la importancia del co-razón [dice separando la
palabra].
¿Nos falta poner más
corazón en las cosas?
Bueno, a algunos sí y a
otros no. Hay gente que no lo necesita, pero en mi caso el interés y el corazón
son importantes.
También se dice que su
espacio saca el corazón amable, ¿falta amabilidad?
Falta consideración, falta
sentido común y, en los tiempos que corren, un poquito de estar presente.
También es una fija en las
Campanadas de TVE, que han sido hace poco más de un mes. ¿Tiene algún deseo
para este 2019?
Creo que está bien lo que
hablábamos de poner alma en las cosas, sentido común… y parar. Vamos volados,
vamos a por el titular y, por las prisas, como queremos tanta información, no
leemos entre líneas y ni siquiera nos cuestionamos lo que leemos.
Sé que está unida a la
música, ¿qué canción pondría en este momento de su vida?
Ya que Alfa y
Omega es un semanario católico, invito a los lectores a que escuchen
el disco de mi marido [Pablo Heras-Casado] de Monteverdi. Es música barroca
preciosa, inspiradora.
Rodrigo Pinedo
Fuente: Alfa y Omega
Fecha de Publicación: 14 de Febrero de 2019