En
su homilía el Santo Padre recordó que la Navidad tiene un sentido auténtico
cuando, al igual que los Reyes Magos, salimos en marcha a buscar a Jesús, “la
verdadera luz del mundo”
El
domingo 6 de enero, Fiesta de la Epifanía, “la manifestación del Señor a todas
las naciones”; el Papa Francisco presidió la Santa Misa a las 10 de la mañana
en la Basílica de San Pedro, a la que asistieron miles de fieles y peregrinos.
Los Reyes Magos en busca
de la Estrella
“De
esta manera se revela la hermosa realidad de la venida de Dios para todos: cada
nación, lengua y población es acogida y amada por Él. El símbolo de esto es la
luz, que alcanza e ilumina todo”, explicó el Pontífice en su homilía haciendo
especial hincapié en la figura de los Tres Reyes magos de Oriente, quienes en
una actitud abierta a las sorpresas de Dios, salieron a buscar al mesías
siguiendo la luz de la estrella: “Lo encontraron, pero no donde ellos pensaban.
No en el palacio real de Jerusalén, sino en una humilde morada en Belén”.
Los poderosos no se dieron
cuenta
Igualmente,
el Santo Padre señaló que la misma paradoja surgió en Navidad, cuando el
Evangelio hablaba del censo de toda la tierra en tiempos del emperador Augusto
y del gobernador Cirenio (cf. Lc 2,2): “ninguno de los poderosos de la época se
dio cuenta de que el Rey de la historia había nacido en su momento”.
Dios ilumina, no deslumbra
La
explicación está en que la luz de Dios no va a aquellos que brillan con luz
propia. “Dios se propone, no se impone, ilumina, pero no deslumbra”- dijo Francisco-
aseverando que siempre hay una gran tentación de confundir la luz de Dios con
las luces del mundo.
La Iglesia no es sol, sino
luna
“Cuántas
veces hemos perseguido los destellos seductores del poder y del protagonismo,
convencidos de que estamos haciendo un buen servicio al Evangelio, pero en
realidad encendimos las luces en el lado equivocado, porque Dios no estaba
allí”, se preguntó el Papa; recordando que Jesús es la verdadera estrella del
mundo que brilla en humilde amor; y que sólo Él está al centro.
“Cuántas
veces, pues, como Iglesia, hemos intentado brillar con nuestra propia luz. Pero
no somos el sol de la humanidad. Somos la luna que, a pesar de sus sombras,
refleja la luz verdadera, el Señor: Él es la luz del mundo (cf. Jn 9, 5). Él,
no nosotros”, afirmó.
Buscar un camino
alternativo al mundo
Y
en referencia a la conclusión del Evangelio que relata como los Magos de
Oriente, habiendo encontrado a Jesús, "regresaron a su país por otro
camino". (Mt 2,12); Francisco subraya que se trata de buscar “un camino
alternativo al mundo, como el que siguen los que se quedan con Jesús en
Navidad: María y José, los pastores y no la vía de los poderosos, como los
escribas consultados por Herodes que sabiendo dónde había nacido Jesús no se
movieron”.
Imitemos a los Reyes Magos
“No
basta con saber dónde nació Jesús, como los escribas, si no llegamos a ese
lugar. No basta saber que Jesús nació, como Herodes, si no lo encontramos.
Cuando su dónde se convierte en nuestro dónde, su cuándo en nuestro cuándo, su
persona en nuestra vida, entonces las profecías se cumplen en nosotros.
Entonces Jesús nace dentro de mí y se convierte en un Dios vivo para mí. Hoy
estamos invitados a imitar a los Reyes Magos. No discuten, sino que caminan; no
se quedan a mirar, sino que entran en la casa de Jesús; no se ponen en el
centro, sino que se inclinan ante Él, que es el centro; no se fijan en sus
propios planes, sino que están dispuestos a tomar otros caminos”, concluyó el
Pontífice.
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