La
dulce transformación
¡Las
mayores sí que saben! Tienen el arte de aprovechar todo.
La
verdad es que este año la cosecha de tomates ha sido buena y abundante. Pero
muchos de ellos comenzaban a ponerse demasiado maduros a la vez, y no dábamos
abasto a comerlos... así que, entre sor Agustina y sor Carmen (que comparten
turno de cocina) decidieron hacer una “tomatada” y una riquísima mermelada de
tomate.
Mientras
probaba la mermelada, pensé en el origen de ese riquísimo dulce. En realidad se
trata de un tomate tirando a demasiado maduro. Ese tomate, si se llega a dejar
así, poco después estaría incomible, y habría que tirarlo. Sin embargo, pasado
por el fuego, con una mezcla de azúcar... ¡queda una mermelada que se conserva
por mucho, mucho tiempo!
Igual
que mis hermanas tienen el arte de aprovechar hasta el tomate maduro, yo, como
ellas, quiero aprender el arte de descubrir que todo en nosotros se puede aprovechar.
Sí, hasta nuestra pobreza, hasta aquello que, si pudiéramos, quitaríamos de
nosotros mismos.
Y
es que, por más que intentemos ser fuertes, la debilidad, la pequeñez es algo
que todos tenemos y que, por más que nos gustaría, no podemos evitarlo. Es
propio de nuestra condición: un día será el carácter; otro día, vernos
limitados, una enfermedad...
¡Cuánto
me cuesta amarme pobre! Pero todo me va señalado un camino nuevo, distinto, y
es el camino de rendirse a Cristo, de saber que sí, que soy pobre, y que por
eso mismo Le necesito, y quiero que se manifieste día a día en mi vida.
Es
cierto que si viviésemos instalados en nuestra pobreza no haríamos bien, sería
como dejar el tomate madurar hasta que ya solo se puede tirar.
Sin
embargo, si nos dejamos transformar por Él, si pasamos por el fuego del Amor de
Cristo y nos mezclamos con el azúcar, que son los hermanos, el resultado es
real en nuestra vida. Esto es resucitar; no es ser impecables, sino el dejarnos
transformar por el Amor.
Todo
en nosotros es digno de ser amado, porque a Sus ojos no hay nada que nos pueda
separar de Su Amor. ¡Nada de ti Le alejará, jamás! Y, si así lo crees y no te
alejas ni de Cristo ni de los hermanos que Él te regala, experimentarás en tu
vida lo dulce que es el amor.
Hoy
el reto del amor es invitar a alguien a un desayuno con mermelada. Cada día hay
algo que celebrar, porque cada mañana se renueva en ti el triunfo de Cristo. Él
ha vencido el mal y, por ello, no dejes que nada te entristezca ni agobie. Tan
solo confía, con Fe y gratitud, en su promesa, y verás tu vida transformada.
VIVE
DE CRISTO
Enlace
para solicitar el calendario “VIVE DE CRISTO 2019”:
Fuente:
Dominicas de Lerma
