«No hay vida plena sin contar con el sufrimiento y la enfermedad, que
son un mensaje a nuestro mundo»
La escritora y periodista Irene Villa participa en el XX aniversario de
la fundación diocesana madrileña El Buen Samaritano, dedicada a personas con
enfermedad mental grave y duradera. «La enfermedad mental es una realidad entre
nosotros, no hay que maquillarla o encubrirla, o dejar que los familiares la
sufran en soledad»», dice el obispo auxiliar José Cobo.
«A mí la mente
me ha salvado de una vida desgraciada», ha afirmado la escritora, psicóloga y
periodista Irene Villa el miércoles en el espacio CaixaForum de Madrid, durante
la celebración del XX aniversario de la fundación diocesana madrileña El Buen
Samaritano, dedicada a la atención, recuperación e integración de las personas
con enfermedades mentales graves y duraderas, y de sus familias.
«Tú eliges:
vivir de la amargura, o decidir que tu vida empieza hoy», «Uno no puede
florecer hasta que no acepta su realidad, muchas veces afrontándola en
soledad», «Uno no sabe lo fuerte que es hasta que ser fuerte es su única opción»,
«Nuestro motor está dentro de nosotros: es nuestra espiritualidad y nuestra
fuerza de voluntad, y eso se puede potenciar», «Unas veces se gana, pero la
mayoría se aprende», «El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional»:
son algunas de las frases que más impactaron a los asistentes al aniversario,
tanto profesionales como voluntarios, usuarios y amigos de la fundación, ante
los cuales valoró también la última película de Juan Manuel Cotelo, El
mayor regalo, en la que ha participado dando su testimonio.
«Qué importante
es tener también alguien que cree en ti, como hace la fundación El Buen
Samaritano», porque «necesitamos personas útiles que se sientan útiles», dijo
también Irene Villa, poco antes de dar paso al obispo auxiliar José Cobo, quien
se preguntó: «¿Qué le pasará a esta sociedad si no nos gastamos todos, si no
nos ponemos manos a la obra para ayudar a los más vulnerables que tenemos
alrededor?»
José Cobo puso
el acento en «las personas que se quedan en los márgenes, los que no tienen
redes sociales, o que no tienen familia», ante los cuales la fundación El Buen
Samaritano «no surgió por interés o conveniencia; surgió por dignidad, para
reafirmar la dignidad inviolable de cada persona, sea como sea», dijo,
revelando también que él fue testigo de los primeros pasos de la fundación,
cuando un grupo de profesionales ofrecía sus servicios en la parroquia Nuestra
Señora del Sagrario.
El obispo
auxiliar señaló asimismo que «la enfermedad mental es una realidad que está
entre nosotros, no hay que maquillarla o encubrirla, o dejar que los familiares
la sufran en soledad». Y no solo eso, sino que «cada enfermo es un milagro, no
es un problema. Los enfermos nos enseñan a vivir, nos enseñan cómo es la vida,
que no es precisamente lo que sale en la tele…».
En este
sentido, destacó que «no hay vida plena
sin contar con el sufrimiento y la enfermedad, que son un mensaje a nuestro
mundo», porque «la debilidad es parte de la vida, y el sufrimiento tiene un
poder infinito, incalculable».
En su relación
con el entorno social, «es a la sociedad en su conjunto a la que le compete
atender a todos los seres humanos. Es tarea de todos y entre todos, también de
las instituciones públicas y privadas, para que no dejemos a ninguno de lado. A
todos ellos les queremos llevar cariño, y ofrecerles una profesionalidad con
alma, para que cada persona se sienta única, como sucede en el El Buen
Samaritano», concluyó Cobo.
Juan Luis
Vázquez Díaz-Mayordomo
Fuente: Alfa y
Omega
