¿Sabías
que las abejas son capaces de reconocer la santidad de una persona?
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¡Cuántas
cualidades tienen las abejas! Son laboriosas, viven en una gran familia bien
organizada, protegen su hogar, y nos proporcionan productos preciosos como la
cera y la deliciosa miel. Y estas maravillosas e perspicaces criaturas han
sabido reconocer la santidad de una persona a lo lejos, como saben reconocer el
dulce néctar de las mejores flores a kilómetros de distancia. Como podrás ver
en estas interesantes anécdotas.
Santa Rita
Los
padres de Rita eran campesinos y la llevaban desde recién nacida al campo. Un
día, mientras la pequeñita reposaba a la sombra de un árbol en su cesta, un
enjambre de abejas se puso a entretenerla. Ninguna hacía el más mínimo ademán
de picarla. Es más, algunas de ellas entraban en su boquita semi-cerrada para
convidarle un poco de su dulce miel. En ese momento pasó un campesino que iba
corriendo al pueblo para hacerse curar el brazo, se había abierto una
importante herida con la guadaña, al ver a Rita en su cesta circundada de
abejas, fue a alejarlas; y ocurrió un milagro. Cada vez que él campesino movía
el brazo para alejar las abejas su herida se cerraba, lo movió hasta quedar
completamente sano.
También
cuentan que el día que falleció la santa un enjambre entró a su celda y que
después de 200 años de su muerte, en el monasterio de Cascia, unas abejas
blancas surgían de las paredes del monasterio durante Semana Santa de cada año
y permanecían hasta la fiesta de Santa Rita, el 22 de Mayo, cuando retornaban a
la inactividad hasta la Semana Santa del próximo año. El Papa Urbano VIII,
sabiendo lo de las misteriosas abejas pidió que una de ellas le fuera llevada a
Roma. Después de un cuidadoso examen, le ató un hilo de seda y la dejó libre.
Más tarde vieron la misma abeja en su nido en el monasterio de Cascia, a 138
kilómetros de distancia. Los huecos en la pared, donde las abejas
tradicionalmente permanecen hasta el siguiente año, pueden ser vistos hasta el
día de hoy en el monasterio.
San Ambrosio
Se
narra que un día estaba el pequeño Ambrosio durmiendo en el petroriano (su
padre era un alto funcionario militar romano), vino de repente un enjambre y se
posó en su cara. Las abejas entraban y salían de su boca. El padre que caminaba
cerca del niño junto con la madre, prohibió a la domestica que lo cuidaba de
alejar los insectos, había intuido que se trataba de un hecho prodigioso,
entonces dijo: “Si este niño vive, se convertirá en un “grande””.
Y así fue, san Ambrosio se convirtió en un “grande” para la Iglesia, esa Iglesia, como la comparó, similar a una colmena donde las abejas (los cristianos) trabajan con fervor y fidelidad buscando y obteniendo, lo mejor de cada flor: la miel.
San Elías
Un
día un enjambre comenzó a girar alrededor de la cabeza de san Elías sin
ocasionarle ningún daño. Entonces tomó un recipiente y se dirigió hacia el
huerto. Casi todas las abejas se aglutinaron en el recipiente. El santo vio en
ese hecho, como el futuro de sus monjes, que habrían continuado a vivir en
comunión fraterna y sólo unos pocos se perderían en el camino.
San Bernardo de Claraval
También
se lo relaciona con las abejas a san Bernardo de Claraval, llamado doctor
melifluo o boca de miel, porque dicen que sus prédicas eran como golosinas
dulces. El santo tenía el don de transmitir la experiencia de Dios con tal
dulzura e intensidad que los demás podían saborearla.
Y también Bernardo de Claraval habló varias veces de las abejas considerándolas un símbolo del Espíritu Santo que vuela y se alimenta del perfume de las flores.
Maria
Paola Daud
Fuente: corazones.org, Santi eremiti italogreci: grotte
e chiese rupestri in Calabria, antropologiaartesacra.it
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