La
mezcla exacta
Hola,
buenos días, hoy Lety nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Es
impresionante en estos días ver cómo cada una en el monasterio está ocupada en
lo que le ha sido encargado para la Profesión de Sión de este sábado.
Igual
que en todo gran acontecimiento hay un recuerdo, a nosotras el Señor nos ha
regalado hacer unas medallas.
La
verdad es que no sabíamos cómo hacerlo, pero el Señor trajo este verano al
monasterio a una persona muy especial: Ana. Venía a darnos las gracias por
haber rezado por su familia y, en medio de la conversación, le compartí que uno
de mis sueños es hacer medallas para evangelizar, cosas chulas para que las
lleves y te recuerden el amor de Cristo.
En
ese mismo instante, Ana, entusiasmada, ¡me contestó que se dedica a ello! Me
dijo que la mandase la imagen que queríamos grabar, que ella me haría unas
medallas.
Yo no me lo podía creer: ¡el Señor me había traído una joyera al convento! Me dejé llevar por Él y envié por correo electrónico la imagen que Sión había dibujado. ¡Y hace una semana han llegado las medallas!
Han
quedado muy bonitas... Cuando hablé con Ana, le pedí que me hiciera las
medallas con borde para poderlas esmaltar, y lo ha hecho. Así pues, ahora estoy
encargada de esmaltar todas las medallas que me dé tiempo, ya que es un trabajo
laborioso. El punto clave es realizar con cuidado la mezcla de dos partes de
esmalte con una de catalizador. Una vez hecha, tienes 30 minutos de trabajo
antes de que empiece a endurecerse. Después se mete la medalla esmaltada en el
horno y sale preciosa.
Ayer,
cuando estaba trabajando en ello y oraba por cada persona que llevará puesta
esta medalla, me daba cuenta de lo importante que es en la vida hacer bien la
mezcla entre la gracia y las obras. Si te pasas de uno de los dos, la mezcla no
vale y hay que tirarla; pero lo peor es que también hay que tirar la medalla (o
pasarla por un proceso de limpieza a fondo).
Qué
importante es comprender la mezcla en nuestra vida. Necesitamos dos partes de gracia,
de oración, de encuentro con el Señor, y una parte de obras, de hacer. Las dos
cosas son importantes y necesarias en nuestra vida. Primero lo recibimos todo
de Cristo, para después darlo.
A
veces nos quemamos en las obras... y casi siempre es porque hemos olvidado la
mezcla, o hemos invertido las proporciones.
Hoy
el reto del amor es hacer bien la mezcla esta mañana para que el día funcione:
dos partes de oración por una de acción. Antes de hacer una llamada complicada
por teléfono, antes de una reunión o encuentro, ora y pídele al Señor que Él
esté presente en ello, junto a ti.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma