“Honra
a tu padre y a tu madre”. El Cuarto mandamiento del Decálogo tema de la
catequesis del Papa Francisco en la Audiencia General del miércoles 19 de
septiembre de 2018
“Reflexionamos hoy sobre el cuarto mandamiento
de la ley de Dios: «Honra a tu padre y a tu madre, […] para que se prolonguen
tus días y seas feliz en el país que Dios te da». Honrar significa reconocer y
dar importancia a los padres a través de acciones concretas, que manifiestan
afecto y cuidado; y esto tiene como efecto una vida larga y feliz”, lo dijo el
Papa Francisco en la Audiencia General del tercer miércoles de septiembre de
2018, continuando con su ciclo de catequesis dedicadas a los Mandamientos.
Honrar al padre y a la
madre es reconocer su valor
En
este viaje dentro de las Diez Palabras y explicando el mandamiento que se
refiere al padre y a la madre, el Santo Padre señala que se trata del honor que
se da a los padres. “El término hebreo – precisa el Pontífice – indica la
gloria, el valor, al pie de la letra el peso, la consistencia de una realidad.
No se trata de formas externas, sino de la verdad”. De hecho, honrar a Dios, en
la Escritura, afirma el Papa, significa reconocer su realidad, contar con su
presencia; esto también se expresa con los ritos, pero implica sobre todo dar a
Dios el lugar que le corresponde en la propia existencia. “Honrar al padre y a
la madre significa, por lo tanto – explica el Santo Padre – reconocer su
importancia también con actos concretos, que expresan dedicación, afecto y
cuidado”.
Honrar a los padres
conduce a una vida larga y feliz
Además,
honrar a los padres, agrega el Papa Francisco comentando el Libro del
Deuteronomio, tiene como efecto una vida larga y feliz. La palabra “felicidad”
en el Decálogo aparece sólo vinculada a la relación con los padres. “Esta
sabiduría milenaria – subraya el Pontífice – evidencia la importancia del
ambiente familiar en los primeros años de vida, que repercute en la posterior
forma de ser y comportarnos. Podemos pensar en tantos jóvenes que, después de
haber vivido una infancia difícil y dolorosa, se han reconciliado, a través de
Cristo, con la vida y han sido un ejemplo luminoso para muchos otros. Los
enigmas y los porqués de nuestra vida – agrega – se iluminan descubriendo la
presencia del Señor a nuestro lado. En Él, honramos a nuestros padres con la
libertad de hijos adultos y los acogemos con misericordia y amor”.
Gratitud con quienes nos
han traído al mundo
Pero
el Cuarto mandamiento, afirma el Obispo de Roma, dice aún más, no sólo habla de
la bondad de los padres, sino de un acto de los hijos, independientemente de
los méritos de los padres, y dice que, “aunque no todos los padres sean buenos y
no todas las infancias sean serenas, todos los hijos pueden ser felices, porque
el logro de una vida plena y feliz depende de la justa gratitud a quienes nos
han traído al mundo”.
Pensemos
por ejemplo, señala el Papa, en muchos jóvenes que provienen de historias de
dolor y para todos aquellos que han sufrido en su juventud. “Muchos santos – y
muchos cristianos – después de una dolorosa infancia han vivido una vida
luminosa, porque, gracias a Jesucristo, se han reconciliado con la vida.
Pensemos en el hoy beato, pero el próximo mes santo, Sulprizio, ese joven que a
los 19 años terminó su vida reconciliado con tanto dolor, con tantas cosas,
porque su corazón estaba sereno y nunca había negado a sus padres. Pensemos en
San Camilo de Lellis, que desde una infancia desordenada construyó una vida de
amor y servicio; Santa Josefina Bakhita, que creció en una horrible esclavitud;
o el Beato Carlos Gnocchi, huérfano y pobre; y el propio San Juan Pablo II,
marcado por la pérdida de su madre a una edad temprana”.
Honrar a nuestros padres
con la libertad de los Hijos
En
este sentido, el Papa Francisco precisa que, el hombre de cualquier historia
que venga, recibe de este mandamiento la orientación que conduce a Cristo: en
Él, en efecto, se manifiesta el verdadero Padre, que nos ofrece “renacer de lo
alto”. “Nuestras heridas comienzan a ser potencialidades cuando por gracia
descubrimos que el verdadero enigma ya no es ¿por qué?, sino ¿para quién? ¿En
vista de qué obra me forjó Dios a través de mi historia? Aquí todo se invierte,
todo se vuelve precioso, todo se vuelve constructivo. Mi experiencia, incluso
triste y dolorosa, pero a la luz del amor como se hace para los demás, para
quien, fuente de salud”.
Entonces,
concluye el Papa Francisco, podemos empezar a honrar a nuestros padres con la
libertad de los hijos adultos y la aceptación misericordiosa de sus
limitaciones. “Honrar a los padres: ¡pero ellos nos dieron la vida! Si te has
alejado de tus padres, haz un esfuerzo y vuelve, vuelve con ellos, tal vez sean
viejos.... Te dieron la vida. Y luego tenemos el hábito de decir cosas malas,
incluso malas palabras. Por favor, nunca, nunca, nunca insultes a los padres de
otras personas. ¡Nunca! Nunca insultes a tu madre, nunca insultes a tu padre.
¡Nunca! ¡Nunca! Tú tomas esta decisión interna. De ahora en adelante, nunca
insultaré a la madre o al padre de nadie. ¡Le dieron la vida! No deberían ser
insultados”.
Muestren su cariño a sus
padres
Antes
de terminar su catequesis, el Santo Padre saludó cordialmente a los peregrinos
de lengua española venidos de España y Latinoamérica; en particular saludo a
los participantes en el curso de rectores de Seminarios Mayores diocesanos, al
grupo de la Pastoral de la Carretera de la Conferencia Episcopal Española, y a
los catequistas de la Diócesis de Nogales, en México. “Los animo a reavivar en
ustedes la gracia del bautismo que nos hace renacer de lo alto y ser hijos de
Dios. Con esta consciencia, los invito a mostrar su cariño a sus padres, a
través de signos concretos de ternura y afecto, y también con la oración”.
Renato
Martínez – Ciudad del Vaticano
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