El Santo Padre pronunció un discurso reflexionando sobre la cuestión de qué representa ser obispo y cuál es la esencia de esta vocación
El Pontífice recibió en audiencia a los obispos de los
Territorios de Misión que participaron en el Seminario promovido por la
Congregación para la Evangelización de los Pueblos. En su discurso, los alentó
a evangelizar entre la gente como hacía Jesús y "no desde la comodidad de
sus oficinas", y puso en guardia ante el riesgo de caer en la apatía que
conduce a la mediocridad.
La mañana del sábado 8 de septiembre el Papa Francisco
recibió en audiencia en la Sala Clementina del Vaticano a los
obispos de los Territorios de Misión que participaron en el Seminario promovido
por la Congregación para la Evangelización de los Pueblos.
Tras saludar al prefecto de la Congregación,
el cardenal Fernando Filoni; al secretario, Mons. Rugambwa y al presidente de
las Obras Misionales Pontificias, Mons. Giovanni Pietro Dal Toso; así
como a los prelados acompañados por sus comunidades de religiosos, laicos y
catequistas, el Santo Padre pronunció un discurso reflexionando sobre la
cuestión de qué representa ser obispo y cuál es la esencia de
esta vocación.
¿Quién es el
obispo?
El Sucesor de Pedro invitó a interrogarse sobre
su verdadera identidad como pastores formulando la pregunta
¿quién es el obispo?, con el fin de poder adquirir una mayor conciencia de su
labor, "a pesar de que no exista un modelo estándar-idéntico en todos los
lugares del mundo".
Siguiendo el ejemplo del Buen
Pastor, presentado por Jesús mismo en su parábola (Jn 10,1-18), "el
obispo está llamado a hacer suyo el corazón del sacerdocio, que es la ofrenda
de su propia vida, gracias a la efusión del Espíritu Santo", dijo
Francisco subrayando tres
rasgos esenciales que caracterizan a un mitrado: hombre
de oración, hombre del anuncio y hombre de comunión.
Hombre de oración, y no de apariencia
"El obispo es el Sucesor de los
Apóstoles y cómo los Apóstoles son llamados
por Jesús para quedarse con él (Mc 3, 14)", explicó el Pontífice
recordando que es allí donde este encuentra su fortaleza y
su confianza, "porque delante del tabernáculo aprende a confiar en sí
mismo y a confiar en el Señor".
"La
oración no es para el obispo devoción, sino necesidad; no es una tarea más
entre muchas otras, sino un ministerio de intercesión indispensable"-
continuó el Papa- destacando que el obispo activo en la oración "comparte
la pasión y la cruz de su Señor", ya que -dijo- "es fácil llevar una
cruz sobre el pecho...pero el Señor nos pide llevar un bien más pesado sobre
nuestras espaldas y corazones: nos pide realmente compartir su cruz".
Hombre del anuncio en camino: "no sentado en
una oficina"
En cuanto al segundo rasgo característico
del obispo, el Santo Padre hizo hincapié en que como Sucesor de los Apóstoles,
este asume el mandato que Jesús dio a sus discípulos: "vayan y proclamen
el Evangelio" (Mc 16, 15).
“La oración no es para el obispo devoción,
sino necesidad; no es una tarea más entre muchas otras, sino un ministerio de
intercesión indispensable”
«Vayan:
el Evangelio no se anuncia sentado, sino en camino. El obispo no vive en la
oficina, como administrador de la compañía, sino entre la gente, en las calles
del mundo, como Jesús», advirtió Francisco explicando que el auténtico
pastor "sale de sí mismo para encontrarse a sí mismo, no le gusta
la comodidad, no le gusta la vida tranquila y no ahorra energías, sino que
trabaja para los demás, abandonándose a la fidelidad de Dios. Si
busca puestos y seguridades mundanas, no es un verdadero apóstol del
Evangelio", aseguró.
Pero...
¿cuál es el estilo del anuncio? El obispo de Roma responde con claridad:
"testificar humildemente el amor de Dios, tal como lo hizo Jesús, que se
humilló por amor".
Hombre de Comunión que no busca "sus propias
glorias"
Respecto al tercer punto identificativo del
obispo, el Pontífice explicó que este no puede tener todos los dones, ni todos
los carismas, sino que "está llamado
a tener el carisma del todo", es decir, a mantenerse unido, a cimentar
la comunión.
“Si el obispo busca puestos y seguridades
mundanas, no es un verdadero apóstol del Evangelio”
"La
Iglesia necesita unión, no solistas fuera del coro o líderes de batallas
personales. El Pastor reúne: es obispo para sus fieles y cristiano con sus
fieles. No es noticia en los periódicos, no busca el consenso del mundo, no
está interesado en proteger su buen nombre, sino que ama tejer la
comunión involucrándose en primera persona. No sufre de falta de
protagonismo, sino que vive arraigado en el territorio, rechazando la tentación
de alejarse con frecuencia de la Diócesis y huir en búsqueda de sus propias
glorias", añadió el Papa.
Defiendan la familia, los seminarios, los jóvenes
y los pobres
Asimismo, el Santo Padre concluyó pidiendo
a los pastores que
defiendan con ahínco y entrega algunas de las realidades más importantes de la
sociedad:
“La Iglesia necesita unión, no solistas
fuera del coro o líderes de batallas personales. El obispo no es noticia en los
periódicos, no busca el consenso del mundo, no está interesado en proteger su
buen nombre, sino que ama tejer la comunión involucrándose en primera persona”
Las
familias: "ya
que a pesar de estar condicionadas por una cultura que transmite la lógica de
lo provisorio y favorece los derechos individuales, siguen siendo las primeras
células de todas las sociedades y las primeras Iglesias, porque son iglesias
domésticas".
Los
seminarios: "controlen
cuidadosamente que estén guiados por hombres de Dios, educadores
capaces y maduros que, con la ayuda de las mejores ciencias humanas, garanticen
la formación de perfiles humanos sanos, abiertos, auténticos y sinceros, que
den prioridad al discernimiento vocacional para reconocer la voz de Dios, entre
las tantas otras que resuenan en los oídos y en el corazón".
Los
jóvenes: "a quienes
será dedicado el inminente Sínodo porque son el futuro de la Iglesia y de la
sociedad".
Los
pobres: «dediquen
tiempo y energía a los últimos sin miedo a "mancharse las manos"»,
finalizó Francisco alentando a los prelados a no caer en la apatía que conduce
a la mediocridad y deseando a todos "la Santa inquietud por el Evangelio,
que es la única que da Paz".
Sofía Lobos-Ciudad del Vaticano
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