Este
sábado 8 de septiembre, el Papa recibió en audiencia a las 120 religiosas participantes
en el Simposio Internacional de las Benedictinas a quienes alentó a seguir en
su servicio y en su estilo
“Instrumentos de la ternura de Dios para los
necesitados”: así definió el Papa Francisco a las benedictinas recibidas en
audiencia en la mañana de este sábado, en la Sala del Consistorio. Tras darles
la bienvenida y agradecer al Padre Primado las palabras introductorias, el
Santo Padre expresó su cercanía a las 120 religiosas que participan en el
Simposio de la Unión Internacional de las Benedictinas, definiendo esta reunión
como una “buena oportunidad” de oración y reflexión “sobre las diferentes
maneras en que el espíritu de San Benito, después de mil quinientos años,
continúa resonando y trabajando hoy”.
Lugares de acogida para el
mundo que busca ternura
En
su discurso el Pontífice tema del encuentro elegido por las benedictinas,
tomado del capítulo 53 de la Regla de San Benito: "Todos sean recibidos
como Cristo” el cual, recuerda el Papa, “ha imprimido en la Orden Benedictina
una marcada vocación a la hospitalidad”.
“Hoy
en día en el mundo hay muchas personas que buscan vivir la ternura, la
compasión, la misericordia y la aceptación de Cristo en sus vidas”, recuerda
Francisco en sus palabras, al tiempo que destaca la labor que desarrollan las
religiosas de la Orden de San Benito, ofreciendo al mundo “el precioso don de
su testimonio cuando se convierten en instrumentos de la ternura de Dios para
los necesitados". "Su bienvenida a personas de diferentes tradiciones
religiosas – precisa el Santo Padre - ayuda a llevar adelante el ecumenismo y
el diálogo interreligioso con la unción espiritual”. Y destaca cómo “durante
siglos, los lugares benedictinos han sido conocidos como lugares de acogida, de
oración y de hospitalidad”.
La oración, don de valor
incalculable para el mundo que sufre
El
Pontífice se detiene seguidamente en el lema de la orden benedictina “Ora et
Labora” y asegura que la oración diaria “enriquece, el 'aliento' de la
Iglesia”. Una oración que es “de alabanza, con la que dan voz a toda la
humanidad y también a la creación”; de acción de gracias por los innumerables y
continuos beneficios del Señor; una oración de súplica por los sufrimientos y
angustias de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, especialmente de los
pobres”.
Y
también – agrega el Papa – “es una oración de intercesión por aquellos que
sufren injusticia, guerra y violencia, y ven su dignidad violada. El valor de
su oración – asegura el Obispo de Roma - no puede ser calculado, pero es
ciertamente un don precioso”.
El cuidado de la creación
El
Santo Padre agradece también a las religiosas benedictinas por el cuidado que
tienen por el ambiente, por “el compromiso por preservar los dones de la
tierra” y las alienta “a continuar en este estilo y en este servicio para que
las obras de Dios puedan ser admiradas”. "Sé que las monjas benedictinas
de todo el mundo son buenas administradoras de los dones de Dios” – evidencia
el Papa y recuerda que en sus monasterios, situados en lugares de “gran
belleza”, la gente se refugia en la oración y admira “las maravillas de la
creación”.
Comunión en la diversidad,
esperanza de Dios para nuestro mundo
Y
se detiene luego en la “vida comunitaria” de la orden, que “da testimonio de la
importancia del amor y del respeto recíproco” manifestado en la “acogida
recíproca” que las religiosas, procedentes de lugares y experiencias diversas,
tienen entre ellas: “es el primer signo que dan en un mundo que fatiga por
vivir este valor” – asegura Francisco.
Es
esta “comunión en la diversidad” - agrega el Santo padre – la que “expresa la
esperanza de Dios para nuestro mundo: una unidad hecha de paz, aceptación mutua
y amor fraterno”.
“¡Ustedes
son iconos de la Iglesia y de la Virgen, no lo olviden! Quien las ve, ve a la
Iglesia Madre y a la Virgen Madre de Cristo", concluye el Papa,
asegurándoles el acompañamiento con la oración.
María
Cecilia Mutual - Ciudad del Vaticano
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