En el primer encuentro del Papa con la juventud asiática el Pontífice invitó a los chicos presentes a testimoniar con la vida el Evangelio de la esperanza
Se
cumplen cuatro años de la visita Apostólica del Papa Francisco a Corea del Sur
con motivo de la VI Jornada de la Juventud Asiática. Francisco invitó a los
jóvenes a rezar “por la unidad de las Coreas” y hacer que los jóvenes “sean un
regalo para Jesús y para el mundo”.
Convirtiéndose
en el segundo Papa en la historia en visitar Corea, un país que cuenta con una
de las poblaciones católicas más pequeñas del mundo, Francisco llegó al país
asiático el 13 de agosto de 2014 para celebrar junto a los jóvenes la sexta
edición de la Jornada Asiática de la Juventud, que tuvo como lema: "La
gloria de los Mártires brilla sobre ustedes".
Sólo hay una Corea
En
el primer encuentro del Papa con la juventud asiática, en el Santuario de
Solmoe en Daejeon, el Pontífice invitó a los chicos presentes a testimoniar con
la vida el Evangelio de la esperanza, “liberando el corazón de las gargantas
del egoísmo, de la hostilidad y de la injusticia". Un encuentro en el que
además de su largo discurso pronunciado en inglés, el Papa respondió a una
serie de preguntas que le realizaron algunos de los chicos. Entre las
respuestas destaca la exhortación del Papa a orar por la reunificación de las
Coreas: "Señor - dijo el Papa - somos una familia, ayúdenos a alcanzar la
unidad. Que no haya ni vencedores ni vencidos. Solamente una familia".
Dejad que Cristo os
transforme
"Dejad
que Cristo transforme vuestro optimismo natural en esperanza cristiana, vuestra
energía en virtud moral, vuestra buena voluntad en amor genuino que se sabe
sacrificar" dijo el Papa Francisco a los jóvenes asiáticos durante su
homilía en el Castillo de Haemi, donde celebró la Santa Misa que metía el
broche final a esta Jornada Asiática de la Juventud. En su Homilía Francisco también
les dijo que si se dejan transformar por Cristo, “serán un regalo para Jesús y
para el mundo" y les exhortó a "participar plenamente en la vida de
la sociedad".
Aunque
sin duda, lo más destacado fue la invitación de Francisco “a construir una
Iglesia que sea más santa, más misionera y humilde, una Iglesia que ama y adora
a Dios, tratando de servir a los pobres, a los que están solos, a los enfermos
y a los marginados".
Mireia
Bonilla – Ciudad del Vaticano
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