Enock afirma que "la Iglesia en África nos espera para que podamos dar razones de nuestra esperanza y argumentar la fe y llevar muchas almas al cielo"
Enock es un seminarista tanzano que se forma en estos momentos en España |
Enock
Rutashubanyuma Leopold
es un seminarista de 32 años de Tanzania. Este joven criado en una familia muy
religiosa pero muy humilde tuvo que trabajar desde niño para ayudar en casa,
compaginándolo con sus estudios.
Él es uno de los cientos de jóvenes que se
forman para el Seminario que son ayudados y becados por la Fundación CARF
(Centro Académico Romano Fundación), sin cuya ayuda difícilmente podrían
estudiar en el seminario.
Este joven
tanzano está actualmente en España y estudia para sacerdote en el Colegio
Internacional Bidasoa y relata a ReL desde su infancia en África hasta el despertar
de una vocación con la que pretende servir a su continente y al mundo entero.
Desde
niño ayudando en casa
Enock explica que
su pueblo era católico y cómo su padre se dedicaba a la agricultura,
“trabajo al que nos uníamos mis hermanos y yo después de la escuela y en
vacaciones, entre otras cosas, porque de ahí dependía la economía familiar”.
La fe la fue
recibiendo en casa y asegura que “la llama de la fe que recibí en el
bautismo se fue encendiendo cada vez más gracias a mi madre, María
Antonia”.
Además, en esa infancia tuvo un papel importante el párroco de su
pueblo. “Su testimonio de vida, predicación y amabilidad, me cautivaron mucho
desde que lo conocí, incluso comencé a frecuentar más la eucaristía, no
solamente porque era un gran predicador sino porque gracias al cariño con que
el Padre Gosbert celebraba el sacramento, intuía que en aquel lugar se estaba
obrando el milagro más grande de la historia”.
Su llegada a la
escuela secundaria supuso un cambio grande para Enock. Cuenta que en aquel
momento “experimenté por primera vez la necesidad de una sólida formación en la
fe, ya que, los alumnos no sólo profesaban la fe cristiana católica, había
también musulmanes, pentecostales, evangélicos…, a los cuales teníamos que
dar razón de nuestra fe”.
En 2006 se
produjo un acontecimiento que cambiaría todos sus planes. Su padre falleció,
y entonces más que antes debía trabajar para ayudar a su madre y hermanas, a la
vez que seguía con sus estudios.
"Mtawa",
el religioso
Este joven
recuerda una conversación que tuvo con sus padres unos meses antes de morir y
que nunca olvidará. “Me reveló que en su interior siempre estuvo la pregunta
por la vocación sacerdotal, me dijo, que le hubiese gustado tener la
oportunidad de conocer la vida del seminario. Cuando estábamos a punto de
terminar nuestra conversación, se detuvo unos segundos, y sin más vacilaciones
expresó que no le gustaría que a mí me pasara lo mismo, en pocas palabras, me
invito al correr el riego de preguntarle al Señor: Maestro, ¿qué quieres que
haga? Mi reacción inmediata, como posiblemente no podía ser de otra manera,
fue un rotundo “no”, y le expliqué a mi padre, que ya tenía planes, que mi vida
ya estaba resuelta, él solo sonrió y se quedó callado”.
12 años
después de aquello Enock tiene claro que esa conversación fue trascendental
para lo que ocurriría después. Aun con todas estas dificultades pudo
ingresar en la Universidad y acabar Geología.
Comenzó a
trabajar en una empresa estadounidense y a viajar por otros países de África.
Su vida tomaba forma, pero esto no lo alejó de Dios. Es más, cuenta que “seguía
recitando mis oraciones matutinas y vespertinas, rezaba el Rosario todos los
días, asistía a la Eucaristía diaria y dominical”. En un ambiente laboral a
veces nada favorable él se ganó el apodo de “mtawa”, que en español sería
algo así como “el religioso”.
Dejar de
huir del Señor
En ese momento
conoció a otro sacerdote que resultó clave en su vida, el padre Mpepo, que
durante una comida le dijo que “tenía que dejar de huirle al Señor, que
tenía que dejar de tenerle miedo, y plantearme seriamente abandonar todo y
seguirlo: mi trabajo, mis proyectos, mi familia, en pocas palabras, me invitó a
cambiar mis sueños por los sueños de Dios”.
Su reacción ya
no fue un “no” rotundo como el que dio a su padre años atrás. “En mi interior algo había cambiado, las
barreras habían sido debilitadas, mi guardia estaba baja, la posibilidad se
convertía en realidad”, afirma.
Faltaba una pieza
por encajar en el puzle. Necesitaba la aprobación de su madre, en ese momento
ya muy enferma. “Su salud se tornaba cada vez más débil, me acerqué y le conté
cada detalle de lo que había pasado en los últimos meses; también le confesé mi
preocupación por su salud. Ella solo tomó mi mano entre las suyas y me dijo:
‘mira, tal vez sea pobre y esté enferma, pero mi pobreza y mi enfermedad, no
dependen de ti, a mí lo que en verdad me gustaría es que hagas lo que Dios
quiere de ti. Tienes que escuchar los consejos que te han dicho, pero no
pierdas de vista que la decisión final tiene que brotar desde lo hondo de tu
corazón’”.
De
Tanzania, a España
Así fue como el
29 de septiembre de 2012 ingresó en el Seminario Mayor de Kibosho. Aunque
su aventura acababa de empezar, puesto que su obispo le envió en 2015 a España
a estudiar gracias a la ayuda de la Fundación CARF, y actualmente estudia en la Universidad de
Navarra y vive en el Colegio Bidasoa.
Esta experiencia
–explica- empezó de manera dolorosa ya que a los dos meses de llegar a Europa
su madre falleció. “Vine a España por la necesidad de la Iglesia en Tanzania,
de hecho, en los primeros días de mi estancia tuve que aguantar todo el clima,
el idioma, la cultura, y las comidas que tenía que aprender a lo largo de mi
vida aquí en España”, indica.
Para acabar,
Enock afirma que “la Iglesia en África nos espera para que podamos dar
razones de nuestra esperanza y argumentar la fe y llevar muchas almas al cielo.
Esta es la alegría del sacerdocio y la que nos hace decir sí a la llamada del
Señor”.
Una
peregrinación a Roma
Para dar a
conocer historias como la Enock y a otros muchos jóvenes como él, CARF ha
organizado una peregrinación a Roma
que se realizará del 23 al 28 de octubre, y tendrá una triple
vertiente. Por un lado, se podrá conocer la ciudad de Roma y el Vaticano, la
sede de Pedro. Para ello se realizará la adhesión al Papa participando en la
Audiencia con Francisco desde un lugar privilegiado.
Pero además, los
peregrinos conocerán a los seminaristas que los benefactores de CARF están sosteniendo, y
podrán escuchar los testimonios de muchos de ellos. Los participantes conocerán
también la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, donde estudian estos
jóvenes, y compartirán tertulia con su gran canciller, el prelado del Opus Dei,
monseñor Fernando Ocáriz.
J.
LOZANO
Fuente:
ReL