En la Misa matutina celebrada en la Capilla de la Casa
Santa Marta, el Papa Francisco recuerda la seducción del escándalo y del poder
de la comunicación calumniosa. Basta pensar en la persecución de los judíos en
el siglo pasado. Un horror que sucede también hoy
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El Papa en la Misa en Santa Marta (© Servizio Fotografico L'Osservatore Romano) |
Si se quieren destruir a las instituciones o personas,
se comience a calumniar. Se usa la seducción que el escándalo tiene en la
comunicación. Justamente de esta “comunicación calumniosa”, el Papa Francisco
advierte en su homilía en la Misa matutina celebrada en la Capilla de la Casa
Santa Marta.
Defender la
herencia de los padres
La reflexión del Papa parte de la historia de Nabot
narrada hoy en el Primer Libro de los Reyes y propuesta en la Primera Lectura.
El rey Acab desea la viña de Nabot y le ofrece dinero. Aquel terreno pero forma
parte de la herencia de sus padres y por lo tanto el hombre lo rechaza.
Entonces Acab que era “caprichoso”, hace como los niños cuando no obtienen lo
que quieren: llora. Luego, siguiendo el consejo de su mujer cruel, Jezabel, lo
acusa de falsedad, lo mata y toma posesión de su viña. Nabot – señala el
Pontífice – es pues un “mártir de la fidelidad a la herencia” que había
recibido de sus padres: una herencia que iba más allá de la viña, una “herencia
del corazón”.
Los mártires
condenados con las calumnias
El Papa Francisco evidencia que, la historia de Nabot
es paradigma para la historia de Jesús, de San Esteban y de todos los mártires
que han sido condenados usando un escenario de calumnias. Pero es también un
paradigma en el modo de proceder de mucha gente, de “tantos jefes de Estado y
de Gobierno”. Se comienza con una mentira y, “después de haber destruido sea
una persona, sea una situación con aquella calumnia”, se juzga y se condena.
Las dictaduras
adulteran las comunicaciones
“También hoy, en muchos países, se usa este método:
destruir la libre comunicación”.
“Por ejemplo pensemos: existe una ley de los medios,
de comunicación, se cancela esa ley; se entrega todo el aparato comunicativo a
una empresa, a una sociedad que calumnia, que dice falsedades, debilita la vida
democrática. Luego vienen los jueces a juzgar a esta institución debilitada,
estas personas destruidas, condenadas, y así va adelante una dictadura. Las
dictaduras, todas, han comenzado así, con adulterar la comunicación, para poner
a la comunicación en las manos de una persona sin escrúpulos, de un gobierno
sin escrúpulos”.
La seducción de
los escándalos
“También en la vida cotidiana es así”, subraya el Papa
Francisco: si se quiere destruir a una persona, “inicio por la comunicación:
difamar, calumniar, decir escándalos”:
“Y comunicar escándalos es un hecho que tiene una
seducción enorme, una gran seducción. Se seduce con los escándalos. Las buenas
noticias no son seductoras: si, pero que bien que ha hecho. Y pasa… Pero un
escándalo: pero has visto. Has visto esto. Has visto aquel otro. ¿Qué cosa ha
hecho? Esta situación… Pero no puede, no se puede ir adelante así. Y así la
comunicación crece, y esa persona, esa institución, aquel país termina en la
ruina. No se juzgan al final a las personas. Se juzgan las ruinas de las
personas o de las instituciones, porque no pueden defenderse”.
La persecución
de los judíos
“La seducción del escándalo en la comunicación lleva
justamente a un rincón”, es decir, “destruye” como le sucedió a Nabot que
quería sólo ser fiel a la herencia de sus antepasados, no venderla. Ejemplar en
este sentido es también la historia de San Esteban que hace un largo discurso
para defenderse, pero aquellos que lo acusaban, prefieren lapidarlo en vez de
escuchar la verdad. “Este es el drama de la avidez humana”, dice el Papa.
Muchas personas son, de hecho, destruidas por una comunicación malvada:
“Muchas personas, tantos países destruidos por
dictaduras malvadas y calumniosas. Pensemos por ejemplo en las dictaduras del
siglo pasado. Pensemos en la persecución a los judíos, por ejemplo. Una
comunicación calumniosa, contra los judíos; y terminaban en Auschwitz porque no
merecían vivir. Oh, es un horror, pero un horro que sucede hoy: en las pequeñas
sociedades, en las personas y en tantos países. El primer paso es apropiarse de
la comunicación, y después la destrucción, el juicio, y la muerte”.
Releer la historia de Nabot
El apóstol Santiago habla justamente de la “capacidad
destructiva de la comunicación malvada”. En conclusión, el Papa Francisco
exhorta a releer la historia de Nabot en el capítulo 21 del Primer Libro de los
Reyes y pensar “en tantas personas destruidas, en tantos países destruidos, en
tantas dictaduras con ‘con guantes blancos’, que han destruido los países.
Debora Donnini – Ciudad del Vaticano
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