La peor oración
Hola,
buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
El
día que toca ir a la cocina, como se pierde parte de la oración, solemos buscar
un rato por la tarde para estar con el Señor.
Así
lo hice el otro día. Sin embargo... ¡estaba totalmente reventada! ¡No podía ni
con las pestañas! ¡Qué cansancio!
No
encontraba forma de concentrarme, la mente se me dispersaba y sentía el corazón
congelado.
-Creo
que esta va a ser la peor oración de mi vida, Señor -comenté un tanto abatida.
Me
consolé pensando que al menos con mi presencia ya estaba orando, porque “uno
elige estar con las personas a las que quiere...”
Al
cabo de un rato, viendo que la cosa no fluía, cogí un pequeño librito. Lo abrí
por la marca. El capítulo hablaba sobre la aparición de la Virgen de
Guadalupe... y cómo las rosas florecieron en la nieve. Comentaba el sacerdote:
“La
belleza de Guadalupe está siempre en nuestra oración. No importa cuán fríos
estén nuestros corazones, las rosas de nuestras almas florecen. Cada momento
que pasamos delante del Señor, brotamos, crecemos y florecemos, como las rosas
en la nieve”.
¡¡Cómo
me ayudó este párrafo!! Realmente, ¡sentí que mi corazón se convertía en el más
espléndido jardín! Jesucristo es la persona más fácil de complacer en el mundo,
¡y la más agradecida!
El
Señor me hizo recordar que lo más importante en la oración no es lo que
nosotros hacemos o decimos, ¡sino lo que hace y dice Jesucristo! Basta con
ponerse en su Presencia, ¡y Él actúa!
Así
pues, me quedó muy claro que, la peor oración... es solo la que no se hace.
Hoy
el reto del amor es que busques una iglesia y te sientes un rato a estar con
Jesús. Si te vienen mil ideas, compárteselas. Si tu corazón arde en amor,
alábale. Y, si sientes tu alma con frío de nieve... quédate a su lado. Cristo
hará brotar las rosas y, con Él, pronto llega la primavera. Recuerda que
Jesucristo “hace florecer los árboles secos. Yo, el Señor, lo he dicho y lo
haré” (Ez 17, 24). ¡Feliz día!
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma