El Santo Padre recibe a la
asociación italiana contra la usura y propone practicar un nuevo humanismo
económico que ponga al centro a la persona
El
sábado 3 de febrero, en torno a las 12 del mediodía hora local, el Papa
Francisco recibió en audiencia en la Sala Clementina del Vaticano, a la
Asociación italiana contra la usura que lleva como nombre “Juan Pablo II”,
conformada por un grupo de voluntarios y víctimas del fenómeno usurero cuyas
graves consecuencias repercuten en todo el mundo.
Tras
agradecer las palabras del presidente de esta organización, y dedicar un saludo
especial al padre Massimo Rastrelli, ausente en la audiencia por enfermedad y quien
en 1991 estableció la primera Fundación contra la usura; el Sucesor de Pedro
pronunció un reflexivo discurso sobre esta lacra social, a la que
definió como “una plaga que lamentablemente todavía está muy extendida en
nuestras estructuras”.
La usura humilla y mata
“Sigo
con particular atención su curso de lucha contra la usura, que se vuelve cada
vez más cualificado y concreto con la experiencia y con la constitución de
nuevas fundaciones distribuidas por todo el territorio nacional a través de
cientos de Centros de Escucha: son presidios, escuelas de humanidad y
educación para la legalidad, fruto de una sensibilidad que encuentra su inspiración
iluminadora en la Palabra de Dios y que opera silenciosa y laboriosamente en
las conciencias de las personas”, dijo el Obispo de Roma destacando que en
estos primeros 26 años de incansable servicio, la asociación ha salvado a más
de 25 mil familias de las garras de la deuda usurera y del propio riesgo de
usura: “salvando sus casas y a veces sus pequeñas empresas, les ayudan a
recuperar la dignidad de la que habían sido expropiados, y esto merece una gran
gratitud”, añadió.
El
Pontífice aseveró que la usura es un mal antiguo, que desafortunadamente aún
continúa escondido “como una serpiente que estrangula las víctimas” y que para
evitarla se debe rescatar a las personas de “la patología de la deuda contraida
ya sea para la subsistencia o para salvar la empresa o negocio”.
Educar en la honestidad
para combatir la usura
Para
prevenirla con eficacia y no perecer en el intento, el Santo Padre propone
promover una educación social basada en un estilo de vida sobria, capaz de
distinguir entre lo que es superfluo de lo que es necesario y que a la vez
responsabilice a las personas a "no contraer deudas por adquirir cosas a
las que podrían renunciar sin problemas".
“Es
importante recuperar las virtudes de la pobreza y el sacrificio para no
convertirse en esclavos de las cosas, porque de la vida no se puede recibir
todo”, recordó el Papa.
“Por
otra parte, es necesario formar una mentalidad basada en la legalidad y la
honestidad, tanto en individuos como en instituciones; aumentar la presencia de
un voluntariado motivado y disponible al servicio de los necesitados, para que
estos se sientan escuchados, asesorados, guiados, para rescatarlos de su
condición humillante”, afirmó Francisco destacando dos puntos fundamentales a
tener en cuenta en la ardua lucha contra la usura.
La dignidad humana al
centro de toda economía
En
primer lugar, el Pontífice expresó que la dignidad humana, la ética, la
solidaridad y el bien común deben estar siempre en el centro de las políticas
económicas implementadas por las instituciones públicas, “ya que en la base de
toda crisis económica y financiera siempre hay una concepción de la vida que
pone primero a las ganancias y no a la persona”.
Y
en segundo lugar, Francisco indicó que la usura es un pecado grave: "mata
la vida, aplasta la dignidad de las personas, es vehículo de la corrupción y
obstaculiza el bien común".
Transmisores de esperanza
frente a la corrupción
Asimismo,
el Papa recordó a todos los miembros de la asociación italiana contra la usura,
que su servicio les pide que sean hombres y mujeres de encuentro, de escucha,
de proximidad.
“Por
ello, los exhorto a mantener fija la mirada y el corazón en Jesús a centrarse
en las páginas del Evangelio en las que Él se encuentra con los pobres, los
mendigos, los leprosos, los paralíticos y “los pone de pie”, devolviéndoles su
dignidad y su futuro”, dijo el Sucesor de Pedro, haciendo hincapié en que
frente a la usura y la corrupción, "también ellos puede transmitir
esperanza y fortaleza a las víctimas, para que puedan recuperar la confianza y
recuperarse de sus necesidades”.
Llamamiento a un nuevo
humanismo económico
Por
último, el Papa los animó a continuar con su labor con perseverancia y coraje,
siendo “referentes de esperanza” para los pobres, las personas con deudas y las
empresas en dificultad.
“Hagamos
juntos un llamamiento a un nuevo humanismo económico que ponga fin a la
economía de la exclusión y de la desigualdad, a la economía que mata, a los
sistemas económicos en los que los hombres y mujeres dejan de ser personas,
para ser reducidas a instrumentos de una lógica del descarte que genera
profundos desequilibrios”, concluyó.
SL-
Ciudad del Vaticano
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