Los islamistas hacen
reinar un clima de terror entre los cristianos de Egipto, pero los coptos
tienen aliados fieles que velan por ellos...
Las
llagas no se cierran, en Egipto. No se cuentan ya los atentados suicidas y los
ataques con armas de fuego. En estos últimos meses los cristianos han estado en
el punto de mira de los terroristas musulmanes.
El
domingo de Ramos del 2017, en la ciudad de Tanta y Alejandría, los islamistas
le quitaron la vida a decenas de inocentes al hacer explotar sus bombas en las
iglesias llenas de fieles. El papa Francisco expresó sus “profundas
condolencias” hacia la Iglesia copta.
El
29 de diciembre de 2017, hubo, una vez más, un atentado contra la iglesia de
Mar Mina en El Cairo que causó la muerte de más de diez personas. Para los
coptos egipcios, fue el último atentado de un año cruento.
Maryam
es madre de familia, viuda desde el 11 de diciembre de 2016. Su marido murió en
el ataque a una iglesia, junto a más de veinte víctimas (la mayoría eran
mujeres y niños).
Murió
como mártir porque su fe lo convirtió en blanco. Y también partió
como héroe: había intentado impedirle al terrorista el acceso al edificio
y, según los testigos, esto permitió atenuar el peso de la masacre. Una defensa
que habla mucho de la capacidad de resistencia de los cristianos.
Morir por Cristo para ir
al Cielo
Los
tres hijos de Maryam perdieron a su papá, pero pueden contar aún con el valor
de su mamá. Una fuerza moral y espiritual que le permite seguir adelante a
pesar de todo. ¿La razón?.
Nosotros
somos coptos y estamos listos para todo -responde con calma y
determinación-. Sabemos bien que otros ataques pueden llegar en cualquier
momento, pero para nosotros morir no significa otra cosa que ir al Paraíso, la
muerte es la puerta de entrada al Cielo. Nuestros mártires nos dicen que morir
por Cristo es un paso al Cielo, e interceden por nosotros.
A
pesar del clima de violencia, los coptos egipcios dan prueba de una fe ejemplar
en Dios.
Los
terroristas diezman sus filas, lloran sus familias, crean viudas y huérfanos.
Pero ellos no saben que están luchando en vano con un pueblo que tiene un
profundo sentido de martirio. Los veintiún cristianos asesinados en la playa
libia en 2015 son nuevos santos que ahora interceden ante Dios.
Paul de Dinechin
Fuente:
Aleteia