Una cruz en el bolsillo
Hola,
buenos días, hoy Lety nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Hace
un tiempo, una amiga me regaló una cruz. Tiene unos 6 cm de alto por unos 4 cm
de ancho, un tamaño muy bueno para poder apretarla en la mano.
Cuando
me la dio, me gustó mucho y me la metí al bolsillo. Desde ese día siempre va
conmigo.
Hoy
la miraba y me daba cuenta de lo “usada” que la tengo: rayada, desgastada de
tanto apretarla en la mano... en definitiva, con vida.
Esta
cruz es mi arma para todo el día. Normalmente suelo levantarme de buen humor y,
como lo primero que hacemos es rezar, pues todo genial hasta que salimos de la
capilla. Ése es el momento en el que tengo que dejar de contemplar la cruz y
usarla como arma para defenderme. Déjame que te cuente...
Hay
días en que me sale mal alguna cosa o me cambian los planes, por lo que empiezo
a perder la paz, y esto me lleva a inquietarme. En ese instante, cojo la cruz,
la aprieto en mi mano y empiezo a hablar con Jesús de lo que me está pasando.
Le pido que Él sea fuerte en mí, y que venza mi momento de falta de paz e
inquietud.
Si
me dejo en Sus manos, Él actúa y empieza a volver a mí la paz. Entonces sigo
hablando con Jesús, y le doy gracias por estar conmigo y dar su vida por mí. Y
continúo trabajando en lo que tenía entre manos.
Para
mí, el poder que tiene la cruz, el poder de la muerte y Resurrección de Jesús,
es total. Pero, ¿tú crees en el poder de la Cruz de Cristo?
Hoy
el reto del amor es coger una cruz y metértela al bolsillo. Cuando veas que el
día empieza a torcerse, sácala, cógela en tus manos y ora a Jesús. Él está
contigo y te dará todo lo que necesites. Vive de Jesucristo, tu Señor; es lo
más grande que tienes. Disfrútalo.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma