ASÍ AYUDA LA FUNDACIÓN CARF A LLEVAR LA NAVIDAD A LOS PUEBLOS MÁS OLVIDADOS DEL MUNDO

La Fundación CARF propone una Navidad solidaria que cruza fronteras: un viaje simbólico a India, Haití y Tanzania para apoyar la formación de seminaristas que llevan esperanza a comunidades olvidadas del mundo
Fundación CARF

Cada familia guarda su propio ritual para celebrar la Navidad. El mantel heredado, la vajilla de las grandes ocasiones, el menú que se cocina con cariño semanas antes. Ese pequeño universo doméstico resume lo que significa volver a casa: calor, identidad y recuerdos. Pero, mientras en miles de hogares la tradición se repite, en otros lugares del mundo la Navidad adquiere un sentido distinto y se convierte en un anhelo, una esperanza, una promesa de futuro.

La Fundación CARF lo sabe bien. Desde hace décadas impulsa la formación de seminaristas, sacerdotes y religiosos de 130 países, muchos de ellos procedentes de territorios donde la precariedad, la violencia o la falta de medios convierten la misión pastoral en un ejercicio de entrega heroica. Por eso, esta Navidad, la organización invita a viajar —aunque sea simbólicamente— a los hogares de quienes mantienen viva la fe en los rincones más olvidados del planeta.

Voces que enseñan a mirar

Entre las historias que impulsan esta campaña solidaria están la de Xudong Feng, seminarista chino que estudia en el seminario internacional de Bidasoa con apoyo de la Fundación CARF. Llegó a España con sentimientos encontrados por el idioma y la distancia, pero pronto descubrió «la belleza de una Iglesia verdaderamente universal» que transforma corazones y comunidades. Para Xudong, su formación es un regalo que quiere devolver a su diócesis en Taiyuan, donde la fe sigue viva pese a siglos de dificultades.

Desde Nigeria, el sacerdote Emmanuel Enwenwen narra cómo su vocación se cimentó en una comunidad que veía a sus pastores como esperanza viva en tiempos de adversidad. Hoy, gracias al respaldo de la Fundación CARF, estudia Comunicación Institucional en Roma, una disciplina que le permite transmitir con claridad y fuerza un mensaje de fe en contextos cambiantes. «Ser sacerdote es ser siervo de esperanza», afirma, recordando que muchos nigerianos han pasado de ser receptores de misioneros a convertirse ellos mismos en misioneros para otros.

La vivencia misionera también toma forma en Venezuela, donde el joven sacerdote Humberto Alonso Salas comparte cómo la formación recibida, tanto en su país como en Pamplona, le permitió enfrentar los desafíos de una Iglesia en medio de crisis sociales y pérdida de fieles. En palabras de Humberto, «la educación religiosa es pilar fundamental para devolver esperanza y fe en tiempos difíciles», y la oportunidad de estudiar en España ha reforzado su compromiso pastoral con los más necesitados.

Desde Angola, la historia de Gonçalves Cacoma Cahinga representa el testimonio de vocación desde la infancia, cuando su corazón ardía por servir como catequista. Hoy, gracias al apoyo de la Fundación CARF, estudia en Bidasoa y se prepara para responder a la necesidad de sacerdotes en su extensa diócesis. Recuerda que la profunda fe de su pueblo, aun frente a la pobreza y la falta de recursos, le enseñó que evangelizar es acompañar al mundo con valentía.

Una Navidad de esperanza

Estas narrativas conforman un mosaico de realidades diversas, pero unidas por una misma verdad y es que la fe, cuando se forma con dedicación y se comparte con generosidad, se transforma en un puente entre los corazones. La Fundación CARF trabaja para que estos futuros sacerdotes no solo adquieran conocimientos teológicos, sino que también se conviertan en agentes de cambio social y espiritual en sus países de origen.

Esta Navidad, CARF invita a sus benefactores y donantes a ser parte de un viaje humano hacia Kerala, Lagos, Caracas o Luanda, lugares donde las celebraciones de diciembre son sencillas, pero donde la luz de la fe brilla con especial intensidad.

Su donación se convierte así en un gesto de solidaridad que permite que seminaristas como Xudong regresen a China mejor preparados para servir a comunidades marcadas por silencios; que sacerdotes como Emmanuel comuniquen en un mundo globalizado con herramientas modernas; que misioneros como Humberto fortalezcan la fe en contextos de crisis; y que vocaciones como la de Gonçalves puedan sostener comunidades sedientas de esperanza.

En cada una de estas historias, la Navidad se convierte en un compromiso con la dignidad humana y con la difusión de un mensaje que quiere llegar «hasta los confines de la tierra».

Una llamada para dar

Hoy, la Fundación CARF invita a sus amigos, benefactores y comunidades a hacer de esta Navidad algo más que una celebración. La campaña navideña es una llamada a la generosidad, una oportunidad para regalar formación, misión y futuro a quienes dedicarán su vida a servir. Cada aportación sostiene estudios y siembra esperanza en lugares donde esa esperanza es luz para muchos.

Porque si para millones de personas la Navidad es volver a casa, para otros es aprender a construirla desde el corazón de una misión. Y ahí, en cada sacerdote, en cada seminarista, en cada comunidad, la Navidad continúa.

Dona para que la Navidad se celebre en los pueblos olvidados de la Tierra. Regala formación, misión y esperanza.

Fuente: El Debate