Textos en los que papa Francisco nos pide que nos atrevamos a confiar en Jesús y a dar con Él un paso
adelante en nuestro compromiso misionero
“Los
problemas, las preocupaciones de la vida cotidiana tienden a que nos encerremos
en nosotros mismos, en la tristeza, en la amargura…, y es ahí donde está la
muerte. No busquemos ahí a Aquel que vive. Acepta entonces que Jesús Resucitado
entre en tu vida, acógelo como amigo, con confianza: ¡Él es la vida!
Si
hasta ahora has estado lejos de él, da un pequeño paso: te acogerá con los
brazos abiertos. Si eres indiferente, acepta arriesgar: no quedarás
decepcionado. Si te parece difícil seguirlo, no tengas miedo, confía en
Él, ten la seguridad de que Él está cerca de ti, está contigo, y te
dará la paz que buscas y la fuerza para vivir como Él quiere” (Homilía,
30-3-2013).
“En
Cracovia, durante la apertura de la última Jornada Mundial de la Juventud, os
pregunté varias veces: «Las cosas, ¿se pueden cambiar?». Y vosotros exclamasteis
juntos a gran voz «¡sí!». Esa es una respuesta que nace de un corazón joven que
no soporta la injusticia y no puede doblegarse a la cultura del descarte, ni
ceder ante la globalización de la indiferencia. ¡Escuchad ese grito que viene
de lo más íntimo!
También
cuando advirtáis, como el profeta Jeremías, la inexperiencia propia de la joven
edad, Dios os estimula a ir donde Él os envía: «No les tengas miedo, que
contigo estoy para salvarte» (Jer 1,8). Un mundo mejor se construye también
gracias a vosotros, que siempre deseáis cambiar y ser generosos. No
tengáis miedo de escuchar al Espíritu que os sugiere opciones audaces, no
perdáis tiempo cuando la conciencia os pida arriesgar para seguir al Maestro”
(Carta, 13-1-2017).
“No
puede haber energía más poderosa que esa que brota del corazón de los jóvenes
cuando son seducidos por la experiencia de la amistad con Cristo. Él tiene
confianza en los jóvenes y les confía el futuro de su propia misión: «Id y
haced discípulos»; id más allá de las fronteras de lo humanamente posible, y
cread un mundo de hermanos. Pero también los jóvenes tienen confianza en
Cristo: no tienen miedo de arriesgar con Él la única vida que tienen,
porque saben que no serán defraudados” (Discurso, 22-7-2013).
“El
ideal cristiano siempre invitará a superar la sospecha, la desconfianza
permanente, el temor a ser invadidos, las actitudes defensivas que nos impone
el mundo actual. Muchos tratan de escapar de los demás hacia la privacidad
cómoda o hacia el reducido círculo de los más íntimos, y renuncian al realismo
de la dimensión social del Evangelio. Porque, así como algunos quisieran un
Cristo puramente espiritual, sin carne y sin cruz, también se pretenden
relaciones interpersonales solo mediadas por aparatos sofisticados, por pantallas
y sistemas que se puedan encender y apagar a voluntad.
Mientras
tanto, el Evangelio nos invita siempre a correr el riesgo del encuentro
con el rostro del otro, con su presencia física que interpela, con su
dolor y sus reclamos, con su alegría que contagia en un constante cuerpo a
cuerpo. La verdadera fe en el Hijo de Dios hecho carne es inseparable del don
de sí, de la pertenencia a la comunidad, del servicio, de la reconciliación con
la carne de los otros. El Hijo de Dios, en su encarnación, nos invitó a la
revolución de la ternura” (Evangelii gaudium, 88).
“Dios
llama a opciones definitivas, tiene un proyecto para cada uno: descubrirlo,
responder a la propia vocación, es caminar hacia la realización feliz de uno
mismo. Dios nos llama a todos a la santidad, a vivir su vida, pero tiene un
camino para cada uno. […] En la cultura de lo provisional, de lo relativo,
muchos predican que lo importante es «disfrutar» el momento, que no vale la
pena comprometerse para toda la vida, hacer opciones definitivas, «para
siempre», porque no se sabe lo que pasará mañana.
Yo,
en cambio, os pido que seáis revolucionarios, os pido que vayáis
contracorriente; sí, en esto os pido que os rebeléis contra esta cultura de lo
provisional, que, en el fondo, cree que vosotros no sois capaces de asumir
responsabilidades, cree que vosotros no sois capaces de amar verdaderamente. Yo
tengo confianza en vosotros, jóvenes, y pido por vosotros. Atreveos a ir
contracorriente. Y atreveos también a ser felices” (Discurso, 28-7-2013).
“Discípulos
que sepan ver, juzgar y actuar […]. Discípulos misioneros que saben ver, sin
miopías heredadas; que examinan la realidad desde los ojos y el corazón de
Jesús, y desde ahí juzgan. Y que arriesgan, que actúan, que se comprometen. […]
Pidamos a través de la intercesión de nuestra Madre que nos acompañe en nuestro
camino de discípulos, para que, poniendo nuestra vida en Cristo, seamos
siempre misioneros que llevemos la luz y la alegría del Evangelio a todas
las gentes” (Homilía, 9-9-2017)
Fuente:
O.M.P.