“¡Tomen en serio la vida
de la gente!”
Con
agudo tacto y afinado tino, el reconocido sacerdote jesuita Luis Ugalde le
responde al presidente recordándole que también el dictador Marcos Pérez
Jiménez amenazó a la Iglesia tras la dura carta pastoral de un obispo… Muy poco
después, caía la dictadura
No
hay sorpresas en la Iglesia ante las amenazas de Nicolás Maduro de encarcelar a
un obispo por sus homilías. Ni siquiera hay temor real ante la posibilidad de
tener a sacerdotes asesinados como ya ocurrió en América Latina. ¿La razón?
Responde a Dios y no a una dirigencia política.
En
conversación con Aleteia, el reconocido teólogo e historiador jesuita Luis
Ugalde reitera que no hay miedo entre los sacerdotes, luego de las amenazadas
del gobierno contra los prelados criollos, a propósito del intento de aplicar
sanciones –de hasta 20 años de cárcel- por supuestamente “incitar al odio” a la
población venezolana.
Hubo
un ataque del gobierno por una “homilía que lo que decía era que hay que
responder al hambre. Cosa que cualquier venezolano sabe. Si los obispos no
dijeran eso, no serían fieles al evangelio. Pero dicho eso, ¡la Iglesia no
puede estar sorprendida! La Iglesia sabe, por experiencia propia, que en el
momento cuando critica lo que tiene que criticar, por ser seguidora de Jesús de
Nazaret, entonces va a ser atacada y calumniada”.
El
sacerdote Ugalde, quien fue rector de la prestigiosa Universidad Católica
Andrés Bello (UCAB) durante más de una década, apreció el hecho de que
“afortunadamente ha habido un apoyo muy grande. La Conferencia Episcopal se
solidarizó con la homilía de monseñor Basabe. En cada diócesis hubo apoyo y ha
habido un documento de toda la confederación latinoamericana de obispos
solidarizándose con Venezuela”.
“¡Tomen en serio la vida
de la gente!”
Lejos
de molestarse, dijo que el único que pierde con esa actitud es el gobierno de
Maduro. Al respecto, dijo: “Se trata de ataques torpes que ha dado a conocer
más el desacierto del gobierno al atacar una voz moral y ética que dice: ¡Por
favor, gobernantes: dejen la corrupción a un lado!, dejen la ineptitud a un
lado, ¡tomen en serio la vida de la gente! Estamos en situación de agonía”.
Agregó
que “la Iglesia va a seguir por ese camino” y recordó que en el pasado ocurrió
algo muy particular durante el mandato de Marcos Pérez Jiménez. El sacerdote,
que acaba de ser incorporado como individuo de número en la Academia Nacional
de la Historia durante una juramentación en el Paraninfo del Palacio de las
Academias, hizo alusión a la carta pastoral del arzobispo de Caracas, monseñor
Rafael Arias Blanco, del primero de mayo de 1957.
Obras
como la prestigiosa Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), de la que Ugalde
fue rector durante más de una década, fue creada en el año 1953, precisamente
bajo el régimen de Pérez Jiménez. Pero no por eso matizó la Iglesia los rigores
de la dictadura.
En
aquel documento histórico, Arias Blanco no pedía elecciones, ni cambio de
sistema político, pero sí denunciaba la grave situación de deterioro social y
económico que sufría buena parte de la población venezolana. La carta
cuestionaba, precisamente, que aunque se hacían obras, servían como propaganda
y buscaban disimular las “condiciones infrahumanas” en las que vivía gran
cantidad de venezolanos.
El
documento cuestionaba las epidemias, la falta de vivienda, los bajos salarios,
la falta de acceso al agua potable e incluso la desnutrición, lo que era
silenciado por una censura oficial. La respuesta del gobierno fue amenazar y
dar la orden de poner tras las rejas a los sacerdotes.
El
también exdictador y jefe militar que gobernara de forma autoritaria el entre
1908 y 1935, Juan Vicente Gómez le habría advertido: “Dejen quietos a los curas
y no se metan más con ellos. No me gusta comer carne de cura, porque la carne
de cura atraganta…” Y Pérez Jiménez se atragantó: el 23 de enero de 1958 un
movimiento cívico-militar lo derrocó, por lo que abandonaría el país con rumbo
a República Dominicana, a bordo del avión presidencial la “Vaca Sagrada”.
“Cuando
la pastoral de monseñor Arias”, recuerda Ugalde, el entonces “ministro del
Interior llamó al arzobispo” y lo amenazó. Más tarde “todo se puso peor” y ya
sabemos cómo terminó la historia.
“Los venezolanos tenemos
que abrazarnos de nuevo…”
Con
respecto al proceso de elecciones en puertas, anunciado por la Asamblea
Nacional Constituyente, calificada de ilegal por los obispos y desconocida por
un centenar de países, dijo que: “Evidentemente no podemos reconstruir a
Venezuela si decimos: bueno, ya ha gobernado medio país, ahora viene el otro
medio y viene la persecución. Eso no tiene ningún sentido. Los jueces harán la
tarea”.
También
se refirió al proceso de diálogo y negociación que gobierno y un sector de la
oposición llevan adelante con el patrocinio de República Dominicana: “La
inmensa mayoría de los que creyeron que Chávez -y lo que ha seguido- iba a ser
la solución, lo hicieron de buena fe y pienso que en ese aspecto, no puede
haber diálogo fundamental sin perdón; el diálogo implica el perdón. Saben
muchos de ustedes que en la propia familia, por política llegaron a no
hablarse, y en algún momento tenemos que abrazarnos y seguir adelante”.
El
presidente del episcopado, José Luis Azuaje, declaró recientemente que “la Iglesia venezolana
no tema a Nicolás Maduro…”
Bueno,
eso es lo que estaba diciendo: la Iglesia tiene un deber. Si el gobierno dice:
no, yo quiero que usted no cumpla con ese deber, la Iglesia le dice a Maduro o
a quién sea: ¿Y usted quién es para mandarme a mí? Yo tengo que seguir a Jesús
de Nazaret y tengo que acompañar al pueblo con el evangelio, y en el evangelio
dice: tuve hambre y me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber; estuve
preso y me visitaron. Bueno, pues, la Iglesia tiene que contribuir a que haya
comida, a que haya bebida, a que haya salud, a que haya dignidad, a que haya
respeto, a que haya trabajo, a que no haya presos políticos y que no se vayan
¡4 millones de personas al exilio!
Carlos
Zapata