Habla el
arzobispo de Kansas City Joseph F. Naumann
Catholic
World Report (CWR) acaba de publicar una reciente entrevista con el arzobispo
de Kansas City (Estados Unidos), Joseph F. Naumann, quien recientemente fue
elegido para presidir el Comité de Actividades en Favor de la Vida de la
Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB, por sus siglas en
inglés). ¿El tema principal? La lucha contra el aborto del arzobispo Naumann.
Luchador desde hace
tiempo
La
entrevista, realizada por Jim Graves, destaca los muchos años de servicio del
actual arzobispo de Kansas City en la causa antiabortista, la predicación sobre
el aborto, los políticos católicos a favor del aborto y la necesidad de cambiar
la composición de la Corte Suprema de los Estados Unidos hacia una práctica
jurídica que defienda el derecho fundamental a la vida.
La
causa pro-vida, señala Graves, ha sido por mucho tiempo importante para el
arzobispo Naumann. Como sacerdote en Saint Louis, se desempeñó como coordinador
arquidiocesano pro-vida desde 1984 hasta 1995. Durante ese tiempo, la
arquidiócesis estableció un ministerio llamado “Proyecto Raquel” para mujeres
que se están recuperando del aborto, así como la Coalición Lifeline.
Fue
miembro de la junta fundadora de la Fundación Vitae, que promueve mensajes
eficaces pro-vida. También participa regularmente en la Marcha por la Vida que
año con año se celebra en Washington, DC, y apoya a una variedad de
organizaciones pro-vida. Regularmente participa en rosarios antiabortistas
frente a las clínicas de aborto.
Producto de un “embarazo
en crisis”
Para
el prelado, “el tema pro-vida ha sido, y sigue siendo, uno de los asuntos
morales fundamentales sobre los que la Iglesia trata de orientar a nuestra
propia gente, así como a la sociedad en general”.
Una
de las motivaciones principales del arzobispo Naumann para ser pro-vida es
–según confiesa en la entrevista realizada por Graves para CWR—es que fue parte
de “un embarazo en crisis”. En 1948, cuando solamente llevaba tres meses en el
útero de su madre, su padre fue asesinado.
“Entonces,
yo era parte de un embarazo en crisis, en cierto sentido, a pesar de que era
una cultura diferente en ese momento. A medida que el tema evolucionó y se
convirtió en un problema en nuestra cultura actual, mi experiencia personal me
dio una mayor sensibilidad a las mujeres que enfrentan un embarazo en
circunstancias traumáticas”, dijo a CWR.
Ante
la pregunta sobre su predicación ante el aborto, el arzobispo Naumann responde:
“Si estoy predicando una homilía enfocada en esta área, comienzo con el
reconocimiento de que probablemente haya personas en las bancas que hayan
tenido una experiencia directa con el aborto.
Les
digo a esas personas que saben mejor que nadie lo que es una tragedia del
aborto y les pido que oren por mí en mi trabajo para que pueda ayudar a otros a
saber sobre el dolor que están experimentando”.
Una “elección” engañosa
En
la entrevista el arzobispo Naumann recuerda siempre el “Proyecto Raquel”, que
ayuda a las mujeres a sanar del aborto. Y refiriéndose a su prédica a los
fieles exclama: “Les digo que esa ayuda está allí, si la necesitan. Luego hablo
de por qué el tema es tan importante y de que la retórica de ‘elección” es
engañosa´. La gente no habla de “elección” en otras áreas cuando se trata de
quitar una vida humana”.
Para
el actual presidente electo del Comité Pro-Vida de la USCCB, “lo que hace que
el aborto sea especialmente destructivo es que no solo le quita la vida a un
niño, sino que también cicatriza a la familia, porque el aborto ocurre en el
útero, el único lugar donde la vida debería estar más protegida”.
Como
encargado de la defensa de la vida entre los obispos estadounidenses, el
arzobispo de Kansas City subraya el hecho que ningún sacerdote puede dejar de
hablarle a la gente sobre estos “pecados reales” que afectan su vida.
Y
remata la entrevista diciendo: “Si la Iglesia guarda silencio sobre la
destrucción de la vida, estamos siendo negligentes y estamos dejando a nuestros
jóvenes vulnerables para tomar esta trágica decisión”.
Jaime Septién
Fuente:
Aleteia