El Papa en Santa Marta: no al «invierno demográfico»;
Dios es fecundo y quiere que todos lo sean, con buenas acciones y dando vida.
No hay que mantener cerrado el corazón como «un objeto de museo»
El
Señor desea que todos sean fecundos como Él, dándose al prójimo y dando vida.
Los países sin niños, que viven «el invierno demográfico», tienen una «fea
enfermedad».
Lo dijo el Papa Francisco en la homilía matutina de hoy, 19 de
septiembre de 2017, en la Capilla de la Casa Santa Marta, durante la que
también invitó a no mantener el corazón cerrado, como un «objeto de
museo».
Esterilidad y fecundad: son las dos palabras en torno a las cuales
reflexionó el Papa Francisco. Las lecturas del día presentan
el nacimiento de Sansón y de Juan Bautista que el ángel había anunciado a dos
mujeres estériles o que tenían demasiados años como el caso de Isabel.
El Santo
Padre recordó que en aquel tiempo la esterilidad era una vergüenza,
porque el nacimiento de un hijo se consideraba una gracia y un don de Dios.
El Papa también recordó que en la Biblia se lee de tantas
mujeres estériles, que deseaban ardientemente tener un hijo, o de tantas otras
madres que lloraban por la pérdida del hijo y porque se habían quedado sin
descendencia, como Sara, Noemí, Ana e Isabel, por ejemplo.
«Llenen
la tierra, sean fecundos». Francisco recordó que se trata del
primer mandamiento que Dios dio a nuestros padres. Y añadió que «Donde está
Dios, hay fecundidad»: «Me vienen a la mente […] algunos países que han
elegido la vía de la esterilidad y padecen esa enfermedad tan mala que es el
invierno demográfico. Los conocemos. No tienen hijos. No. Que el bienestar, que
esto, que esto otro… Países vacíos de niños y esto no es una bendición. Pero
esto es algo de pasaje. La fecundidad siempre es una bendición de Dios».
El Papa destacó
la fecundidad material y espiritual. El hecho de dar la vida. Y dijo que una
persona puede ser célibe, como los sacerdotes y los consagrados, pero debe
vivir igualmente dando la vida a los demás. Ay de nosotros, subrayó Francisco,
si no somos fecundos a través de las buenas obras.
La
fecundidad es un signo de Dios. Y el Pontífice recordó que los
profetas han elegido símbolos hermosos, como el desierto. Qué otra cosa es más
estéril que un desierto, dijo, y sin embargo, ellos dicen que también «el
desierto florecerá, la aridez se llenará de agua». Es, precisamente,
agregó Francisco, la promesa de Dios. Dios es fecundo.
«Es
verdad, el diablo quiere la esterilidad –sentenció. Quiere que cada uno de
nosotros no viva para dar vida, tanto física como espiritual, a los demás. Que
viva para sí mismo: el egoísmo, la soberbia, la vanidad. Engordar el alma sin
vivir para los demás. El diablo es el que hace crecer la cizaña del egoísmo y
no nos hace fecundos».
Es
una gracia tener hijos que nos cierren los ojos en la hora de nuestra muerte,
dijo también el Papa Francisco, y citó el ejemplo
de un anciano misionero de la Patagonia que, cuando tenía 90 años, decía que su
vida había pasado como un soplo, pero que tenía tantos hijos espirituales junto
a sí en su última enfermedad.
Aludiendo
a la inminente Navidad el Papa dijo: «Aquí hay una cuna vacía.
Podemos verla. Puede ser símbolo de esperanza porque vendrá el Niño; puede ser
un objeto de museo, vacío durante toda la vida. Nuestro corazón es una cuna.
¿Cómo es mi corazón? ¿Está vacío – siempre vacío – pero abierto para recibir
continuamente la vida y dar la vida? ¿Para recibir y ser fecundo? ¿O será un
corazón conservado como un objeto de museo que jamás ha sido abierto a la vida
ni a dar la vida?».
El Santo Padre Francisco concluyó
su reflexión sugiriendo mirar esta cuna vacía y decir: «Ven Señor, llena la
cuna, llena mi corazón e impúlsame a dar la vida, a ser
fecundo».
DOMENICO AGASSO
JR.
CIUDAD DEL VATICANO
Fuente: Vatican Insider